?ltimo d¨ªa de ira

Noventa minutos es lo que se tarda en asar una pechuga de pavo. Tambi¨¦n era lo que sol¨ªa darse por duraci¨®n est¨¢ndar de una pel¨ªcula antes de que llegasen los tiempos de la fobia a la elipsis: ah¨ª se comprimieron acelerados procesos de redenci¨®n por parte de unos protagonistas obligados a ajustar cuentas con lo divino y lo humano antes del decretado desenlace.

El hombre m¨¢s enfadado de Brooklyn, de Phil Alden Robinson, toma su premisa de una pel¨ªcula israel¨ª, Mar Baum (1997), de Assi Dayan ¡ªque interpret¨® al rabino Abraham Edidelmann en My Father, my Lord (2007), de David Volach¡ª, sumando, pues, a la narrativa de expiaci¨®n m¨¢s o menos convencional un cierto componente metaling¨¹¨ªstico y autorreflexivo: un malentendido m¨¦dico consigue armonizar el tiempo restante de existencia de su personaje principal a la duraci¨®n del metraje mismo de la pel¨ªcula. Aqu¨ª, no obstante, circunstancias externas a la propia obra suman inter¨¦s, trascendencia y aire eleg¨ªaco a la propuesta, porque esta fue la ¨²ltima pel¨ªcula como protagonista del malogrado c¨®mico Robin Williams.

No es una experiencia c¨®moda, pero s¨ª ¨²nica, ver este trabajo, recorrido por un mensaje convencional, puntuada por puntuales momentos de gran eficacia c¨®mica ¡ªlos encuentros con el tendero tartamudo o el excompa?ero irritante¡ª, justa con el equilibrio entre lo rid¨ªculo y lo melanc¨®lico que encarnaba Williams y rematada, en su amargo happy end, con una inesperada celebraci¨®n de la ira como herencia.