Lecciones de libertad de un viejo maestro del cine documental
Frederick Wiseman retrata en ¡®National Gallery¡¯ el d¨ªa a d¨ªa del museo londinense
El anciano entra en el Grand Hotel de Par¨ªs. Enjuto, doblado sobre s¨ª mismo, se mueve a pasos cortos. Mira perdido a trav¨¦s de la gente del vest¨ªbulo y el periodista se acerca para acompa?arle: "Se?or Wiseman, s¨ªgame, que yo le llevo a la suite. Su primera entrevista es conmigo". En el ascensor habla resignado: "Hay d¨ªas en que me siento cansado". Masculla para su bufanda. Frederick Wiseman tiene 85 a?os (naci¨® en Boston en 1930), un rostro que asemeja los valles del Antiguo Testamento y un cuerpo con aspecto fr¨¢gil. Tras recibir los parabienes de una legi¨®n de publicistas, a las que responde en un franc¨¦s pausado -vivi¨® a finales de los cincuenta en Par¨ªs-, pide un caf¨¦ y se sienta delante de la grabadora. Entonces posa los ojos delante del entrevistador y uno entiende muchas cosas: que sea uno de los mejores documentalistas de la historia del cine, que siga trabajando a su edad -su primer largo es de 1963-, que su estilo mantenga frescura y modernidad, que capte cada peque?o debate que se cruce en su camino...Tiene fuego en la mirada.
Wiseman ha retratado hospitales, institutos, clubs de cabaret, departamentos de polic¨ªa, el Ballet de la ?pera de Par¨ªs, la industria c¨¢rnica del Medio Oeste estadounidense, el neoyorquino Central Park o un gimnasio. "Me considero profundamente americano". Sea cual sea el ambiente retratado el estadounidense cumple fielmente sus reglas: nunca interact¨²a con lo que ocurre delante de su c¨¢mara, no cree que exista "la verdad" ni la busca, rehuye todo tipo de ideolog¨ªas. Rueda de cuatro a seis semanas, acumulando de media 100 horas y monta el material -¨¦l mismo- durante un a?o, despu¨¦s de ver todo el material. "Cuando acabo, vuelvo a revisar todo lo descartado, por si se me ha pasado algo". Busca una estructura dram¨¢tica para el material, no un arco narrativo, sino "ritmo? y estructura, obligatorio en cualquier filme".
Y ahora le toca a un museo. No uno cualquiera, sino la londinense National Gallery, uno de los mejores del mundo, aunque de un tama?o m¨¢s manejable que otras grandes instituciones, como el Louvre o el Prado. "Hace unas d¨¦cadas, en los ochenta quise hacer algo parecido con el Metropolitan de Nueva York, pero me pidieron dinero", cuenta con su voz profunda. "Y yo nunca he pagado para filmar una de mis pel¨ªculas. As¨ª que lo dej¨¦ de lado. Me dediqu¨¦ a otros proyectos hasta que en oto?o de 2011 conoc¨ª a una trabajadora del departamento de Educaci¨®n de la National Gallery que me propuso el proyecto. Me pareci¨® atractivo y conoc¨ª a Nicholas Penny, el director del museo, que me insisti¨® con la propuesta. Solo ped¨ª libertad y tiempo". Wiseman rod¨® all¨ª casi todos los d¨ªas durante 12 semanas entre enero y marzo de 2012. La pel¨ªcula, titulada casi obviamente National Gallery, se estrena esta semana en Espa?a, y dura tres gloriosas horas.
Libertad. No hay adjetivo m¨¢s certero para definir la obra de Wiseman. "No entiendo el cine de otra manera. No s¨¦ hacerlo de otra manera. Y he tenido mucha suerte, porque controlo por completo todo mi trabajo. Desde mis inicios logr¨¦ libertad en la forma y en la materia retratada". En National Gallery se ha enfrentado a 170 horas de pel¨ªcula filmada. "Cada plano es importante y merece su tiempo, aunque en la primera criba ya me deshice del 70% de lo filmado. En eso soy muy r¨¢pido". En este su ¨²ltimo trabajo tambi¨¦n encontr¨® "en solo cuatro o cinco d¨ªas" la estructura, y tuvo un primer montaje. "Despu¨¦s toca pulir, entender que hay dos ritmos, el interno de lo contado y el exterior por su forma, y deben de encajar".
Con mi trabajo dejo constancia de un tiempo y de un lugar¡±
En la primera secuencia de National Gallery un gu¨ªa muestra una naturaleza muerta de un maestro holand¨¦s y se?ala que la clase de langosta que aparece retratada ya no existe. Curiosa met¨¢fora sobre el arte ef¨ªmero que es el cine, que captura momentos irrepetibles. "Bueno, no lo hab¨ªa pensado, pero parece casi un gui?o a mi carrera, ?verdad? Con mi trabajo dejo constancia de un tiempo y un lugar". Y en un plano m¨¢s material, ?le preocupa la conservaci¨®n de sus pel¨ªculas? "S¨ª, y ah¨ª me est¨¢ ayudando la digitalizaci¨®n. La defiendo como defiendo la nueva tecnolog¨ªa si facilita el proceso art¨ªstico". A su ojo no se le escapa nada, ni siquiera una protesta de Greenpeace por el patrocinador de un evento. "La vida de fuera entra en el museo, como sus visitantes. Eso no se me pod¨ªa olvidar".
En otra secuencia, un conservador explica, emocionado, lo que se esconde detr¨¢s de un retrato de Rembrandt, un imagen fantasmal que sorprende al cient¨ªfico y al espectador. Como el cine de Wiseman: historias detr¨¢s de las historias. "Es su interpretaci¨®n", corta el cineasta. ?Y la suya? "Estoy de acuerdo".
La vida de fuera entra en el museo, como sus visitantes. Eso no se me pod¨ªa olvidar"
M¨¢s momentos gloriosos de National Gallery: la discusi¨®n sobre si aceptan la propuesta de que la marat¨®n de Londres acabe delante de su entrada. La reuni¨®n fascina porque la reflexi¨®n no es coyuntural. "Fue de las primeras en rodar. Es importante porque ?necesita la National Gallery m¨¢s p¨²blico? ?Hay que atraer a los turistas? Para m¨ª ha sido toda una experiencia. He disfrutado con lo que he visto entre bambalinas, con el cuidado y cari?o de la gente de restauraci¨®n. Espero que la pel¨ªcula tenga esa estructura dram¨¢tica y que a su vez refleje todo lo que he aprendido".
Wiseman ve poco cine: "Es todo horrible y yo trabajo mucho". Es m¨¢s recuerda que el a?o pasado vio tres. Apoya los festivales "porque son necesarios", y va a ellos lo que puede. ?Y ahora? "Estoy trabajando con un core¨®grafo, James Sewell,? para crear un ballet basado en una pel¨ªcula vieja m¨ªa, Titicut follies [de 1967]". ?Vuelta al ballet, que tanto aparece -en el coraz¨®n o tangencialmente- en sus ¨²ltimas pel¨ªculas? "Me parece una idea arriesgad¨ªsima porque aquel filme se centraba en un manicomio. Me fascina el reto. De la danza me encanta su irrealidad, la sensaci¨®n que emana de ella de algo completamente alejado del mundo actual. Veremos c¨®mo resolvemos el asunto".
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