Cremas
En 'El hormiguero', Isabel Preysler hizo gala de un enorme sentido com¨²n, tanto que la entrevista se transform¨® en una anomal¨ªa
La largamente anhelada comparecencia de Isabel Preysler en El hormiguero no defraud¨®. La promoci¨®n de su l¨ªnea de cremas faciales se transform¨® en toda una lecci¨®n de consejos de salud y vida, con especial atenci¨®n al saber estar en reuniones de alta sociedad y cuidados alimentarios pese a ocasionales transgresiones, sin entrar en el retoque quir¨²rgico. Empujada a erigirse casi en l¨ªder espiritual ante el arrobamiento general, la entrevista se centr¨® en las labores de madre y abuela. Isabel Preysler hizo gala de un enorme sentido com¨²n, tanto que la entrevista se transform¨® en una anomal¨ªa, donde la noticia era que una mujer adorase a sus hijos, ensalzara sus cualidades como que se presten el avi¨®n privado y encarara el ardor de su hija menor por meterse a monja de una manera abierta y ladina. Bast¨® con que le ofreciera ingresar en un convento para que a la muchacha se le pasaran las ganas.
Escuela de padres y lecciones de vida que arrancaron con el momento m¨¢gico, en el que Isabel Preysler reclam¨® cambiarse de silla con el presentador para favorecer su lado bueno. Un lado bueno que afirm¨® haber descubierto al separarse de Julio Iglesias. El grado de exigencia de Julio sobre su lado bueno, que nos obliga a admirarlo siempre en un acusado perfil, condenaba a su exmujer a verse como una pepona en cada comparecencia. Todas estas revelaciones, acumuladas en unos minutos de televisi¨®n que podr¨ªamos calificar de hist¨®ricos, exigen complementarse con la lectura del segundo tomo de memorias de Jos¨¦ Bono en su paso por el Ministerio de Defensa.
Adem¨¢s de contar que Rouco Varela mandaba mensajes de m¨®vil desesperados pidiendo el voto contra Zapatero en las elecciones de 2004, se puede leer en el muy recomendable libro que la mediaci¨®n de Julio Iglesias a trav¨¦s de Kissinger logr¨® que la m¨¢s alta esfera del Gobierno de Bush, disgustada por nuestra retirada de Irak y la constante venta de material b¨¦lico al Gobierno de Hugo Ch¨¢vez, rebajara su enfado. Lejos de considerar estos episodios un motivo para frivolizar, deber¨ªamos entender que, en un mundo disparatado, solo quienes saben manejar el disparate con enorme habilidad y talento alicatan la senda que conduce al triunfo y la admiraci¨®n rendida de un pueblo.
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