Un cuento de hadas sin letra

Un teatro de maravilla, magia y fantasmagor¨ªa. Marionetista e ilusionista, Philippe Genty ha dado varias vueltas al mundo con sus espect¨¢culos sin palabras, en los que los actores se entremezclan con maniqu¨ªes confeccionados a su imagen y semejanza y movidos de modo que resulta harto dif¨ªcil distinguir la carne doliente de la materia inerte. Genty juega al equ¨ªvoco con el p¨²blico, como Tadeuz Kantor en La clase muerta y Gis¨¨le Vienne en Showroomdummies, inspirados todos ellos por la teor¨ªa del int¨¦rprete supermarioneta de Gordon Craig y por la certidumbre, anotada por Heinrich von Kleist, de que los mu?ecos tienen dos cualidades que para s¨ª querr¨ªan los mejores comediantes: la ingravidez y la ausencia de afectaci¨®n.

En No me olvides, hombres escapados de alg¨²n cuadro de Magritte y mujeres surgidas de un sue?o de Delvaux (pero vestidas) bailan, caen a plomo, se yerguen autom¨¢ticamente; se volatilizan, abandonando su exoesqueleto en brazos de sus amantes; ensayan pantomimas chaplinescas con una silla de tijera, pierden sus extremidades y agitan unas inmensas alas de tul, emulando a Lo?e Fuller, la M¨¦li¨¨s de la danza. Genty habla siempre de lo mismo: del viaje de la vida, que transcurre en compa?¨ªa de semejantes que nos son del todo extra?os, y de la soledad con la que afrontamos los momentos cruciales. De ah¨ª que la ¨²nica relaci¨®n humana genuina que se entabla en el curso del espect¨¢culo sea entre una joven, el monito que tiene en brazos y mam¨¢ simio, que viene decidida a quitarle a la criatura pero que pronto se pone a despiojar amorosamente a la joven.

La m¨²sica de Ren¨¦ Aubry y la l¨ªnea clara con la que est¨¢n dibujados el paisanaje y el paisaje (un p¨¢ramo polar a la luz de las noches blancas) sit¨²an la funci¨®n en un universo on¨ªrico amable y digestivo, m¨¢s pr¨®ximo a los de Disney, Herg¨¦ y el Cirque du Soleil que a los mundos tortuosos de Starewitch, Svankmajer, Ilka Sch?nbein y compa?¨ªa. Los nueve int¨¦rpretes tejen los ensue?os de Genty con hilo de plata, lo cual no obsta para que en alg¨²n momento tanto prodigio pueda resultar reiterativo. Este No me olvides reeditado es muy diferente, ni mejor ni peor, del que el director franc¨¦s estren¨® 22 a?os atr¨¢s en el Espa?ol, dentro del Festival Internacional de Teatro de Madrid. ?l y Mary Underwood, su copiloto, lo han reescrito para tres actores y seis actrices de la escuela de teatro gestual de Verdal (Noruega), las cuales asumen parte de los papeles masculinos por sentido de la equidad, puesto que la proporci¨®n entre alumnas y alumnos de arte dram¨¢tico es de dos a uno en todo Occidente.

El que el t¨ªtulo figure en el texto del programa de mano de los Teatros del Canal tres veces en franc¨¦s, lengua de sus coproductores, con su traducci¨®n al ingl¨¦s pero no al espa?ol, es un indicador m¨¢s de lo enraizado que est¨¢ en ciertos ¨¢mbitos de la gesti¨®n cultural y de la pol¨ªtica el complejo de inferioridad frente a lo anglosaj¨®n.