Le Cl¨¦zio: ¡°La cultura es una forma el¨ªptica de la mente¡±
El Nobel de Literatura 2008 lamenta c¨®mo Europa se ha cerrado a otros mundos, defiende la riqueza de su nomadismo y proclama una cultura en movimiento y sin clasificaciones
He aqu¨ª un hombre capaz de crear libros sencillos cargados de verdades complejas. Con una piedad infinita hacia el lector, sin costuras ni altibajos a la vista, su escritura convierte las grandes complicaciones de la vida en una especie de vacaciones pl¨¢cidas. El amor y el dolor, el sentido de peque?ez ante todo lo que ocurre a su alrededor, las grietas de la guerra, las fracturas abiertas entre pa¨ªses, familias y etapas fluyen suavemente en la prosa de un autor que creci¨® en Europa y ?frica, que ha vivido en casi todas partes y que lo ha hecho a la vez perplejo, a la vez esponja, como un n¨®mada irredento en un mundo en cambio.
Nacido en Niza en 1940, hijo de ingl¨¦s y francesa originarios de isla Mauricio, Jean-Marie Gustave Le Cl¨¦zio ha envuelto en literatura su propia migraci¨®n, su convivencia serena con todas las culturas y la comprensi¨®n de un mundo que no por viajar m¨¢s se entiende hoy mejor que ayer. Occidente, dice, se ha cerrado. Y eso nos ha hecho peores. En 2008 gan¨® el Nobel de Literatura.
PREGUNTA.??En qu¨¦ le ha cambiado el premio?
RESPUESTA.?En que ahora puedo alojarme en este hotel en lugar de en las afueras.
R¨ªe y se?ala con ambos brazos a su alrededor. La entrevista se celebra en el exuberante hotel Santa Clara, que es al Hay Festival de Cartagena lo que el Rick¡¯s a Casablanca: el centro de todo, el lugar donde suceden las cosas, el escenario de secretos y debates entre decenas de escritores y editores invitados a este lugar de Colombia donde las palmeras y tucanes son testigos. Le Cl¨¦zio habla perfectamente espa?ol.
P.?Usted es un escritor n¨®mada que recorri¨® el mundo cuando eso significaba llegar a lugares aislados. Hoy todos viajamos, el mundo est¨¢ globalizado y la migraci¨®n es masiva. ?Nos ha hecho esto mejores?
R.?En esa ¨¦poca viajar era rom¨¢ntico. Para llegar a ?frica hac¨ªa falta un mes y medio de barco, y ahora en un par de horas lo puedes conseguir. Antes estos lugares ten¨ªan una especie de secreto que acompa?aba el viaje al tardarse tanto, al estar tan lejos, que se ha perdido. Hab¨ªa que prepararse para viajar. En todos los sentidos. Antes de ir a ?frica mi mam¨¢ nos compr¨® unos sombreros coloniales de paja por el riesgo de insolaci¨®n. Los buscamos en la vieja ciudad de Niza y recuerdo que un amigo de la escuela se puso celoso y quiso uno para ¨¦l. Todo era misterioso, era una aventura, hab¨ªa una preparaci¨®n para llegar a otra parte del mundo. Y ahora se hace muy r¨¢pido, sin preparaci¨®n. Hoy uno va con su vaquero, su camisa ?y ya! No s¨¦ si es mejor ahora o no, pero la parte rom¨¢ntica ya no existe. A veces llegamos sin preparaci¨®n mental. Y eso incluye que no estamos preparados para encontrar lo ajeno, lo que es misterioso en el otro, lo que est¨¢ cargado de secretos, de misticismo o de imaginaci¨®n. Llegamos con nuestros prejuicios, con nuestra seguridad de pertenecer al mundo dominante, y desde este punto de vista el colonialismo es peor ahora que antes.
P.??Y ese viaje constante no ha hecho al mundo, al menos, algo mejor?
R.?S¨ª, el mundo es mejor porque se entera mejor de lo que existe, pero la manera de viajar no es mejor ahora, es peor porque desde Europa o Am¨¦rica llegamos con una especie de sentido de superioridad que nos hace peores, y no estamos en casa en otros pa¨ªses, no sabemos que la gente a veces no nos quiere.
P.?Pero a la vez hay dos direcciones. Nosotros vamos y nos ven as¨ª y ellos vienen y se integran. M¨¢s o menos.
R.?El ¡°m¨¢s¡± o el ¡°menos¡± es lo que hace la diferencia. Pero eso siempre existi¨®, porque en el tiempo de las colonias, que yo he vivido hasta los 18 a?os, cuando uno iba a Inglaterra desde Francia el barco estaba lleno de nigerianos o de senegaleses que llegaban a Europa para trabajar. Iban con su ropa africana, se acomodaban en los puentes, al viento y la lluvia, completamente desesperados por el fr¨ªo que padec¨ªan. En aquella ¨¦poca hab¨ªa mucha gente que llegaba de ?frica, creo que m¨¢s que ahora, m¨¢s trabajadores que llegaban de las colonias inglesas a Inglaterra o francesas a Francia. As¨ª que la migraci¨®n de las poblaciones no es una novedad.
P.??Estamos m¨¢s cerrados ahora?
R.?S¨ª, porque es una cuesti¨®n econ¨®mica y tambi¨¦n mental. La econ¨®mica es que no hay trabajo y la mental es que tenemos miedo de que estas poblaciones nos roben el trabajo, nos roben nuestras ideas, nuestras mujeres. Hay una especie de desconfianza entre el mundo que se supone hambriento y el mundo que est¨¢ satisfecho.
P.?La violencia siempre est¨¢ en sus libros, est¨¢ en Revoluciones, en El africano, es uno de los motores de su literatura. ?Hemos aprendido algo para esquivarla?
No tengo nostalgia de lo que pas¨¦ en ?frica, sino el orgullo de haber vivido esos momentos, y eso me da una especie de fuerza"
R.?Es una violencia que no tiene realmente motivos, una consecuencia de entender mal al otro, de estar completamente ajeno al otro, cerrado a ¨¦l. Y esta posici¨®n de cerraz¨®n no tiene nada de l¨®gica, y como no es l¨®gica es dif¨ªcil de entender. Es un fen¨®meno que est¨¢ ocurriendo y que no tiene explicaci¨®n, y como no tiene explicaci¨®n no tiene remedio tampoco o el remedio estar¨ªa en contra de nosotros, de cada persona. Tenemos que mejorar nuestra mirada hacia el otro, aceptarle. Por suerte yo pertenezco a una familia que viene de una antigua colonia, isla Mauricio, que fue holandesa, luego francesa, luego inglesa, ahora es un pa¨ªs independiente y pertenecer a este microcosmos me da una mejor percepci¨®n de los fallos de nuestras relaciones con el otro mundo. Pero no estoy seguro de que haya una soluci¨®n porque no se pueden abrir las fronteras completamente, ser¨ªa una utop¨ªa, las fronteras deben mantenerse cerradas como filtros que dejen pasar a lo mejor del otro mundo, el provecho, pero no la totalidad.
P.?Habla del otro mundo y de nuestro mundo, pero ahora mismo tenemos yihadistas franceses que atentan contra franceses o espa?oles que se hacen yihadistas. El odio y la violencia est¨¢n aqu¨ª. ?Por qu¨¦?
R.?Manuel Valls lo dijo muy bien: hay un apartheid en Francia, se ha generado una poblaci¨®n en los alrededores de las grandes ciudades como Lyon, Par¨ªs o Marsella que es completamente ajena a los temas de Francia porque viven en barrios aislados, donde el desempleo llega al 60% de la poblaci¨®n juvenil y hay una educaci¨®n de urgencia, muy mala. Yo soy de la primera generaci¨®n de inmigrados que s¨ª naci¨® en Francia, pero no padec¨ª los mismos problemas que los j¨®venes argelinos, marroqu¨ªes o senegaleses que nacieron en Francia. Ellos nacieron en un pa¨ªs que los discrimina, la polic¨ªa arresta a esa gente porque tiene la piel m¨¢s oscura o porque hablan de otra manera. Es una especie de enfermedad que se desarroll¨® en Francia, pero tambi¨¦n en Alemania.
P.?Usted eligi¨® irse de Francia, siguiendo tal vez el modelo de su padre, que no quiso trabajar en un hospital normal de Inglaterra y eligi¨® ?frica. ?Por qu¨¦?
R.?Mi pap¨¢ ten¨ªa que pagar sus estudios al Gobierno brit¨¢nico y deb¨ªa escoger entre un hospital en un lugar fr¨ªo de Inglaterra o vivir una aventura. Y escogi¨® la aventura: le mandaron primero a Guyana brit¨¢nica, luego ?frica, en Nigeria. Para m¨ª no fue la misma oportunidad. Yo nac¨ª en Francia, estudi¨¦ en Francia, soy totalmente franc¨¦s por la formaci¨®n, por la educaci¨®n, por el gusto que tengo por la literatura francesa, la filosof¨ªa, me siento completamente franc¨¦s con una variable, y es que mi familia es de isla Mauricio. Y esta variable no era tan importante a los 20 a?os, pero poco a poco me sent¨ª m¨¢s familiar con la familia de isla Mauricio que con la que se hab¨ªa quedado en Francia. Y pas¨® lo mismo, estudi¨¦ literatura francesa y al salir de la universidad me mandaron con el servicio militar a Tailandia, ense?¨¦ all¨ª un a?o, luego a M¨¦xico. Por suerte. M¨¦xico me encant¨® porque la gente es humilde, no tiene los mismos recursos que los europeos pero tiene m¨¢s generosidad, las relaciones son mucho m¨¢s f¨¢ciles y me qued¨¦ varios a?os, hice buenos amigos y me invitaron a formar parte de la experiencia de montar un colegio universitario en Michoac¨¢n. Es decir, me qued¨¦ fuera de Francia m¨¢s por oportunidades y por af¨¢n, por gusto, y no por cr¨ªtica a Francia. No es un rechazo a la vida francesa, sino que fui atra¨ªdo por otra manera de vivir.
P.?Padres europeos procedentes de isla Mauricio, abuela francesa, ?usted ha sentido el desarraigo? ?Ha sido eso un alimento de su literatura?
R.?No he reflexionado sobre esto porque escribo en franc¨¦s y me considero un escritor franc¨¦s, utilizo una lengua muy cl¨¢sica, no mezclo con otros idiomas, me gusta escribir en este idioma y alimentarme de la literatura francesa o traducida al franc¨¦s, pero, en cierta manera, esta atracci¨®n hacia un mundo diferente cambi¨® mi manera de escribir. Soy consciente de lo que no me relaciona con la literatura francesa t¨ªpica, yo soy un poco at¨ªpico, pero no me siento ex¨®tico como me han dicho, porque para m¨ª isla Mauricio no es ex¨®tico, ni M¨¦xico es ex¨®tico, y tuve la suerte de encontrar una mujer nacida en el S¨¢hara espa?ol y esa dimensi¨®n tambi¨¦n entr¨® en mi vida. Yo estoy entre lo t¨ªpico y lo ex¨®tico. Pero no siento desarraigo, en absoluto. La familia de mi pap¨¢ y mi mam¨¢ est¨¢n en isla Mauricio, mis primas, mis primos. En isla Mauricio hay 100 personas que son primos m¨ªos, personas con mi apellido. En Francia hay muy poca gente con este apellido, pero en isla Mauricio un ch¨®fer de taxi cualquiera se llama Le Cl¨¦zio, as¨ª que no me siento desterrado.
P.?En sus libros se ven algunos factores como motor de su escritura. Se ve la necesidad de la memoria, de comprender el pasado, se ve el dolor de la p¨¦rdida, el amigo o el amor que no volver¨¢ a ver. ?Qu¨¦ papel han jugado estos factores como motor de su literatura? La memoria, la p¨¦rdida, la necesidad de comprender.
R.?Normalmente hay muchos motores, todos los que mencion¨®. Pero hay un motor que no tengo para nada y es la nostalgia. No me siento nost¨¢lgico de nada porque tengo mucha confianza en el futuro, soy un optimista hasta excesivo, tengo mucha confianza en el porvenir, y especialmente en las nuevas generaciones, tal vez por la experiencia de la guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial trataron de invitar a un joven alem¨¢n a un liceo de Niza. Se qued¨® una semana y huy¨® porque todos los dem¨¢s alumnos le odiaban. Y ahora todos los j¨®venes franceses van a Alemania sin problemas, en una generaci¨®n se acab¨® este prejuicio. Todos los conflictos del mundo pueden ser considerados desde este punto de vista. Entre ¨¢rabes e israel¨ªes, si hay una reconciliaci¨®n y existe el Estado palestino y la comunidad internacional les da un medio para sobrevivir, en una generaci¨®n se habr¨¢ olvidado todo porque la memoria no pasa entre generaciones. Es algo triste pero tambi¨¦n positivo.
P.??Tiene hijos?
R.?Tres hijas. Las tres est¨¢n en Francia, una en el sur y las otras dos en Par¨ªs.
?frica tiene una riqueza vital. Europa no es pobre, pero ha seguido un camino estrecho, de desconfianza y prejuicios, reseco¡±
P.??Han roto entonces la tradici¨®n? ?No han heredado esa vida n¨®mada?
R.?A ellas no les gusta tanto viajar porque, como dec¨ªamos antes, el viaje ya no es rom¨¢ntico, puede ser un viaje de vacaciones, pero no tiene nada de aventura o al menos no es la misma aventura que cuando yo ten¨ªa 20 a?os.
P.?Dice que no tiene nostalgia. En El africano, sin embargo, s¨ª se percibe nostalgia de ese ni?o que pod¨ªa andar descalzo y correr sin control, cuyos padres no sab¨ªan d¨®nde se met¨ªa y que tal vez estaba cazando termitas. ?Ese ni?o ha podido cumplir su sue?o? ?Le Cl¨¦zio ha logrado un mundo en el que puede correr descalzo y ser libre?
R.?Ese mundo ya no existe, ahora todos los ni?os tienen zapatos (r¨ªe). Pero no es nostalgia de esta ¨¦poca sino el sentimiento de haber vivido un momento excepcional, milagroso, un momento cuando los ni?os blancos que ven¨ªan de Europa pod¨ªan estar a gusto y en t¨¦rminos de igualdad con otros ni?os africanos sin prejuicios, sin agresi¨®n, con una especie de complicidad cotidiana en los juegos, en la manera de vivir, en la libertad. Yo no siento nostalgia, sino el orgullo, la felicidad de haber vivido esos momentos, y me da confianza, me da una especie de fuerza. Los europeos que llegaron a ?frica a finales de los cuarenta o en los cincuenta eran pobres y ven¨ªan de pa¨ªses donde la gente se mor¨ªa de hambre, porque despu¨¦s de la guerra no hab¨ªa alimentos en Francia, en Italia o en partes de Alemania. Los ni?os que llegaban entonces a ?frica ve¨ªan su riqueza, la riqueza visual, la fruta, los colores, la belleza del mundo material, y es dif¨ªcil ahora aceptar que sea al rev¨¦s: que Europa es el lugar donde la gente goza de exceso de alimentos, y ?frica, lo contrario. Eso es una mentira. Todav¨ªa ?frica y muchas partes del mundo que ahora son menospreciadas han conservado una riqueza que no es necesariamente material, pero s¨ª vital, de la vida. En comparaci¨®n, Europa no es pobre, pero ha seguido un camino estrecho, de desconfianza y de prejuicios, reseco.
P.?Hay un momento en que el protagonista de Revoluciones observa la violencia de Argelia y se refugia en la filosof¨ªa, la poes¨ªa. ?Qu¨¦ lugar estamos dando a la filosof¨ªa y la poes¨ªa hoy? ?Estamos logrando darle un lugar en este mundo convulsionado?
R.?Ser¨ªa muy bueno que le di¨¦ramos importancia a la filosof¨ªa, a la poes¨ªa y a la cultura en general. Lo ¨²nico que debemos preguntarnos es: ?qu¨¦ cultura? Porque en Europa hay una cultura oficial, la cultura nacional, un nacionalismo en la cultura, pero creo que la cultura es algo m¨¢s amplio que sobrepasa las fronteras. La oportunidad que tenemos ahora es la facilidad con que las ideas y los movimientos de pensamiento atraviesan las fronteras. La gente no, pero las ideas s¨ª. Y si las ideas pasan podemos tener la ilusi¨®n de que un d¨ªa las personas tambi¨¦n puedan pasar.
P.??Y usted hacia qu¨¦ cultura est¨¢ mirando? ?Qu¨¦ lee? ?Ad¨®nde nos aconseja mirar?
R.?No hay nada que pueda ser definido como cultura occidental, oriental, africana o latinoamericana, estas son ilusiones. La cultura no es un ectoplasma, pero s¨ª una figura que est¨¢ movi¨¦ndose todo el tiempo, transform¨¢ndose, es una forma el¨ªptica de la mente. Nunca es acabada, nunca es cerrada, pero cuando oigo mencionar la cultura occidental y oriental me pregunto d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites. Yo no creo que haya frontera entre culturas porque son permeables. No debemos tener miedo a lo que no conocemos, sino abrirnos a las influencias.
P.??Hay una literatura del Sur? Usted ha sido clasificado como escritor del Sur.
R.?Ser¨¢ una literatura del sol (r¨ªe). Creo que es Tuc¨ªdides el historiador griego quien dice: hay dos influencias en el mundo: el Sol de los griegos y la Luna de los persas. Es posible que eso exista, que el mundo se haya dividido entre el culto al Sol y el culto a la Luna, el calendario solar y el calendario lunar.
P.?Usted ha dicho que no responde a g¨¦neros. ?Le fluye el estilo sin m¨¢s, lo planea, le preocupa esa cuesti¨®n?
R.?No verdaderamente. Tengo una especie de obsesi¨®n, una serie de temas que quiero materializar por escrito, y uno de esos temas es el de la novela que estoy escribiendo ahora: Alma. Porque Alma era la propiedad de az¨²car de mi familia en isla Mauricio y tambi¨¦n es el alma, y era tambi¨¦n una batalla en el puente del Alma en Crimea. Y escribir sobre el tema de la tribu perdida. En Am¨¦rica Latina existi¨® mucho este tema de la tribu perdida, la ¨²ltima tribu de Israel que se perdi¨® y se encontr¨® en Am¨¦rica fueron los indios, y los franceses bretones de isla Mauricio son para m¨ª una tribu perdida. Y quiero materializar esto, no por nostalgia sino para saber exactamente todos los elementos que me componen. Es lo que estoy haciendo. ?
Alma ser¨¢ la pr¨®xima novela de J. M. G. Le Cl¨¦zio. Entre las ¨²ltimas publicadas en espa?ol: Revoluciones y El africano (Adriana Hidalgo); La m¨²sica del hambre, El pez dorado y Desierto (Tusquets).
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