Arte
Me cuentan que el heterodoxo creador cubano Wilfredo Prieto no solo encontr¨® el arte del agua, sino que vendi¨® el a?o pasado un m¨®vil precintado a un mango por 15.000 euros
Aseguran los sabios que el arte alimenta el alma de la gente, aunque imagino que el esp¨ªritu aprecia mucho m¨¢s ese suplemento alimenticio cuando el est¨®mago esta saciado con pan duro o con caviar. Y, por supuesto, esa ancestral e inagotable fuente de belleza, ese alivio de nuestras penas cotidianas, esa sublime expresi¨®n de los sentimientos, no tiene precio, ya que su valor es incalculable. Y ser¨ªa vano plantearse en qu¨¦ consiste el arte. Al gusto de cada consumidor, sospecho. Por ejemplo: ?cu¨¢nto vale un vaso de agua medio lleno, expuesto en Arco? Me informa Ferran Bono en un art¨ªculo de su precio, suena a ganga, solo 20.000 euros. ?Y qui¨¦n se atrever¨ªa a afirmar que el agua, ese bien sin el cual no podr¨ªa subsistir nada ni nadie en la Tierra, no se transforma en arte al depositarla en un vaso? Me cuentan que el heterodoxo creador cubano Wilfredo Prieto no solo encontr¨® el arte del agua, sino que vendi¨® el a?o pasado un m¨®vil precintado a un mango por 15.000 euros.
Tambi¨¦n ha expuesto con notable ¨¦xito un pedazo de sand¨ªa y cuatro c¨¢scaras de pl¨¢tano. Vale, son ideas, pero abarrotadas de arte. Como las latas de tomate Campbell que inmortaliz¨® el listo hipermoderno de Andy Warhol. Entiendes que el precio de Las meninas, o La ronda nocturna, sea un poco m¨¢s alto. Por ahora. Pero, como dec¨ªa mi santa madre, tiempo al tiempo.
Existe un arte que fue concebido hace milenios y que contin¨²a dejando con la boca abierta a los viajeros , e incluso a los despreciables turistas como yo. En lugares cercanos o remotos, en civilizaciones de las que sabemos poco, pero que certifican que la creatividad y la hermosura conocieron la plenitud desde que el Esp¨ªritu Santo o la materia parieron al ser humano. Son nuestro mejor patrimonio. Casi todo el resto es barbarie.
Los b¨¢rbaros, ataviados con uniformes napole¨®nicos, distra¨ªan su ocio en El Cairo, agujereando a tiros la nariz de la Esfinge. E imagino que no se cargaron las pir¨¢mides porque era demasiado fatigoso. La culpa fue de su aburrimiento. A los martillos de las bestias de Mosul destrozando esculturas milenarias les gu¨ªa la fe. Fe para degollar a los prisioneros delante de la c¨¢mara. Fe para ensa?arse con el arte antiguo. ?Qu¨¦ le habr¨¢ hecho este a los putos dioses?
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