El m¨¦todo Mordzinski en cien pasos
El fot¨®grafo argentino inaugura una muestra por el d¨¦cimo aniversario del Hay Festival
Al recorrer Cien fotos, muchas vidas, la muestra que el fot¨®grafo argentino Daniel Mordzinski?ha inaugurado este jueves en la ciudad colombiana de Cartagena en presencia de un p¨²blico maravillado ante el proyecto vital del creador, de inmediato surge la pregunta: ?y c¨®mo fue posible que este hombre, nacido en Buenos Aires en 1960 y afincado en Par¨ªs, pudiera retratar de esta forma a los escritores m¨¢s importantes de ambas orillas del Atl¨¢ntico?
Parte de su m¨¦todo lo cont¨® en las palabras que abrieron la exposici¨®n. Hace cinco a?os, durante en la edici¨®n del Hay Festival de 2009, el fot¨®grafo desayun¨® con Mario Vargas Llosa y su esposa en el hotel que centra las actividades de este fren¨¦tico ¨²ltimo fin de semana de enero. La conversaci¨®n deriv¨® hacia los afluentes de una amistad que en ese entonces cumpl¨ªa 25 a?os. Mordzinski?le propuso entonces al Nobel peruano hacerle algunos retratos utilizando una palabra que, cuando la pronuncia, ya los escritores saben qu¨¦ se enfrentan: fotinski. El t¨¦rmino es un acto de complicidad entre retratista y retratado que permite apreciar en el resultado, expuesto en la sala de exposiciones del Centro de Cooperaci¨®n Espa?ola de esta ciudad, al observador psicol¨®gico que es Mordzinski y lo que es capaz de captar con su lente.
Vargas Llosa acept¨® la invitaci¨®n y lo cit¨® para el mediod¨ªa, una vez culminada la presentaci¨®n que tendr¨ªa con el periodista Juan Cruz. Justo cuando se preparaba para caminar ¨Cen Cartagena nadie toma un taxi para moverse entre las conferencias durante los d¨ªas calurosos del festival- hasta el sitio donde lo hab¨ªan citado, recibi¨® una llamada de Mercedes Barcha. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, su esposo, hab¨ªa aceptado fotografiarse. La cita era al mediod¨ªa en su casa y lo recibir¨ªa con un traje blanco y su camisa amarillo pollito.
A Mordzinski?le toc¨® entonces convencerla de retrasar la cita hasta la primera hora de la tarde, sin decirle, por supuesto, que justo a esa hora estar¨ªa con Vargas Llosa. Para agradecer el gesto decidi¨® presentarse con una caja de bombones. Cuando estaba dispuesto a tocar el timbre de la casa del Nobel advirti¨® que los chocolates se hab¨ªan derretido sobre su camisa bajo el sol picante del Caribe. Tuvo que trabajar as¨ª para no perder una cita ¨²nica. Al final obtuvo un regalo: que Mercedes le propusiera retratarse junto a Gabo. Estas im¨¢genes son parte de ese gran atlas de la literatura iberoamericana que el fot¨®grafo construye desde hace 35 a?os.
Que estas dos citas hayan coincidido habla no solo de la dimensi¨®n de su proyecto, sino del respeto que los escritores sienten por su trabajo. Durante todos esos a?os su m¨¦todo se ha hecho c¨¦lebre entre ellos. Todos saben que no est¨¢n frente a un hombre que solo va a registrarlos de cualquier forma para ilustrar el texto de un periodista. Est¨¢n sobre todo, ante un hombre culto y sensible, que conoce la obra de sus fotografiados y que no solo se ha le¨ªdo las contraportadas de los libros para tener una conversaci¨®n ocasional. As¨ª, el resultado echa abajo la altivez y la rigidez para mostrar a las estrellas en las poses m¨¢s rutinarias. Nadie puede resistirse al encanto de un hombre que no concibe su trabajo como a un tr¨¢mite.
Quiz¨¢ la foto expuesta del autor guatemalteco-estadounidense, Francisco Goldman, resuma como ninguna otra el esp¨ªritu de la muestra. Mordzinski?propuso fotografiarlo sobre una barca anclada en un muelle de Cartagena. La imagen tiene un significado para quienes conocen la tr¨¢gica historia de la muerte de la esposa del autor, y otro para los expertos en el resultado de la imagen, que es en realidad fotograma impresionista. "Todo esto es la consecuencia de una noche de amor entre la literatura y la fotograf¨ªa", dice el fot¨®grafo en una conversaci¨®n con este diario. Para ¨¦l, cada Hay Festival es como la rutina de enfrentar la terca mudez de la p¨¢gina en blanco.
Convencer a Goldman de volver al mar y retratarlo en medio de un mar revuelto es el resultado de la complicidad que ha forjado con tres generaciones de escritores . "Y esto ha sido as¨ª porque soy honesto con todos ellos". Por esa raz¨®n todos terminan a su merced: acostados en la misma hamaca y descalzos, como Joaqu¨ªn Sabina y Joan Manuel Serrat; o barriendo como camarero de hotel, como el colombiano William Ospina, o bajo la ducha, como el director Fernando Trueba. Es la intimidad como motivo art¨ªstico.
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