David Grossman contrapone el amor y la literatura a la violencia del mundo
El escritor israel¨ª desembarca en Kosmopolis con su nueva novela ¡®Gran Cabaret¡¯, una lecci¨®n sobre los mecanismos afectivos del ser humano
David Grossman (Jerusal¨¦n, 1954) ha desembarcado en Kosmopolis, la feria literaria que se celebra en el centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB), con su nueva novela (Gran Cabaret, Lumen y Edicions 62 en catal¨¢n). Conversando con ¨¦l sobre un reciente viaje por la regi¨®n de Lublin con una pareja jud¨ªa que hab¨ªa perdido familia en la Shoah, sale a relucir c¨®mo entre las viejas l¨¢pidas rotas de los cementerios y en las vac¨ªas sinagogas el misterio de lo que significa ser y sentirse jud¨ªo se hac¨ªa cada vez m¨¢s inefable, a la par que conmovedor. ¡°La experiencia de la Shoah es fundamental pero ser jud¨ªo y el juda¨ªsmo son mucho m¨¢s. Lo fundamental es que nunca te sientes realmente c¨®modo en el mundo, el sentimiento de no ser aceptado, de no tener un hogar. Israel no es el hogar que deber¨ªa ser porque no est¨¢ en paz y solo cuando lo est¨¦ encontraremos esa casa¡±.
En su nueva novela, el protagonista dice de su madre, escapada de Polonia, que en Israel solo sal¨ªa a la calle con un pa?uelo en la cara y pegada a las vallas "no fuera nadie a contarle a Dios que segu¨ªa con vida". Es una buena definici¨®n de la relaci¨®n de los jud¨ªos con Dios, apunto. Grossman sonr¨ªe mientras sorbe un zumo de naranja. "Nos tomamos a Dios muy personalmente, cuando lees la Biblia, y yo lo hago, ves continuas muestras de esa relaci¨®n, por ambos lados, porque Dios es muy humano y a veces poco divino en sus relaciones con los jud¨ªos". ?Es eso lo que los separa de las otras naciones, esa relaci¨®n, no s¨¦ si decir, visto lo visto, privilegiada? "Es una de las cosas que nos hace diferentes, pero todos los pueblos, todos los seres humanos somos diferentes. Nosotros tenemos una lengua y una historia de cuatro mil a?os y una experiencia tr¨¢gica entre las naciones. Eso nos hace distintos. Pero hay siempre esa tendencia a demonizarnos o a hiperidealizarnos que son dos maneras en realidad de deshumanizarnos".
Mientras acababa de leer anoche Gran cabaret, le digo, en La 2 emit¨ªan casualmente una pel¨ªcula israel¨ª tremenda, Shesh peamim, Six acts, de Jonathan Gurfinkel, sobre los abusos a una adolescente en la sociedad pija de Herzliya. "Es lo que explicaba. Somos como todos. En la sociedad israel¨ª hay los mismos abusos y corrupci¨®n que en el resto del mundo, nuestro gran poeta Hayim Nahman Bialik, que muri¨® antes de la fundaci¨®n del Estado de Israel dijo que ser¨ªamos una naci¨®n normal el d¨ªa que tuvi¨¦ramos ladrones y prostitutas. Israel los tiene, como tiene tambi¨¦n muchas cosas bonitas, y calidez y compasi¨®n. Que haya tambi¨¦n eso, adem¨¢s de la militarizaci¨®n y la brutalidad es uno de los misterios de Israel".
Hablar de compasi¨®n y de piedad suena casi anticuado en estos tiempos. "Ah, es que yo soy muy old fashion", r¨ªe Grossman. "Vivir en una realidad violenta y brutal como en la que vivo, en una sociedad en conflicto, te hace pagar un alto precio, pero tambi¨¦n te hace m¨¢s humano. Y aumenta tu necesidad de cari?o, amabilidad y ternura, de los que te puedes sentirte muy desprovisto y que son un alimento indispensable para el alma".
¡°Demonizarnos o idealizarnos son dos maneras de deshumanizarnos¡±
"Hegel dec¨ªa que los malvados son los que hacen la historia", contin¨²a el escritor, "pero hay ciertas historias que hacen a la gente malvada, y eso pasa en Oriente Medio". Grossman recuerda que la guerra necesita de masas, de convertir a la persona en masa, pero que la literatura contrapone el convertir a la masa en personas. En ese sentido, afirma, "la literatura es como el amor, hace dejar de ver a la gente para ver a la persona". ?El amor nos salva? Grossman mira con esa expresi¨®n tan suya, llena de comprensi¨®n ante todo lo humano. "El amor te hace sentirte en casa, no se si te salva pero te ayuda a vivir. Cuando amas y te aman encuentras un lugar en el mundo, un hogar. Si la experiencia corriente del ser humano es irte hundiendo y envejeciendo, el amor es una forma de ayuda ante ese proceso, una verdadera respiraci¨®n boca a boca".
Gran cabaret es un aut¨¦ntico tour de force literario que relata la sesi¨®n de un monologuista israel¨ª, una especie de Lenny Bruce (al que Grossman confiesa admirar), en un local de copas de Cesarea. El maduro actor protagonista, un hombre con un secreto, act¨²a ante un variopinto auditorio representativo de la sociedad israel¨ª al que hace re¨ªr, provoca, solivianta, indigna, horroriza o conmueve en diferentes momentos hasta pr¨¢cticamente vaciar el establecimiento. Entre el p¨²blico, dos personas relacionadas con la vida del D¨®vadeh, el one man show, har¨¢n que se produzcan impredecibles cambios en el estado de ¨¢nimo del c¨®mico y en el espect¨¢culo. De nuevo, Grossman sorprende con una lecci¨®n inconmensurable sobre los mecanismos afectivos del ser humano y a la vez con una historia que transita por caminos sentimentales de una belleza y un dolor escalofriantes.
¡°Me gusta el humor jud¨ªo neur¨®tico, autoir¨®nico y no c¨ªnico¡±
D¨®vadeh, el c¨®mico, cuenta chistes, algunos de extremado mal gusto, groseros. Sorprende ese lenguaje en Grossman, sobre todo si se tienen en cuanta sus obras m¨¢s po¨¦ticas como M¨¢s all¨¢ del tiempo. "Cambio de registro para contar b¨¢sicamente lo mismo, la misma historia; uno tiene que reinventarse, sentir la energ¨ªa revitalizadora, la excitaci¨®n de la creaci¨®n. La idea central de esta novela, la del chico al que llevan de viaje al entierro de uno de sus padres y no sabe cu¨¢l de los dos es el que ha muerto y se encuentra escogiendo en su cabeza qui¨¦n prefer¨ªa que fuera-que es la historia terrible que explicar¨¢ D¨®vadeh-, me daba vueltas desde los noventa, pero no encontraba c¨®mo contarla. Y entonces se me ocurri¨® ese libro centrado en un humorista. El humor, la flexibilidad y la libertad que te proporcionan el humor, me dio la clave. Esas cosas llegan como un rayo, un calor fulgurante, una emoci¨®n que no sabes de d¨®nde procede".
El humor de la novela es un humor muy jud¨ªo. "Lo es, yo soy jud¨ªo y me gusta ese humor. El humor jud¨ªo neur¨®tico, como el de Bruce. Es un humor basado en la autoiron¨ªa y no en el cinismo, un humor comprometido incluso con aquello de lo que te r¨ªes". Hay que mencionar a Woody Allen. " Me gusta mucho", r¨ªe Grossman, que confiesa ver todas sus pel¨ªculas "unas mejores que las otras".
Gran Cabaret, explica Grossman habla de diferentes temas que le parecen importantes, "la infancia, la soledad, la tristeza, la melancol¨ªa, la crueldad la necesidad de olvido, y sobre el arte, y el lugar que ocupa el artista frente a la audiencia, el flirteo entre el artista y su audiencia y cuando el primero da a la segunda algo que a esta le resulta dif¨ªcil de tragar. La novela tiene esas dos partes diferenciadas. Ese flirteo al principio, ese artista volc¨¢nico que bombardea al p¨²blico con sus bromas de mal gusto, sus insultos. Y la segunda en la que de repente ocurre algo. Esa mujer min¨²scula que lo conoce y lo interpela, duda de su car¨¢cter brutal y le recuerda que era 'un buen chico'. Y al igual que esas rocas que se rompen si golpeas en su punto de fractura, en el lugar adecuado, el protagonista se transforma y la historia cambia".
Grossman entiende que hay gente que vive como en paralelo a s¨ª misma. Porque algo las desvi¨® de su camino, se traicionaron o los traicionaron, tomaron la decisi¨®n equivocada, y desconectaron de s¨ª mismos. "Muchas personas son como D¨®vadeh, que sufren ese cambio de v¨ªa, est¨¢n m¨¢s all¨¢ o al margen de s¨ª mismos. Hasta que quiz¨¢ alguien vuelve a conectarlos y regresan al mundo real. Eso no solo ocurre con individuos sino con pa¨ªses y sociedades enteras que no viven con respecto a lo que son. Todos tenemos que buscar eso, la coherencia, la verdad, en nuestro destino. En Israel es la lucha por la paz en medio de esa vida de beligerancia que nos deja exhaustos".
?Qu¨¦ hay de Grossman en el protagonista? "Me volv¨ª ¨¦l al escribir de ¨¦l. Esa es una de las recompensas del escritor, esa experiencia de alteridad. Pero soy tambi¨¦n la mujer, y el amigo juez, el personaje capaz de ver bajo las capas y capas en que se oculta el c¨®mico, de decirle honestamente qu¨¦ irradia, recordarle qui¨¦n es. Una vez tuve que escribir de un ni?o que se desmayaba, pero yo no hab¨ªa experimentado eso nunca. Y no sab¨ªa c¨®mo darlo con autenticidad. Entonces, en una visita al dentista algo fue mal con la anestesia, y empec¨¦ a desmayarme. El m¨¦dico ped¨ªa az¨²car o chocolate, pero supliqu¨¦ que nadie interfiriera: ?estaba experimentando lo que necesitaba para la novela!"
El p¨²blico en Gran Cabaret refleja el microcosmos israel¨ª. "Cualquiera que conozca la realidad del pa¨ªs identificar¨¢ inmediatamente a los personajes, se percibe por ejemplo esa progresiva militarizaci¨®n de la sociedad y hasta del lenguaje".
La continua deserci¨®n del p¨²blico y las cuentas que lleva el protagonista de los que abandonan, parece una contabilidad de los Justos. Eso es muy jud¨ªo tambi¨¦n. "Una minor¨ªa se queda a seguir escuchando al protagonista, la gente que es capaz de mirar la herida del otro y entender su historia". Esa contabilidad entronca con la capacidad de elegir de la Sophie de William Styron o del propio protagonista de Gran Cabaret. "En realidad en ninguno de los dos casos hay elecci¨®n libre, Sophie en la plataforma de Auschwitz es forzada a una elecci¨®n imposible, s¨¢dica. Y D¨®valeh solo puede desear que el muerto sea un progenitor y no el otro. La lecci¨®n es que la gente que toma las malas decisiones, las err¨®neas, deber¨ªa ser m¨¢s comprensiva o compasiva con ella misma. Muchas veces son aut¨¦nticas v¨ªctimas de las circunstancias".
¡°Netanyahu nos lleva a la tragedia¡±
David Grossman llega a Kosm¨®polis con el eco a¨²n del resultado de las elecciones en Israel y la nueva victoria de Benjam¨ªn Netanyahu, que el escritor juzga un verdadero desastre para las esperanzas de paz en Oriente Medio. ¡°Mucho me temo que nos va a llevar a la tragedia. Netanyahu est¨¢ en contra de la soluci¨®n de los dos Estados y eso hace que desaparezca la esperanza para los palestinos. Significa que seguiremos en el c¨ªrculo de violencia y que habr¨¢ m¨¢s muertos¡±.
Le se?alo que, pese a su absoluta diferencia de car¨¢cter y puntos de vista, el revalidado Netanyahu y ¨¦l comparten algo tan ¨ªntimo como haber perdido a un ser querido en la guerra: Grossman a su hijo Uri, muerto en el sur del L¨ªbano en su tanque en combate con Hezbol¨¢ en 2006. El novelista toma aire. ¡°S¨ª, Yoni Netanyahu, jefe de comandos, muri¨® en la operaci¨®n en Entebbe en 1976. Tomamos caminos muy diferentes ante esas p¨¦rdidas. ?l se volvi¨® m¨¢s beligerante. Pero si no quieres vivir y morir por la espada tienes que buscar otras opciones de vida. Muchas familias en Israel han sufrido p¨¦rdidas por la guerra. Incluso hermanos han reaccionado tomando caminos muy distintos ante esas tragedias. La guerra no es la soluci¨®n; hay que trabajar por la paz. La cuesti¨®n es: ?Estamos dispuestos a pagar el precio por la paz? Es una pregunta que tambi¨¦n deben hacerse los palestinos¡±. De su hijo Uri, Grossman dice que ¡°est¨¢ siempre y en todas partes¡±.
De ni?o, el protagonista de Gran Cabaret, su nueva novela, sol¨ªa ponerse cabeza abajo y caminar con las manos para ver el mundo de otra manera. Algo de eso hay en la forma de mirar de Grossman. "D¨®vadeh, mi personaje, entiende que la manera usual de ver el mundo no es para ¨¦l", explica el escritor.
¡°Estamos acostumbrados a ver la realidad de una manera muy r¨ªgida, y entonces adoptar una cierta flexibilidad en nuestros puntos de vista resulta muy instructivo y saludable¡±, abunda.
Desgraciadamente, concluye, ¡°son minor¨ªa hoy en Israel las personas que caminan con las manos, y desde luego no suficientes para cambiar las cosas¡±.
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