Tricicle, el arte de contar con mimo
El grupo catal¨¢n cumple 35 a?os y lo celebra con su espect¨¢culo ¡®Bits¡¯ en Madrid
Entre los poemas visuales de Joan Brossa y el ¡®Un, dos, tres responda otra vez¡¯ de Chicho Ib¨¢?ez Serrador, existe un largo camino de apariencia ant¨ªpoda cuyo v¨¦rtice puede traducirse en una palabra: Tricicle. Existe una explicaci¨®n. ¡°Nos hab¨ªamos apuntado al festival de Sitges y all¨ª, apartados en una carpa, no nos iba a ver ni Dios¡±. Hasta que un d¨ªa apareci¨® por all¨ª Brossa con otros intelectuales: ¡°Se fij¨® en nosotros, le entusiasm¨® y acabaron d¨¢ndonos un acc¨¦sit¡±, comenta Carles Sans, con la ayuda de Paco Mir y Joan Gr¨¤cia. Fue hace casi 35 a?os, los mismos que llevan campando por ah¨ª ¨Cahora, durante dos meses en Madrid, en el Compac Gran V¨ªa, con su espect¨¢culo ¡®Bits¡¯- sin emitir un vocablo m¨¢s all¨¢ de sonidos guturales por todo el mundo.
Entonces, a finales de los setenta, cuando hab¨ªa que pasar la gorra o contentarse con 1.000 pesetas por barba cada noche, exploraban el teatro m¨ªmico pero no mayoritario, sino alternativo. Callejero en sus or¨ªgenes, en fiestas mayores, plazas de pueblo o destinado a peque?as tribus de minor¨ªas. Hasta que llam¨® a su puerta Chicho Ib¨¢?ez y les invit¨® a presentarse con lo que quisieran en el programa que entonces ve¨ªa todo el pa¨ªs.
En esta ¨¦poca, las redes sociales desvelan todo en el momento y han da?ado bastante el efecto sorpresa¡±
No sabe uno lo que queda en la memoria de quienes los conocieron en los circuitos off o mientras se empezaba a hablar de ellos en teatros como el Villarroel, de Barcelona. Pero lo que resulta claro es que aquella aproximaci¨®n gestual a Julio Iglesias al ritmo de ¡®Soy un truh¨¢n, soy un se?or¡¯, se fij¨® en la memoria de los 22 millones de espa?oles que cada viernes se pegaban al programa concurso.
Aquello fue su salto a la fama instant¨¢neo y la introducci¨®n masiva a un mundo de sugerencia dibujada con mueca, de humor con colores amables de matem¨¢tico trazo en varias dimensiones. La marca Tricicle: tan inclasificable, tan espont¨¢neamente portadora de felicidad, absurdo del que re¨ªrse y espejo cotidiano. Hasta hoy ha durado llenando teatros a base de una ristra de espect¨¢culos como ¡®Manicomic¡¯, ¡®Slastic¡¯, ¡®Exit¡¯, ¡®Terrrific¡¯, ¡®Entretres¡¯, ¡®Sit¡¯, ¡®Garrick¡¯ o ahora ¡®Bits¡¯.
Y eso es m¨¦rito de un respeto a tres bandas: ¡°Complicado porque en nuestro c¨®digo hay reglas irrompibles: no podemos emitir palabras, la tensi¨®n debe llevar a una risa constante, como una m¨²sica que no se rompa y no hacemos nunca algo con lo que uno de nosotros no se encuentre a gusto¡±, comenta Gr¨¤cia. ¡°Lo solucionamos a base de largas discusiones creativas, pero a medida que pasan los a?os, tenemos menos paciencia. La gente se cree que debe ser muy divertido vernos ensayar, pero es un co?azo, la verdad¡±.
Las ideas parten de situaciones callejeras, complicidades de amigos: ¡°De ese codazo que te das cuando algo te hace gracia, por ejemplo¡±, comenta Carles Sans. A veces empiezan dibuj¨¢ndolo, desvela Paco Mir. Cada vez cuesta m¨¢s encajar ritmos, golpes de efecto, el explosivo relato de los gags, en definitiva. ¡°En esta ¨¦poca, las redes sociales desvelan todo en el momento y han da?ado bastante el efecto sorpresa¡±, aseguran. ¡°Pero cada vez observamos, pese a ello, una especie de fuerte voluntad interior en nuestros espectadores abierta a re¨ªr¡±.
S¨ª, hay mucho de la ¡®Pantera Rosa¡¯ en nosotros¡±, asegura Paco Mir.
De Brossa volvieron a saber m¨¢s adelante. ¡°En ¡®Exit¡¯ quisimos hacer un sketch sobre el fregolismo, un arte que tiene que ver con la actuaci¨®n a toda velocidad. Sab¨ªamos que a ¨¦l le entusiasmaba y fuimos a visitarlo. Recuerdo que entramos en su casa y pis¨¢bamos sobre una monta?a de papeles. Nos dijo: creo que tengo algo por aqu¨ª. Y de un rinc¨®n agarr¨® un saco de carpetas. Viv¨ªa en mitad de un desorden perfectamente controlado dentro de su propio caos¡±, recuerda Mir.
Tambi¨¦n se acuerda del gesto cambiado de algunos de sus admiradores primeros desde que aparecieron en pantalla: ¡°?Sabes qu¨¦? Eran algunos de aquellos que dec¨ªan no ver la tele, pero que casualmente, deb¨ªan pasar por el sal¨®n el d¨ªa que salimos¡±.
El p¨²blico se masific¨®, las fronteras se abrieron. Empezaron a triunfar en Italia, en Francia, por toda Europa¡ Supieron sacar partido a un lenguaje universal del cuento sin palabras y la acci¨®n sin exclamaciones. Su idioma: el cuerpo, la cara, una rica escuela que ha bebido de Marcel Marceau ¨C¡°nos lo met¨ªan en vena en clase¡±, afirman- pero tambi¨¦n de Chaplin, de Buster Keaton, Lubitsch, Billy Wilder, Cary Grant, confiesan, o, los dibujos animados: ¡°S¨ª, hay mucho de la ¡®Pantera Rosa¡¯ en nosotros¡±, asegura Mir.
Referencias, curiosidades que les iban construyendo sin darse cuenta como actores encomendados al gesto y el alfabeto de sus articulaciones en pleno movimiento. No hab¨ªan pensado ser c¨®micos: ¡°Yo estudiaba derecho¡±, afirma Sans, ¡°Joan se dedicaba a la banca y Paco se hab¨ªa metido en Bellas Artes¡±.
Con el tiempo construyeron un estilo propio, tan especial, tan complejo en su directa sencillez, que apenas ha creado escuela m¨¢s all¨¢ de la que identifican en los madrile?os del grupo Yllana. Son due?os de un campo que desarrollan con maestr¨ªa y sin apenas herederos: ¡°M¨¢s ahora, cuando en el humor se ha implantado y domina el mon¨®logo¡¡±.
En eso y en lo dem¨¢s, Tricicle sigue sin tener nada que decir, pero todo que contar con mucho mimo.
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