Aaron
En general, los documentales que divagan en torno a una figura que se suicida terminan por ser caprichosos y poco fiables como material objetivo
El suicidio dificulta los razonamientos l¨®gicos. Lo vemos habitualmente si alguien relevante se suicida. Las sospechas son inacabables, entre otras razones porque se trata de establecer una l¨®gica a un acto que es fruto de una renuncia brutal a ella. Lo que queda es culpa, sentimiento de culpa repartido hasta grados insoportables. Por eso, en general, los documentales que divagan en torno a una figura que se suicida terminan por ser caprichosos y poco fiables como material objetivo. Pasa habitualmente y vuelve a suceder con el documental sobre Aaron Swartz, El chico de Internet, que emite Canal + Xtra. El activista en favor de un Internet abierto se suicid¨® antes de enfrentarse a un juicio federal por quebranto de las leyes de copyright. Hab¨ªa copiado en un disco duro las publicaciones del MIT y la fiscal¨ªa y la instituci¨®n decidieron ejemplarizar con su acusaci¨®n.
Pero lo interesante de Aaron Swartz es que no respond¨ªa al patr¨®n habitual de quienes utilizan su talento inform¨¢tico para hacerse rico en los recovecos de la Red, sino que su empe?o desde una adolescencia brillante de precoz programador se dirig¨ªa hacia el conocimiento y la ampliaci¨®n de los m¨¢rgenes de libertad. Inc¨®modo en el papel de protagonista de otro pelotazo tecnol¨®gico, tras vender Reddit a Cond¨¦ Nast fue incapaz de adaptarse a ese modelo y comenz¨® una actividad fren¨¦tica para poner en marcha sus ideales. Su muerte signific¨® un trauma que despert¨® la indignaci¨®n general, porque para entonces, antes de la fuga de Snowden y las filtraciones de la soldado Manning, ya era alguien que denunciaba el espionaje masivo de las comunicaciones y la limitaci¨®n de los derechos con legislaci¨®n sobreprotectora.
Movilizado para que nadie robara a Internet su maravillosa libertad, admiraba a Tim Berners-Lee, cocreador de las tres W que permiten la comunicaci¨®n global sin someternos al negocio latifundista de tanta multinacional. Apuntaba hacia la pol¨ªtica cuando se quit¨® la vida, presionado por gastos en abogados y las acusaciones de la fiscal¨ªa. Sus 26 a?os, su vida ¨ªntima, sus dudas personales, sus secretos inasequibles para los dem¨¢s nos prohiben reducirle a un arquetipo. Al fin y al cabo, su canci¨®n favorita era Extraordinary Machine de Fiona Apple, porque s¨ª, porque los seres humanos somos m¨¢quinas extraordinarias.
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