El guerrero del jazz

Por una vez, unanimidad: hemos visto una catarata de despedidas a Juan Claudio Cifuentes. Se ha repetido que era un enorme comunicador y una bell¨ªsima persona. Con o sin micr¨®fono, compart¨ªa generosamente los conocimientos de una vida entera consagrada al jazz.
Con todo, se infravalora lo que finalmente le hac¨ªa ¨²nico: su compromiso est¨¦tico y, a¨²n dir¨ªa m¨¢s, ¨¦tico. Su voz afable escond¨ªa un esp¨ªritu f¨¦rreo. Su disidencia destapaba el pensamiento blando que reina en la radio, incluyendo la radio p¨²blica. Era un creyente en un panorama dominado por las veletas.
Luchaba contra la banalizaci¨®n de la palabra jazz. Se le llevaban los demonios cuando los grandes festivales se transformaban en escaparates de m¨²sicas variadas. Usaba un s¨ªmil gastron¨®mico: ¡°si voy a un restaurante chino, me preocupar¨ªa que en la carta tambi¨¦n ofrecieran espagueti¡±.

No se confundan: amaba m¨²sicas alejadas del jazz. Cuando particip¨® en aquel ciclo autobiogr¨¢fico llamado La M¨²sica Contada, se llev¨® discos de Beatles, Stones, Dylan, Serrat y Crosby, Stills & Nash, aparte de dosis de soul y chanson (coincidi¨® en Par¨ªs con el esplendor de Brel o Brassens).
Pero detestaba los enga?os. Esas muchachas de piernas largas, esos jovencitos esbeltos que misteriosamente aparecen en venerables sellos de jazz¡ y descubr¨ªas que all¨ª solo hab¨ªa otra cantautora m¨¢s o un candidato a actuar en Las Vegas. Aspiraci¨®n leg¨ªtima pero, por favor, que no lo vendan bajo la sagrada etiqueta.
En general, aparte de las figuras indiscutibles, Cifu dedicaba poca atenci¨®n a las voces jazz¨ªsticas. En los tiempos del todo-es-guay, resultaba ¡°un purista¡±, descripci¨®n que esconde un reproche en determinados ambientes. No: sencillamente, se reg¨ªa por su canon. Con Cifu, ten¨ªas muchas probabilidades de escuchar swing, be-bop, cool y hard bop. Pero rara vez daba espacio a las fusiones. Como dijo Monk, ¡°straight, no chaser¡±.
Por coherencia, ¡°a palo seco¡±. Sin concesiones, sin gui?os a la mitolog¨ªa noir, sin recurrir a las versiones jazzeadas de ¨¦xitos pop. Lo explicaba todo de pe a pa, mediante largu¨ªsimos parlamentos, pero no bajaba el list¨®n para llegar a un hipot¨¦tico nuevo p¨²blico.
Pod¨ªa ser pu?etero. Estaba en un estudio de RNE cuando present¨¦ un tema de Cannonball Adderley y su cuarteto. Se enfad¨®: ¡°Cannonball grababa entonces en quinteto, Diego¡±. El joven t¨¦cnico miraba asombrado a dos tipos maduros que discut¨ªan por una m¨ªnima cuesti¨®n terminol¨®gica: efectivamente, era una grabaci¨®n del Cannonball Adderley Quintet, aunque en mi disco ven¨ªa acreditada a Cannonball Adderley and his Quartet¡± Tanto da que da lo mismo.
Lo menciono para recordar que Juan Claudio ten¨ªa todo el jazz ¡ªsu jazz¡ª en la cabeza. En los homenajes de estos d¨ªas, hemos contemplado el abismal contraste. Cifu habr¨ªa pasado por alto los testimonios de esos ¡°compa?eros de toda la vida¡± que ahora le recordaban como ¡°Juan Carlos¡±. Pero se habr¨ªa cabreado seriamente al escuchar que, en reconocimiento a su apoyo al jazz europeo, alguien pinchaba a Monty Alexander. Saben, Monty Alexander es jamaicano. Y Cifu habr¨ªa detectado que ese patinazo escond¨ªa una impostura. RNE tiene un problema si quiere reemplazarlo.
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