El clan de los Jardiel Poncela es la risa
Cuatro familiares del escritor recuerdan a un comedi¨®grafo definitivo en la literatura Reediciones, biograf¨ªas, teatros y documentales reivindican ahora su figura
A Paloma Paso Jardiel le suelen decir que parece un personaje inventado por su abuelo Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952), uno de los m¨¢s c¨¦lebres autores de la literatura (c¨®mica) espa?ola. Nacida en 1953, viste de cuero negro del cuello a los botines de tac¨®n y sacude la cabeza como un manaqu¨ªn nervioso mientras golpea con el filtro de su cigarrillo mentolado la pitillera esmaltada. ¡°Toda la familia es muy enjardielada¡±, explica, con una vis c¨®mica muy seria. ¡°Recuerdo a madre, Evangelina, viendo una pel¨ªcula de Perry Mason a las once de la noche y diciendo: ¡®?Qu¨¦ aburrido!, ?Pero qu¨¦ aburrido! ?V¨¢monos a C¨®rdoba!¡±.
La familia Jardiel no ten¨ªa casa en la ciudad andaluza y Paloma, entonces ni?a y ahora actriz, ten¨ªa clase al d¨ªa siguiente, as¨ª que C¨®rdoba era algo as¨ª como Atlantis (la isla m¨ªtica, no la compa?¨ªa de seguros). Esa noche fueron a C¨®rdoba y as¨ª recuerda Paloma a la hija de Enrique Jardiel Poncela, ¨¦sa que le hac¨ªa llorar al escritor cuando re¨ªa (otras mujeres le hac¨ªan re¨ªr cuando lloraban).
En esta mesa del madrile?o Caf¨¦ Comercial, que abri¨® su puerta giratoria (si es que ¨¦stas se abren) en 1887, charlan los herederos del comedi¨®grafo genial, cabeza visible (y repeinada) de La otra generaci¨®n del 27, la del humorismo violento. ¡°Irse a C¨®rdoba como una soluci¨®n a todo lo horrible: llega la factura del gas, v¨¢monos a C¨®rdoba; se ha pasado el arroz, v¨¢monos a C¨®rdoba¡±, se suma Enrique Gallud Jardiel, doctor en Filolog¨ªa hisp¨¢nica y autor de diversos ensayos (tambi¨¦n sobre su abuelo). ¡°De nosotros se espera que tengamos una vida bohemia. Nosotros queremos ser normales, pero no nos sale. Yo fui a ver a mi madre a la India para una semana y me qued¨¦ 17 a?os. Lo habitual, vaya¡±, explica, mientras se recoloca el cuello Mao de su camisa de lino.
El ¨¢rbol geneal¨®gico de la familia Jardiel es tan exuberante, colorido e indescifrable como una buganvilla trepadora. Esta generaci¨®n de nietos, hijos de madres y padres diversos, conserva muchos rasgos del abuelo. ¡°Es que la familia Jardiel es muy Jardiel¡±, insiste Paloma. ¡°O sea, que est¨¢ loca¡±, masculla el veterano Carlos Dorrell Jardiel, callado pero amable y amable pero ¨¢cido, cuya implicaci¨®n con las tablas (trabaja como t¨¦cnico desde los siete a?os) se intuye en el logotipo del Teatro Galileo en la pechera de la sudadera que viste. Hermano de Enrique Gallud por parte de madre, se encarga con Paloma de gestionar los derechos de la obra ahora que Evangelina, la de la fijaci¨®n por C¨®rdoba, ha hecho mutis por su alzheimer (Paloma le muestra fotograf¨ªas de toda la familia, pero Evangelina solo reconoce la de su padre).
Esp¨¦rame en Pamplona
Paloma recuerda, ahora que Evangelina est¨¢ ingresada, escenas cotidianas disparatadas protagonizadas por su madre: "Una vez ten¨ªamos que ir a ver al beb¨¦ de la t¨ªa Nati, en Pamplona. Nos metimos en el Renault Dauphine y esta vez, en lugar de a C¨®rdoba, nos fuimos para all¨¢. Nada m¨¢s llegar, aparcamos delante de una joyer¨ªa. Mi madre vio una sortija en el escaparate y qued¨® deslumbrada. ?Ay, qu¨¦ bonita! Yo le dije que la comprara, pero ella contest¨®: Hija, es que, qu¨¦ coincidencia, precisamente cuesta lo que hab¨ªa ahorrado para venir a ver a tu prima estos dos d¨ªas".
Pero la compr¨®. As¨ª que se metieron en el coche y volvieron a Madrid sin ver a la familia, pero con el brillante souvenir de una situaci¨®n disparatada. Una escena muy Jardiel, que en esta familia quiere decir todo. Se dec¨ªa "Esto es de Lope" hace siglos, cuando algo era excelente y recordaba a la obra de Lope de Vega. Las cosas son Jardiel o no son en este clan, menos amargo y tan l¨²cido como el de los Panero de El Desencanto y de una peculiaridad mucho m¨¢s dicharachera que la de los Tenenbaums de Wes Anderson.
Esa afici¨®n por el teatro tambi¨¦n la comparte Ram¨®n Paso (1976), nieto de Alfonso Paso y bisnieto de Enrique Jardiel Poncela, el ¨²nico de los presentes que ha descubierto la obra del autor de Elo¨ªsa est¨¢ debajo de un almendro cuando sus libros ya se pod¨ªan vender en las librer¨ªas. ¡°Lo leo desde que soy un cr¨ªo¡±, confiesa, tirando de su camiseta de Iron Man, el tambi¨¦n autor, que acaba de escribir un mon¨®logo para que lo defienda en escena Paloma, su madre.
Jardiel lo borda
Enrique Jardiel Poncela dec¨ªa que s¨®lo hay algo peor que la mujer: el hombre. Sin embargo, entre los muchos estigmas que han ensombrecido su figura quiz¨¢s el m¨¢s cacareado es el de la misoginia. ¡°Mi madre siempre me contaba una an¨¦cdota de cuando era una nena: un d¨ªa entr¨® en casa llorando porque jugando hab¨ªa arruinado su vestido m¨¢s especial. Ten¨ªa miedo de que la madrina la rega?ara. As¨ª que ¨¦l no se chiv¨®, se llev¨® el vestido a su despacho y remend¨® el bordado con hilo y aguja¡±, explica Paloma.
Que un dandi en la Espa?a de 1931 retocara un bodoque es casi tan raro como sintom¨¢tico. ¡°En 1946 estren¨® El sexo d¨¦bil ha hecho gimnasia, que es feminista. Lo que pasa es que no le interesaba la mujer convencional¡±, razona Enrique Gallud. A Jardiel esas mujeres honradas le recordaban ¡°el sabor insufrible del bacalao a la vizca¨ªna¡±. Pero lo mismo pensaba de los hombres formales, que ¡°se parecen a los burros en que se toman las cosas en serio¡± y se diferencian de ellos en que ¡°van al caf¨¦ a discutir de pol¨ªtica¡±.
Jardiel no discut¨ªa mucho de pol¨ªtica. Primero, porque no se pod¨ªa. Segundo, porque hab¨ªa salido escaldado. Demasiado conservador para la izquierda y demasiado libertino para la derecha, dio y recibi¨® palos de ambos. Repudiado por la Espa?a republicana en las Am¨¦ricas y prohibido por la Espa?a franquista, esa imagen de escritor de derechas le ha negado nuevos lectores durante d¨¦cadas. Carlos Paso explica: ¡°La Rep¨²blica y el franquismo proh¨ªben su novela La tourn¨¦e de Dios. Eso no solo demuestra que era muy inteligente, sino tambi¨¦n muy sincero¡±.
?l dec¨ªa de los cr¨ªticos que eran los par¨¢sitos de la literatura y arengaba a fumigarlos con insecticida Flitz (un d¨ªa atornill¨® al rev¨¦s la butaca del teatro reservada a un conocido periodista). Paloma afirma que su madre le dijo que Jardiel se pillaba unos berrinches morrocotudos, pero Enrique Gallud a?ade que sol¨ªa leer las cr¨ªticas meses despu¨¦s: ¡°As¨ª se re¨ªa cuando el gacetillero dec¨ªa que tal obra no durar¨ªa. Porque el p¨²blico la hab¨ªa mantenido ah¨ª durante meses¡±.
Ante todo, risa
Denostada en este pa¨ªs, la risa (y el humor como ¨²nica forma de inteligencia libre de presunci¨®n) es algo muy serio para esta familia. Dijo Jardiel en el pr¨®logo de Pero¡ ?hubo alguna vez 11.000 v¨ªrgenes?, que ahora reedita Blackie Books: ¡°Risa frente a la verdad¡±. ¡°El humor es una postura filos¨®fica para poder ver la comedia del universo sin suicidarte. Si te lo tomas en serio puedes sufrir lo inenarrable o convertirte en alguien muy malo¡±, razona Enrique. Y su hermano Carlos a?ade: ¡°Y aburrido¡± (el peor de los pecados). ¡°Mira que yo he vivido una vida dif¨ªcil y creo que estoy viva porque me la he tomado a risa. Sacarle punta a las tragedias, s¨ª, eso me viene de ¨¦l¡±, explica Paloma, que luego recordar¨¢ que a los seis a?os ya le gustaba leer ?xodo (culpa de su madre, a quien la adaptaci¨®n con Paul Newman la volv¨ªa majareta). ¡°?Pero si es un rollo! Un rollo macabeo, ?nunca mejor dicho!¡±, contesta Gallud.
Jardiel en lengua hebrea significa energ¨ªa. Lo expone el autor en el pr¨®logo de Amor se escribe sin hache, donde tambi¨¦n dice que ¡°la bondad, la austeridad, la modestia y el verdadero talento s¨®lo conducen a la indiferencia y al olvido¡±. Sus nietos no suenan avinagrados como los Panero. Prefieren hablar de Bobby y Monchi (el perro listo y el perro tonto) y compartir las cartas que el abuelo enviaba a Evangelina desde Hollywood. Adem¨¢s, no es as¨ª en su caso. Su legado ha vivido un rebrote gracias a un documental, una exposici¨®n en la SGAE, las reediciones de sus novelas (Blackie Books las ha acercado a un p¨²blico joven y desprejuiciado), una nueva biograf¨ªa (?Haz re¨ªr, haz re¨ªr!, de V¨ªctor Olmos), textos in¨¦ditos tambi¨¦n publicados con mimo por el sello Renacimiento y la inauguraci¨®n de una sala con su nombre en el Teatro Fern¨¢n-G¨®mez.
¡°Si quer¨¦is los mejores elogios, mor¨ªos¡±, reza su epitafio. Para que mucha gente lo entendiera, ha tenido que pasar m¨¢s de medio siglo. Jardiel escrib¨ªa en el futuro. Y all¨ª sigue ¨¦l, tan puntual: sorbiendo caf¨¦, emborronando cuartillas y carcaje¨¢ndose de lo mucho que est¨¢ tardando todo el mundo en llegar.
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