Un psicoanalista para Lorca y Dal¨ª
?ngel Garma fue compa?ero del poeta y del pintor en la Residencia de Estudiantes, y juntos exploraron a Freud
Esta es una historia de luminosos ¨Cy tr¨¢gicos- encadenamientos. Para resumir: un joven alumno de psiquiatr¨ªa en la Espa?a de los a?os veinte queda impactado de por vida tras su paso por la Residencia de Estudiantes. El asombro se debe, muy probablemente, al proselitismo de dos compa?eros: un fanatizado Salvador Dal¨ª en torno a la figura de Freud y un Federico Garc¨ªa Lorca subyugado por la teor¨ªa de los sue?os. Intenta convertirse en pionero ¨Csin ¨¦xito- del psicoan¨¢lisis en Espa?a y acaba fundando, nada m¨¢s y nada menos, que el inicio de las terapias con dicho m¨¦todo en Argentina.
Se llamaba ?ngel Garma y era de Bilbao. All¨ª vino al mundo en 1904. Recal¨® en Madrid, Berl¨ªn, Par¨ªs y Buenos Aires, pero quiso, al morir en 1993, que sus cenizas fueran esparcidas por la r¨ªa vizca¨ªna. Hab¨ªa nacido en un amplio piso del floreciente ensanche, lo que hoy es la Gran V¨ªa, y en su tierna infancia sufri¨® un trauma que probablemente le abr¨ªa las puertas de sus angustias: su padre se suicid¨®, atenci¨®n, de dos tiros. Siete meses despu¨¦s, su madre contra¨ªa matrimonio con su cu?ado. Extra?o, cuando menos.
Fue alumno de Ram¨®n y Cajal y comparti¨® clases con Severo Ochoa
A?os despu¨¦s se top¨® con una revelaci¨®n que habr¨ªa de cambiar su vida y la de otros tantos ilustres nombres que lo rodeaban. Se formaba en el entorno de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y fue alumno de Santiago Ram¨®n y Cajal. Entr¨® en la Residencia de Estudiantes en plena ¨¦poca de esplendor. Con Bu?uel, Lorca, Dal¨ª de vecinos y un Severo Ochoa incub¨¢ndose en el mundo de la ciencia, con quien compart¨ªa horas en el laboratorio que ten¨ªan en los s¨®tanos.
En mitad de aquel ambiente hambriento de saberes, lib¨¦rrimo, donde nadie evitaba la histeria de su propia curiosidad, cay¨® como una bomba la publicaci¨®n de las Obras completas de Sigmund Freud. El propio creador del psicoan¨¢lisis parec¨ªa fascinado ante el acontecimiento. ¡°?Antes que en Francia!¡±, exclam¨® cuando se enter¨® de la noticia sobre la divulgaci¨®n de su trabajo, comenta el hispanista Ian Gibson. La Espa?a preguerracivilista era as¨ª: un lujo de inquietudes conectadas con la modernidad que luego fueron aniquiladas por el odio.
Lorca y ¨¦l forjaron gran amistad e interpretaban juntos los sue?os
Los libros, prologados por Ortega y Gasset, aparecieron en Biblioteca Nueva. Corr¨ªan por las habitaciones de la Residencia, recuerda Jos¨¦ Moreno Villa en sus memorias. ¡°Para ellos fue una revelaci¨®n cuasi religiosa¡±, apunta Gibson, bi¨®grafo a tres bandas de la delantera que formaban entonces el poeta, el pintor y el cineasta.
Se pasaban como si se tratara de droga dura la Psicopatolog¨ªa de la vida cotidiana, el ensayo sobre sexualidad infantil, La interpretaci¨®n de los sue?os, Totem y tab¨²¡ Se auto analizaban en terapias de noches sin fin. Lorca y Garma entre ellos. Forjaron gran amistad, se profesaban aprecio mutuo de carisma a dos velocidades, coqueteos con el surrealismo, temporadas de esqu¨ª primitivo por Sierra Nevada en escapadas a Granada y afici¨®n a espantar fantasmas.
Breve biograf¨ªa
Naci¨® en Bilbao en 1904.
Siendo ni?o, su padre se suicid¨® de dos tiros; poco despu¨¦s su madre se cas¨® con su cu?ado.
Coincidi¨® con Bu?uel, Garc¨ªa Lorca, Salvador Dal¨ª y Pep¨ªn Bello en la Residencia de Estudiantes antes de la guerra civil espa?ola.
Viaj¨® a Berl¨ªn y conoci¨® a Freud en persona.
Los c¨ªrculos psiqui¨¢tricos espa?oles rechazaron sus teor¨ªas del psicoan¨¢lisis.
Pichon-Rivi¨¨re, Arnaldo Raskovsky y ¨¦l pusieron en marcha la terapia freudiana en Argentina.
Muri¨® en 1993 en Bilbao.
Los sue?os, los sue?os siempre. Comentados y escudri?ados sin miedo al claroscuro de sus almas desnudas mientras les rodeaba el hielo. Es algo que ahora puede contemplarse en El p¨²blico, la obra de Lorca transfigurada en ¨®pera y en cartel estos d¨ªas en el Teatro Real. Su pieza teatral m¨¢s auto terap¨¦utica. ¡°Pr¨¢cticamente me encontraba todos los d¨ªas con ellos, com¨ªa y conversaba. Fue una convivencia que me brind¨® ideas muy interesantes que luego me sirvieron mucho¡±, le coment¨® Garma a su bi¨®grafo I?aki Markez. ¡°A Lorca lo apreciaba mucho y a Dal¨ª, contrariamente, lo despreciaba, yo creo que mucho m¨¢s¡±, afirma el autor de El bilba¨ªno ?ngel Garma. Fundador del psicoan¨¢lisis en argentino, publicado por la BBK, con pr¨®logo de Jos¨¦ Guim¨®n.
Del primero, que padec¨ªa seg¨²n sus propias palabras, ¡°de lo que los psicoanalistas llamar¨ªan complejo agrario¡±, el terapeuta coment¨®: ¡°Era encantador, simp¨¢tico, brillante y algo neur¨®tico, tambi¨¦n. Pod¨ªa ser muy cruel con quienes le quer¨ªan. Pero amo mucho y tambi¨¦n sufri¨® por amor¡±.
Garma lo supo de buena tinta. Porque despu¨¦s de sus escarceos estudiantiles con terapias de prueba en las que se pudo divertir junto a Lorca, Dal¨ª o Pep¨ªn Bello, viaj¨® a Berl¨ªn, trab¨® relaciones entre el entorno del psicoan¨¢lisis y recibi¨® la bendici¨®n de Freud para ser pionero de sus t¨¦cnicas en Espa?a. ¡°Mis mejores deseos para que tenga ¨¦xito en su patria¡±, le escribi¨® el gur¨². Lo prob¨® pero r¨¢pidamente sinti¨® el rechazo de los c¨ªrculos psiqui¨¢tricos. Aun as¨ª, recuerda que su primer paciente al volver de Alemania, cerrando el c¨ªrculo lorquiano, ¡°fue un joven que hab¨ªa sufrido el rechazo del poeta¡±.
Nunca revel¨® su identidad. Pero le aport¨® grandes pistas sobre sus conexiones psicosom¨¢ticas: ¡°Estaba muy enamorado de Garc¨ªa Lorca, sin que ¨¦ste le hiciese el menor caso, provoc¨¢ndole envidias por sus relaciones con otros muchachos j¨®venes. Cuando esta situaci¨®n empeor¨®, pues el paciente tuvo que alejarse de su madre por haber conseguido una beca de estudios en el exterior, comenz¨® a padecer intensos conflictos ps¨ªquicos y una ¨²lcera duodenal¡±.
Si todo eso no fuera suficiente para justificar una vida, queda la gloria. Una gloria en la que, como en casi todas, influye el azar. Es a un bilba¨ªno a quien en gran parte se deben todos los chistes sobre psicoanalistas argentinos que se les ocurran. O mejor dicho, una parte crucial de su propia identidad. Arnoldo Liberman, terapeuta entregado a la m¨²sica y a la poes¨ªa, entre cuyos pacientes estuvo tres a?os Rafael Alberti, lo afirma rotundamente: ¡°Garma fue, junto a Arnaldo Raskovsky, el fundador del psicoan¨¢lisis en Argentina¡±. Junto a ¨¦l y a otros como Pichon-Rivi¨¨re, formaron la Asociaci¨®n de Psicoan¨¢lisis en dicho pa¨ªs hacia 1942. Esta se convirti¨® con el tiempo en una de las m¨¢s importantes del mundo, asegura Bertrand Gambier, director de la revista ¡®Intramuros¡¯ y gran seguidor de Garma.
Al vasco le asist¨ªa adem¨¢s la autoridad de su formaci¨®n alemana junto a algunos de los padres del m¨¦todo como Max Eitingon o Theodor Reik. R¨¢pidamente se dieron cuenta de que el campo de acci¨®n multiplicaba su influencia en un pa¨ªs con una clase media ascendente, desprejuiciada y en una gran ciudad, con seis millones de habitantes entonces.
All¨ª desembarc¨® en 1938. Contaba con lazos familiares. Asent¨® y ampli¨® su influencia con una vasta obra. Los j¨®venes se peleaban por estudiar junto a ¨¦l la teor¨ªa de los sue?os y sus avances en enfermedades psicosom¨¢ticas. El Parkinson fue diezmando sus fortalezas, pero no por ello renunci¨® a recibir homenajes por todo el mundo. Ateo, anticlerical, lealmente republicano y al¨¦rgico al oscurantismo que entre otras cosas impidi¨® que cuajara su pr¨¦dica del psicoan¨¢lisis en Espa?a, al regresar a Bilbao, quiso que le llevaran a la parroquia de San Vicente a Abando y all¨ª tocar su pila bautismal¡ ?Angustias no resueltas de la psique?
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