Cuatro miradas de escritor sobre el arte contempor¨¢neo colombiano
La reflexi¨®n de Piedad Bonnett, Dar¨ªo Jaramillo Agudelo, Juan C¨¢rdenas y Mario Jursich
La pol¨ªtica por otros medios
Piedad Bonnett
Muchos de los artistas nacionales que est¨¢n en plena producci¨®n y que se valen hoy de muy distintos lenguajes est¨¢n a la altura de la tradici¨®n del arte en Colombia, que ha sido siempre vigorosa, y que ha contado con nombres significativos que, aunque no siempre se conocen en otras latitudes, bien podr¨ªan figurar en ¨¢mbitos internacionales. Como siempre, la diversidad es lo que impera, y ser¨ªa simplista encontrar caracter¨ªsticas comunes. Me gustar¨ªa, en cambio, se?alar la forma poderosa en que en las ¨²ltimas d¨¦cadas el arte colombiano ha logrado expresar la complejidad del conflicto armado, con todas sus aristas, su sordidez y crueldad tocando temas como el desarraigo, las desapariciones, el narcotr¨¢fico. El estremecimiento provocado en los a?os sesenta por Violencia, de Alejandro Obreg¨®n, lo retoman, con propuestas pl¨¢sticas a la vez osadas y sensibles, artistas como Miguel ?ngel Rojas, Doris Salcedo, ?scar Mu?oz, Clemencia Echeverri, Jos¨¦ Alejandro Restrepo y Juan Fernando Herr¨¢n, entre otros. No es f¨¢cil, cuando el arte se produce en medio de la crisis misma, en su inmediatez, lograr decir algo sustantivo sobre la violencia y el esp¨ªritu enrarecido que ella provoca en una sociedad. Tampoco es f¨¢cil eludir los peligros que amenazan esos temas desde el punto de vista puramente est¨¦tico. Sin embargo, muchos de nuestros artistas contempor¨¢neos han logrado representaciones simb¨®licas de una gran fuerza y capacidad de s¨ªntesis y sugerencia, que eluden lo panfletario o lo discursivo. Pero el arte en la Colombia de hoy se abre tambi¨¦n a otros registros, que son pol¨ªticos de otra manera. Es as¨ª como encontramos sutiles aproximaciones a mundos m¨¢s ¨ªntimos o a universos m¨¢s abstractos o m¨¢s l¨ªricos, como los de Johanna Calle, Luz ?ngela Lizarazo, Ang¨¦lica Zorrilla, Luis Rold¨¢n y Mateo L¨®pez, entre otros importantes nombres que permiten diagnosticar que en Colombia el arte goza de cabal salud.
Piedad Bonnett es poeta y narradora, autora de Lo que no tiene nombre (Alfaguara).
Un legado sin disc¨ªpulos
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo
As¨ª como para hablar de literatura colombiana de nuestro tiempo es necesario comenzar con Garc¨ªa M¨¢rquez, an¨¢logamente el artista colombiano universal es Fernando Botero. Ninguno de los dos tiene disc¨ªpulos y ah¨ª radica su primer legado, que cada artista debe buscar lo suyo.
El repertorio de artistas es amplio y los nombres que menciono no son los ¨²nicos. Colombia ha tenido una rica tradici¨®n de dibujantes, basta pensar en Luis Caballero, y hoy en d¨ªa hay algunos excepcionales: Jos¨¦ Antonio Su¨¢rez, Mateo L¨®pez y ?scar Mu?oz son nombres esenciales en esta t¨¦cnica.
Beatriz Gonz¨¢lez es, tal vez, la m¨¢s notable pintora colombiana actual. Tambi¨¦n Santiago C¨¢rdenas. Y a ellos, los mayores, se a?aden los nombres, entre otros, de Miguel ?ngel Rojas, Luis Fernando Pel¨¢ez, Carlos Salazar, Jaime Franco, Iv¨¢n Hurtado y Natalia Granada. Destaco, tambi¨¦n, al escultor Hugo Zapata y a los fot¨®grafos Jes¨²s Abad Colorado y Fernell Franco.
Aun cuando el arte contempor¨¢neo colombiano ha producido nombres tan esenciales como Doris Salcedo, en las ferias y salones de los ¨²ltimos a?os han predominado vertientes m¨¢s tradicionales ¡ªpintura, dibujo¡ª o la mezcla de ¨¦stas con t¨¦cnicas m¨¢s nuevas.
En lo conceptual (en realidad no s¨¦ c¨®mo denominar este agrupamiento que cambia de nombre cada cinco minutos: ?conceptual, contempor¨¢neo, de vanguardia, no tradicional?), adem¨¢s de la simpar Doris Salcedo, un buscador de arte colombiano puede indagar por Mar¨ªa Fernanda Cardozo, por Rafael G¨®mez Barrios, por Antonio Caro o por ?lvaro Barrios.
Por fuera del arte de museos y galer¨ªas, de alg¨²n modo validando y controvirtiendo el arte bajo techo, tiene cada vez m¨¢s presencia y calidad el arte callejero.
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo es poeta, autor de Diccionadario (Pre-Textos).
M¨¢s que ¡®boom¡¯, vuelta de tuerca
Juan C¨¢rdenas
He notado con preocupaci¨®n que, cuando se habla de la efervescencia que vive el arte colombiano, se recurre a una serie de etiquetas como la diversidad, la exuberancia o la originalidad. T¨®picos que pintan al arte colombiano como la cara bonita de un pa¨ªs pujante con aspiraciones modernas. Para nadie es un secreto que esta reciente promoci¨®n del arte nacional responde a una agenda econ¨®mica y geopol¨ªtica en la que incluso las manifestaciones m¨¢s corrosivas pueden aparecer, bajo la iluminaci¨®n adecuada, como emblemas de resiliencia y prosperidad. Esta concepci¨®n ornamental hace que resulte dif¨ªcil ver las razones profundas que explican el innegable vigor y la riqueza de la escena local. Y es que el arte contempor¨¢neo colombiano debe su merecida fama a un riguroso ejercicio de desmontaje de las im¨¢genes que componen nuestra tradici¨®n. En ese sentido, m¨¢s que de un boom, prefiero hablar de una vuelta de tuerca que, desde hace ya unas cuantas d¨¦cadas, ha permitido a los artistas releer esas im¨¢genes a trav¨¦s de la implementaci¨®n de lenguajes modernos (primero con el desarrollo local de la abstracci¨®n en los a?os cincuenta y luego con la introducci¨®n de las gram¨¢ticas del conceptualismo o el pop). En mi opini¨®n, el efecto m¨¢s notable de este ejercicio cr¨ªtico es que todas las fases que componen nuestro legado pl¨¢stico ¡ªdesde el arte colonial al moderno, desde los cuadros de costumbres a las im¨¢genes de la cultura popular¡ª pueden utilizarse hoy como pistas en la reconstrucci¨®n de un relato ideol¨®gico y de una cultura atravesada por una historia tr¨¢gica. La capacidad de interpelaci¨®n universal que tiene actualmente el arte colombiano, m¨¢s all¨¢ de la especulaci¨®n y la propaganda, obedece justamente a esa concepci¨®n dial¨¦ctica de la producci¨®n, tan evidente en artistas como Jos¨¦ Alejandro Restrepo o Carlos Castro.
Juan C¨¢rdenas es novelista, autor de Ornamento (Perif¨¦rica).
El retorno del dibujo
Mario Jursich
Si existe un acontecimiento inesperado en las artes pl¨¢sticas de Colombia, es la reaparici¨®n orgullosa y casi pendenciera de los dibujantes. Tras 20 a?os de dominio absoluto del conceptualismo, el performance, las instalaciones y la ¡°teor¨ªa cr¨ªtica¡±, en las galer¨ªas vuelven a verse artistas interesados no s¨®lo en reivindicar el trabajo manual y la habilidad t¨¦cnica, sino en recuperar g¨¦neros tan devaluados como la copia del natural o el retrato hiperrealista. La cuesti¨®n excede los tradicionales flujos y reflujos del arte. Desde la colonia, siempre hubo en Colombia artistas que hicieron del dibujo el ¨¢mbito fundamental de sus preocupaciones est¨¦ticas. No eran pintores, grabadores o escultores que utilizaran el dibujo como obra preparatoria, sino artistas que reconoc¨ªan en el dibujo la obra final. Ser¨ªa imposible ensayar aqu¨ª una lista, pero cabe mencionar unos cuantos hitos: los 106 estudios que se conservan del pintor colonial Gregorio V¨¢squez de Arce y Ceballos, las 6.617 l¨¢minas de la expedici¨®n bot¨¢nica, las incontables y portentosas sanguinas de Fernando Botero, los deslumbrantes dibujos homoer¨®ticos de Luis Caballero, los rigurosos estudios de los hermanos C¨¢rdenas o las obsesivas miniaturas de Jos¨¦ Antonio Su¨¢rez (que, por cierto, es una figura de referencia para todos los artistas j¨®venes de Colombia). Quienes han vuelto al dibujo ¡ªpienso en gente tan promisoria como Mateo L¨®pez o Mateo Rivano¡ª tienen esa tradici¨®n en sus cabezas, en particular lo que se hizo en los a?os setenta, un gran momento para las artes gr¨¢ficas en Colombia, pero tambi¨¦n todo lo que trajeron el c¨®mic y la novela porno. Si el arte conceptual era extremadamente puritano y pol¨ªtico ¡ªincluso cuando ondeaba la bandera de la reivindicaci¨®n¡ª, los nuevos dibujantes son claramente sensualistas. Ojal¨¢ pueda verse algo de esa turbulencia en Madrid.
Mario Jursich es poeta y director de la revista El Malpensante.
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