La Plutocracia, por otros medios
¡°Para comprender lo poco que a Dios le importa el dinero, basta ver a qui¨¦n se lo da¡±, dec¨ªa Alejandro Casona por boca de Quevedo en El caballero de las espuelas de oro. La idea de que la riqueza acaba acumul¨¢ndose siempre en las manos peores la expresaba ya Arist¨®fanes cuatro siglos antes de Cristo en Pluto,comedia donde el dios de la riqueza aparece privado del sentido de la vista por Zeus, su envidioso t¨ªo; cortejado y engatusado por gentes sin escr¨²pulos, y apartado de la compa?¨ªa de los justos, que no prosperan por m¨¢s que trabajen: en Atenas, gobernada por el demagogo Cle¨®n, campaba la corrupci¨®n y las arcas p¨²blicas estaban al borde de la ruina.
El tema de la funci¨®n es la justicia distributiva: el labrador Cr¨¦milo (Calderilla, podr¨ªa traducirse), su coprotagonista, pretende devolverle la vista a Pluto, para que reparta los bienes equitativamente o atendiendo al m¨¦rito, que no a la ambici¨®n, asistido por Cari¨®n, que se hizo esclavo suyo por deudas (¡°Si no hipoteco mi libertad, me hubiera ido a la tumba con ella¡±, se explica). Huelga insistir en la pertinencia del teatro de Arist¨®fanes, tantas veces censurado postmortem en las dictaduras y menoscabado en las democracias: Emilio Hern¨¢ndez, su adaptador, solo ha tenido que meterle un poquito los bajos para que tenga el largo exacto de la actualidad.
PLUTO
Autor: Arist¨®fanes.
Versi¨®n: Emilio Hern¨¢ndez.
Direcci¨®n: Mag¨¹i Mira.
Int¨¦rpretes: Javier Gurruchaga, Marcial ?lvarez, Jorge Roelas.
Madrid. Teatro La Latina, hasta el pr¨®ximo 3 de mayo.
Dirigido por Mag¨¹i Mira, el espect¨¢culo, desenfadado, directo, dial¨¦ctico y asambleario, viene al hilo del debate sobre la econom¨ªa del bien com¨²n y sobre la posibilidad, ut¨®pica pero razonable, de que el dinero tuviera un d¨ªa fecha de caducidad peri¨®dica, para que su acumulaci¨®n a medio y largo plazo fuera del todo in¨²til. Tienen fuerza y viveza los temas musicales compuestos por Javier Gurruchaga y Marco Rasa, sobre letras de Juan Mari Montes y de Emilio Hern¨¢ndez pegadizas como esl¨®ganes, y est¨¢ bien resuelto el uso del coro, integrado por los propios protagonistas cubiertos con m¨¢scaras de sabor arcaico y movidos con intenci¨®n por Denise Perdikidis.
El propio Gurruchaga, que se desdobla bravamente en los papeles de Pluto y de La Pobreza (personaje cuyo car¨¢cter aleg¨®rico prefigura el de los protagonistas de los autos calderonianos), es capaz de poner a dar palmas al p¨²blico pintado de las representaciones de s¨¢bado tarde. ¡°Se ve que la funci¨®n est¨¢ escrita para ¨¦l¡±, dec¨ªa, convencida, una espectadora al final de la representaci¨®n. Marcial ?lvarez, d¨²ctil y en¨¦rgico, es un Cr¨¦milo de mucho cr¨¦dito (nunca mejor dicho); Jorge Roelas, un Cari¨®n atribulado y divertido; Ana Labordeta, una Prax¨¢gora encantadora, y Marisol Ayuso, una d¨¦spota tal cual ellas son. Tonio Mis¨® hace de su corifeo, sindicalista esc¨¦ptico, el contrapunto de todos ellos.
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