La merecen
Hay mucha gente en este pa¨ªs anhelando no ya que la revoluci¨®n llegue a las urnas, sino simplemente no volver a ver ni a o¨ªr a los mentirosos contumaces
¡°Nadie que no haya vivido antes de la revoluci¨®n ha conocido la dulzura de vivir¡±, afirmaba Talleyrand. Su certidumbre tiene misterio y se puede interpretar de muchas formas. Y en funci¨®n de los que tienen hambre o est¨¢n saciados. Pero debe de ser hermoso creer que el estado de las cosas va a cambiar. ?Y qu¨¦ ocurre con la revoluci¨®n? El agonizante Palance y el c¨ªnico Lancaster hablaban as¨ª de ella en esa pel¨ªcula maravillosa titulada Los profesionales.Dec¨ªan: ¡°?La revoluci¨®n? Cuando el tiroteo termina, los muertos se entierran y los pol¨ªticos entran en acci¨®n. Y el resultado es siempre igual: una causa perdida. Como el amor, tiene un enemigo terrible: el tiempo. La revoluci¨®n no es una diosa sino una puta. Nunca ha sido pura, ni virtuosa, ni perfecta. As¨ª que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero solo son asuntos mezquinos. Lujuria pero no amor, pasi¨®n pero sin compasi¨®n. Y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desenga?amos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable¡±.
?Hay mucha gente en este pa¨ªs anhelando no ya que la revoluci¨®n llegue a las urnas, sino simplemente no volver a ver ni a o¨ªr a los mentirosos contumaces, corruptos ancestrales o renovados, servidores bien pagados del aut¨¦ntico poder, que se ha repartido o alternado la tarta de la cosa p¨²blica desde su divinizada Transici¨®n. No ha sido cuesti¨®n de manzanas podridas. Todo el ¨¢rbol desprend¨ªa hedor. Es su naturaleza. El cenagal siempre existi¨®. Que nos hayamos enterado ahora de la d¨¦cima parte de delitos que han enfangado colectivamente la cueva de Al¨ª Bab¨¢ es mosqueante. La denuncia igual ha partido del mismo sistema, porque conven¨ªa cambiar de disfraz, para perpetuarse despu¨¦s de convencer al encolerizado y menesteroso reba?o de que la justicia existe.
A la que no habr¨¢ forma de dejar de ver es a la se?ora Aguirre. Aseguran que es muy lista. Mi concepto de la listeza es diferente. Nunca lo he confundido con la desverg¨¹enza. En su partido, al parecer, est¨¢n muy contentos porque su entrevista con ?vole (y eso que se fug¨® de forma grotesca cuando oli¨® el peligro) arras¨® en la audiencia y en las redes sociales. Est¨¢ claro que Madrid se merece a esta pr¨®cer.
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