Una corridita birriosa
Los toros de La Dehesilla, novillos mansos y descastados, y los toreros protagonizaron un festejo insulso y aburrido.
Se anunci¨® como corrida de toros, pero fue novillada; ni por trap¨ªo, ni hechuras, ni cara, ni comportamiento, aquellos animales ten¨ªan pinta de gente madura. Tendr¨ªan los cuatro a?os, pero estaban en la edad del pavo. Y ni siquiera como novillos dejaron alto el pabell¨®n de su casa. De estructura d¨¦bil y escasos m¨²sculos, solo el quinto pele¨® en varas con cierta gallard¨ªa. Claro que tambi¨¦n se debe tener en cuenta que el caballo lo montaba Tito Sandoval, uno de los mejores picadores que luce hoy el castore?o. Los dem¨¢s novillotes huyeron de la pica, no se emplearon en las embestidas y cantaron a las claras que la casta no era lo suyo. En fin, una birria de corridita, mal presentada, escas¨ªsima de fuerzas y de bravura. Hubo un mirlo blanco, el segundo, que no es que demostrara mayor fortaleza, sino que sac¨® car¨¢cter de sus entra?as y acudi¨® al cite con largura, empe?o y nobleza, cualidades que no acab¨® de entender el torero Eduardo Gallo.
Por cierto, que hicieron el pase¨ªllo tres toreros, pero torearon poco. Casi nada, ciertamente. Solo el veterano Curro D¨ªaz sac¨® a relucir sus buenas maneras en la tanda inicial con la muleta a su primero, templados los muletazos, suaves, con un gusto exquisito, pero, una vez ligados los pases con el de pecho, se acab¨® la presente historia. Se esfum¨® el artista como por arte de magia y se hizo hombre un se?or que citaba fuera cacho, siempre al hilo del pit¨®n, muy despegado, con el enga?o enganchado y un empe?o en emborronar la faena que hab¨ªa comenzado de tan feliz manera. Y como Curro es un artista y no sabe estar mal, se le not¨® demasiado que no hab¨ªa qu¨ªmica entre el torete y el torero. El cuarto dio una vuelta de campana a la salida del primer muletazo, se dej¨® los ri?ones y media vida en la arena y se acab¨® la presente historia. El animal dijo que, despu¨¦s del porrazo, no ten¨ªa cuerpo para perseguir un trapo de colores.
El mejor de la tarde le toc¨® a Eduardo Gallo y no le cort¨® las orejas. Mala cosa. El segundo novillo ten¨ªa calidad en la embestida para hacer el toreo verdadero, ese que exige valor, t¨¦cnica, sensibilidad, empaque, naturalidad, aroma, hondura, gracia¡ Y Gallo se limit¨® a dar muchos pases, pero no tore¨® casi nada. Desconfi¨® de s¨ª mismo, no se lo crey¨® y todo lo que hizo supo a anodina superficialidad. Apost¨® por un arrim¨®n final a modo de justificaci¨®n in¨²til, y el toro se fue con las orejas colgando. Quiso sacarse la espina en el quinto, pero el animal carec¨ªa de la calidad necesaria.
Por ¨²ltimo, lleg¨® el mexicano Sald¨ªvar, muy toreado en su pa¨ªs, animoso, valiente, seguro, pero no dijo nada. Es otro torero moderno que da pases y m¨¢s pases como si jugara en el patio de su casa, sobrado de facultades, pero ayuno de hondura.
La Dehesilla/D¨ªaz, Gallo, Sald¨ªvar
Toros de La Dehesilla, muy mal presentados, mansos, blandos, descastados y nobles; destac¨® el segundo. Deslucidos los tres ¨²ltimos.
Curro D¨ªaz: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada (palmas).
Eduardo Gallo: estocada ca¨ªda (vuelta); estocada baja (silencio).
Arturo Sald¨ªvar: estocada (ovaci¨®n); casi entera trasera y ca¨ªda (silencio).
Plaza de Valdemorillo. 7 de febrero. Primera corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada.
En fin, que ni toros, que eran novillos e inv¨¢lidos, ni toreros, pues no torearon. Una corrididta birriosa. Pues bien empezamos¡
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