Una chica especial

Entre las distop¨ªas juveniles que han asaltado los cines en este lustro, Divergente parec¨ªa esa hermana peque?a que ans¨ªa parecerse a la mayor, ¨ªdolo de masas, m¨¢s guapa e inteligente y de arrolladora personalidad. Sin embargo, mientras la primog¨¦nita, Los juegos del hambre, se dilu¨ªa en la segunda y tercera entregas por su chuler¨ªa, grandilocuencia e hipertrofia, La serie Divergente: Insurgente, segunda adaptaci¨®n de las novelas de Veronica Roth, sale de la sombra por la fuerza y el carisma de su joven plantel interpretativo, encabezado por la superdotada Shailene Woodley; la concisi¨®n narrativa; el atractivo de la utop¨ªa negativa de su futuro, y el poder de identificaci¨®n del subtexto que mueve a su protagonista.

Despu¨¦s de un primer tercio en el que Robert Schwentke quiz¨¢ confunda la velocidad con la prisa (travellings, gr¨²as y montaje un paso m¨¢s r¨¢pido de lo debido), y en el que el poder est¨¦tico de ciertos planos se empeque?ece por su instantaneidad, Insurgente encuentra en su camino, sobre todo desde la estupenda estaci¨®n en la secci¨®n de la Verdad, una serie de seductoras secuencias que desembocan en un cl¨ªmax que mezcla bien, como su divergente hero¨ªna, inteligencia, garra y comercialidad. Y a pesar de que en la parte final hay un par de momentos deus ex machina de guionista trilero (Akiva Goldsman, la mano en el fuego), la fuerza de su sustancia se impone: la de una chica especial que lucha contra s¨ª misma y contra la presi¨®n a la que los dem¨¢s la someten porque su mayor anhelo es ser normal, y as¨ª adaptarse como uno m¨¢s al reducto de la masa.