Tontas literaturas del f¨²tbol
Mucha gente puede creer que Philip Kerr, autor reci¨¦n traducido al castellano a prop¨®sito de una novela sobre f¨²tbol, Mercado de invierno (RBA), es un tipo espabilado, pero hay que atenerse a lo escrito por ¨¦l. Hace a?os cre¨ªmos que ver¨ªamos una pel¨ªcula de f¨²tbol como la paradigm¨¢tica Once pares de botas, y no era realmente as¨ª. Para que una pel¨ªcula de f¨²tbol fuera de f¨²tbol deb¨ªa contar con que el f¨²tbol constituye en s¨ª una pel¨ªcula y expulsa su recreaci¨®n. Y lo mismo vale para la novela ¡°futbol¨ªstica¡±. La narraci¨®n sobre f¨²tbol es exclusiva del mundo especial del f¨²tbol. Lo dem¨¢s es un transg¨¦nico, falsificaci¨®n o mercantilismo.
El f¨²tbol no ofreci¨® nunca un argumento base a la literatura (exceptuando la poes¨ªa) porque ¨¦l es ya una literatura esencial. No vale pues como pretexto, ni cinematogr¨¢fico ni libresco, porque ¨¦l, sin necesidad de versiones, posee su novela o su pel¨ªcula radical. S¨®lo la televisi¨®n ha entendido bien de qu¨¦ se trata todo esto. El encuentro, los entrenadores, las alineaciones, las lesiones, las intrigas del vestuario, los ¨¢rbitros y sus secuaces, los presidentes y sus maniobras, la federaci¨®n y sus mandamases se inscriben, de sobra, en la novelada period¨ªstica del f¨²tbol. Si se sacan de ah¨ª, se conculcan o, masturbatoriamente, se desnaturalizan. De hecho, cualquier intento de escribir o de filmar sobre f¨²tbol ha necesitado el espurio apoyo de asuntos pol¨ªticos, sexuales o de novela negra, como hace, en este caso, Philip Kerr.
Dice Philip Kerr que uno de sus prop¨®sitos es que los hombres vuelvan a interesarse por la lectura
Pero el f¨²tbol no es novela negra, ni pornograf¨ªa ni otra malversaci¨®n. Lo suyo es, categ¨®ricamente, novela futbol¨ªstica. Una novela igual a la peripecia de la Liga y al partido, al azar de la Copa y sus eliminatorias, a la Champions y sus evocaciones, el ¨¢rbitro, el gol de vaselina, el estado del c¨¦sped, el nervioso urinario del intermedio, los fondos neonazis y la remontada ¨¦pica con su gol. ?C¨®mo traducir todo esto en algo distinto?
Dice Philip Kerr que uno de sus prop¨®sitos con Mercado de invierno es hacer que los hombres vuelvan a interesarse por la lectura a imagen y semejanza que Rowling logr¨® con los adolescentes mediante su Harry Potter. Infantilismos. Es poco probable que los hombres lean m¨¢s con su libro pero, al cabo, no ser¨¢ por lo futbol¨ªstico sino por lo sical¨ªptico. Y he aqu¨ª su declaraci¨®n clave y delatora: ¡°Los jugadores est¨¢n hipersexuados y tienen m¨¢s oportunidades de practicar sexo que la mayor¨ªa. Era importante ¡ªdice¡ª recalcar este aspecto¡±. Tan importante que la novela copula sobre una realidad ajena al estadio.
No merece la pena, sin embargo, censurar a Philip Kerr, pobre escoc¨¦s. Su truco comercial consiste en tomar al f¨²tbol como un pretexto de miles de espectadores semanales atra¨ªdos por el cebo del bal¨®n. Sin embargo, para los hinchas que no pican este anzuelo la novela carece de misi¨®n. El relato se halla ya period¨ªsticamente cerrado. La novela ya est¨¢ hecha. Absoluta y blindada. Totalmente realizada en la secci¨®n deportiva de cada peri¨®dico, radio o televisi¨®n donde vienen a reunirse las expectativas y emociones de los aficionados, sus pasiones, sus ilusiones y sus temblores. Todo est¨¢ ya hecho en ese cargado y excluyente espacio.
?Puede, por tanto, concebirse rid¨ªculo mayor que hacer literatura sobre la Literatura de los periodistas deportivos? O Philip Kerr no sabe nada del f¨²tbol (lo compara psicol¨®gicamente a la distracci¨®n de ir a pescar) o, lo que parece m¨¢s probable, es un pillo pillado en su pretensi¨®n de considerar tontos a los aficionados que leemos apasionadamente As, el Marca o L¡¯Equipe. ?Menudo despistado!
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