Miguel Falomir, nuevo director adjunto del Museo del Prado
El jefe del departamento de pintura italiana y francesa (hasta 1700) sustituye a Finaldi
No era ni mucho menos f¨¢cil la sustituci¨®n de Gabriele Finaldi en el Museo del Prado, pero no s¨®lo por la evidente eminencia de este ¨²ltimo, sino porque nuestro primer museo, aun sin estar dotado comparativamente de los medios materiales id¨®neos, tiene al d¨ªa de hoy una de las mejores plantillas de conservadores y restauradores en el mundo. En este sentido, sin por ello citar nombres, hab¨ªa varios candidatos posibles para cubrir la vacante producida, lo que acredita, si cabe a¨²n m¨¢s, al finalmente elegido: Miguel Falomir, nacido en Valencia en 1966, y, por tanto, justo en la saz¨®n de la madurez.
Desde el punto de vista cient¨ªfico, el curr¨ªculo de Falomir es irreprochable. Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valencia y profesor titular de dicha instituci¨®n, tras haber sido becado por la prestigiosa Fullbright en la Universidad de Nueva York (1994-1995), en 1997, se incorpor¨® al Museo del Prado, donde lleva m¨¢s de tres lustros, 18 a?os exactamente, de brillante actividad como jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa del Renacimiento. Durante este periodo pero, sobre todo, a partir del nuevo siglo, ha encadenado como comisario una serie de exposiciones, algunas de las cuales se convirtieron en hitos internacionales, como la de Tiziano en 2003, gracias a la cual mereci¨® ser considerado como una de las principales autoridades sobre este pintor que es recordado como uno de los m¨¢s importantes e influyentes de la historia del arte moderno occidental. En 2007, volvi¨® a producir asombro con su exposici¨®n monogr¨¢fica sobre Tintoretto, otro puntal de las colecciones del Prado, en la que hizo muchas contribuciones cr¨ªticas y el descubrimiento de un in¨¦dito. Ya con este par de contribuciones Falomir se acredit¨® como uno de los principales especialistas en pintura veneciana del siglo XVI, pero remat¨® su prestigio con la exposici¨®n de El retrato del Renacimiento, en 2008, donde el mapa era, por amplitud tem¨¢tica y n¨²mero de artistas, m¨¢s complicado. De manera que hoy nadie duda en reconocer a Miguel Falomir como uno de los mejores especialistas del Renacimiento, como se corrobor¨® al ser invitado como profesor en el selecto c¨ªrculo de las Conferencias Mellon de la National Gallery de Washington, donde imparten lecciones solo la ¨¦lite de la historia del arte mundial.
A esta brillante trayectoria solo cabe a?adir un colof¨®n: Miguel Falomir podr¨ªa ser solo un excelente especialista en su materia, que no es poco, pero adem¨¢s ha demostrado una ambici¨®n intelectual que desborda el cauce estricto de la erudici¨®n cient¨ªfica. Lo ha revalidado a trav¨¦s de m¨²ltiples art¨ªculos y ensayos, pero donde mejor lo pudo poner en p¨²blica evidencia fue de nuevo a trav¨¦s de dos recientes exposiciones. La primera de ellas en 2014 con el sugestivo t¨ªtulo de Las furias, un aut¨¦ntico tour de force en el que se entremezclaban el arte cl¨¢sico y el moderno, la erudici¨®n anticuaria, la filosof¨ªa, la est¨¦tica, la historia, la literatura y la pol¨ªtica, logrando a partir de todo ello una s¨ªntesis verdaderamente deslumbrante, y la segunda, todav¨ªa en exhibici¨®n, titulada Danae y Venus. Las poes¨ªas de Tiziano, donde reorganiz¨® con pleno sentido y rigurosa atribuci¨®n un excepcional conjunto de intrincadas piezas.
Ni qu¨¦ decir tiene que con la selecci¨®n de m¨¦ritos citados, Miguel Falomir ha sido distinguido no s¨®lo con muy diversos premios sino tambi¨¦n participando como miembro consultivo de varios comit¨¦s internacionales de historia del arte. En el momento presente, Falomir ultima el cat¨¢logo razonado de Tiziano, un proyecto monumental en el que han trabajado historiadores del arte de muy diversas generaciones y que, por consiguiente, constituir¨¢ una aportaci¨®n clave para el mejor conocimiento y comprensi¨®n no s¨®lo de este genial artista, sino de toda la pintura occidental moderna. Es verdad que la tarea que ahora le ha sido encomendada exige mucho, entre otras cosas porque recae sobre ¨¦l la orientaci¨®n cient¨ªfico-intelectual del museo, lo que requiere muchos saberes, pero tambi¨¦n otras virtudes. En cualquier caso, no creo que haya nadie que no celebre el nombramiento y le desee llevarlo al buen t¨¦rmino que ¨¦l y la instituci¨®n a quien sirve se merecen.
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