Rob¨®tica macarra

A Neill Blomkamp se le han ca¨ªdo hasta las met¨¢foras. Si en District 9 y Elysium los planteamientos eran mejores que los desarrollos, en Chappie, su tercer largo, no le aguanta ni la esencia, calcada a la de Robocop. Si hasta ahora sus pel¨ªculas presentaban alegor¨ªas interesantes que se dilu¨ªan, en Chappie el futuro director de la nueva entrega de la saga Alien est¨¢ perdido desde el inicio.

En¨¦sima obra sobre la inteligencia artificial estrenada en los ¨²ltimos meses, se supone que reflexiona acerca de los problemas de seguridad en ciertas grandes ciudades para que luego, como en Robocop, todo se desboque. Pero el retrato de personajes es delirante y el giro de guion que lleva al n¨²cleo central de la historia, alargada hasta la extenuaci¨®n, directamente idiota: ?un fallo que hace que haya que educar al robot como a un beb¨¦ y que lo acaben haciendo unos macarras? Da para una gamberra comedia de serie B, no para un blockbuster de 50 millones de euros de presupuesto que, adem¨¢s, confirma los problemas t¨¦cnicos y de puesta en escena del sudafricano: torpe, hortera, de m¨²sica altisonante y con una fotograf¨ªa horrenda.

Crear una pel¨ªcula sobre la inteligencia artificial para presentar a un robot con tatuajes y medallones pandilleros diciendo todo el rato ¡°?T¨ªo!¡± y ¡°?Puta-hijo!¡± (lamentable chiste sobre el cambio de orden del t¨¦rmino hijoputa) produce sonrojo. Aunque al menos lega una frase con gracia: ¡°?A la consejera delegada de una gran empresa que cotiza en Bolsa quieres venderle que has creado un robot que sabe hacer poes¨ªa?¡±.