Los acad¨¦micos de Argamasilla
Las imaginarias historietas relacionan siempre a Cervantes o a don Quijote con todos los parajes mencionados en la novela
Al final de la primera parte del Quijote, Cervantes da noticia de la muerte de su h¨¦roe a trav¨¦s de los pintorescos epitafios que dizque le dedicaron ¡°los acad¨¦micos de la Argamasilla, lugar de la Mancha¡±: el Monicongo, el Cachidiablo, el Tiquitoc y dem¨¢s cuadrilla. La menci¨®n del ¡°lugar de la Mancha¡±, en simetr¨ªa con la frase inicial de la narraci¨®n, no pod¨ªa sino dar pie a que desde la misma continuaci¨®n ap¨®crifa de Avellaneda (1614) se entendiera que el protagonista era natural de Argamasilla de Alba (m¨¢s nombrada y m¨¢s cercana al Toboso que Argamasilla de Calatrava).
Es, por supuesto, una de las muchas fantas¨ªas que la difusi¨®n del Quijote en ediciones baratas inspir¨® a cl¨¦rigos y eruditos locales a lo largo del Setecientos. Las imaginarias historietas relacionan siempre a Cervantes o a don Quijote con todos y cada uno de los parajes mencionados o adivinados en la novela. En no menos de tres pueblos, as¨ª, cuenta la leyenda que el escritor hab¨ªa llegado all¨¢ para cobrar unas deudas y acabado componiendo el Quijote en una mazmorra. En Argamasilla, concretamente, en la cueva de cierta casa que hab¨ªa pertenecido a la familia Medrano. Por si fuera poco, la iglesia parroquial exhibe el exvoto de un hidalgo del siglo XVI a quien los lugare?os retienen no ya el modelo, sino el aut¨¦ntico Alonso Quijano.
?Habr¨¢n osado los se?ores acad¨¦micos apuntar las reticencias de Azor¨ªn?
En 1905, Azor¨ªn hizo buenas migas con los tertulianos de una rebotica a quienes consideraba ¡°los acad¨¦micos de Argamasilla¡±. ¡°Yo no he conocido jam¨¢s hombres m¨¢s discretos, m¨¢s amables, m¨¢s sencillos¡±, refiere. Pero ?ay si intentan despojarles de sus glorias! Ser¨ªa cosa de pensar en el soliloquio de Sancho a las puertas del Toboso, adonde su amo lo ha enviado a buscar a Dulcinea: ¡°¡ª?Y par¨¦ceos que fuera acertado y bien hecho que si los del Toboso supiesen que est¨¢is vos aqu¨ª con intenci¨®n de ir a sonsacarles sus princesas..., viniesen y os moliesen las costillas a puros palos y no os dejasen hueso sano? ¡ªEn verdad que tendr¨ªan mucha raz¨®n..., porque la gente manchega es tan col¨¦rica como honrada y no consiente cosquillas de nadie¡±.
Azor¨ªn se resiste a suscribir las f¨¢bulas argamasillescas y as¨ª lo insin¨²a ¡°t¨ªmidamente, con toda cortes¨ªa¡±. Los acad¨¦micos ponen ojos de espanto y se llevan las manos a la cabeza. ¡°?No, no, por Dios! ?No, no, se?or Azor¨ªn? ?Ll¨¦vese usted a Cervantes, ll¨¦veselo en buena hora, pero d¨¦jenos usted a don Quijote!... ?Eso creo que es una broma de usted!¡±. Y a Azor¨ªn no le queda m¨¢s remedio que doblegarse ante esos excelentes sujetos: ¡°Efectivamente, esto no pasa de ser una broma m¨ªa sin importancia¡±. Una representativa expedici¨®n de la Real Academia Espa?ola celebra este jueves un pleno extraordinario en Argamasilla y se prev¨¦ que el director firme en el libro ¨¢ureo de la cueva de Medrano. Como acostumbro a recogerme temprano, no tengo noticias de la jornada. ?Habr¨¢n osado los se?ores acad¨¦micos apuntar las reticencias de Azor¨ªn? O, como Azor¨ªn, ?habr¨¢n replegado velas frente a la realidad hist¨®rica, sancionando expresamente las descaminadas tradiciones? Si yo hubiera tenido voz en el proyecto, habr¨ªa aconsejado limitarse a loar el fervor literario de la poblaci¨®n y declamar los versos del Monicongo: ¡°El calvatrueno que adorn¨® la Mancha...¡±, o el soneto del Paniaguado: ¡°Esta que veis de rostro amondongado, / alta de pechos y adem¨¢n brioso...¡±.
Francisco Rico es acad¨¦mico de la RAE.
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