Los chinos de Paco
"Pas¨® una semana y segu¨ª sin noticias de ¨¦l, la curiosidad me pod¨ªa. ??Qui¨¦nes eran estos chinos?!"
Una vez Javier Pouso, un amigo de la compa?¨ªa Universal, me llam¨® y me cont¨® entusiasmado que el maestro Claus estaba pensando en trabajar con el genial Paco de Luc¨ªa. A mi me pareci¨® una buena idea, algo original y de gran calidad. As¨ª que quedamos en que hablar¨ªa con el jefe para ver si le apetec¨ªa.
En aquel tiempo Paco viv¨ªa en una casa de Toledo del siglo VIII rehabilitada. Le llam¨¦ y le cont¨¦ la historia pero casi no me dej¨® hablar: "Javi no te puedo atender ahora porque estoy con el tema de los chinos que es muy delicado". Me qued¨¦ cortado y pensando de qu¨¦ chinos hablaba.
Al d¨ªa siguiente lo volv¨ª a intentar y me volvi¨® a cortar: "Javi no seas pesado. Ahora no puedo hablar y menos de trabajo. Estoy con los chinos que son mi prioridad"
Javi no seas pesado. Ahora no puedo hablar y menos de trabajo. Estoy con los chinos que son mi prioridad
Despu¨¦s de dos intentos no me atrev¨ª a un tercero, as¨ª que llam¨¦ a la compa?¨ªa y les dije que Paco de Luc¨ªa no ten¨ªa tiempo para este trabajo porque estaba con unos chinos muy importantes. En Universal no sab¨ªan qu¨¦ hacer. Creo que a trav¨¦s del departamento internacional intentaron llamar a China para averig¨¹ar que tipo de colaboraci¨®n estaba preparando el maestro.
Pas¨® una semana y yo segu¨ª sin noticias del de Algeciras as¨ª que cog¨ª mi coche y me fui a Toledo, la curiosidad me pod¨ªa. ??Quienes eran estos chinos?! Al llegar la puerta de la calle estaba abierta, la empuj¨¦ un poco y vi a Paco sentado en el suelo del hall de entrada con un ch¨¢ndal rojo con rallas blancas y las manos llenas de cemento o arena. Al lado ten¨ªa un cubo lleno de piedras redondas (o como dicen en Andaluc¨ªa "chinos" de r¨ªo) ordenadas por tama?os y colores. Me explic¨® que para colocar los chinos en el suelo hab¨ªa que tener mucho cuidado porque los tama?os y los colores deben conservar una est¨¦tica y que no cualquiera puede hacerlo bien, por eso era ¨¦l mismo, y no un alba?il, quien colocaba una a una las piedras en el suelo...
Por supuesto me invent¨¦ una excusa absurda para no tener que contar la verdad a los de Universal. Al final, como es l¨®gico, no se hizo el disco con el arreglista americano, pero la entrada de esa casa tiene un suelo de chinos precioso.
Los grandes son grandes para todo.
"Voy buscando una a una las estrellas de los cielos entre rojas y amarillas".
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