Gonzalo Celorio: ¡°Tuve que aprender a desnudarme¡±
El escritor mexicano novela la historia de su familia en una lucha contra reloj por miedo a perder la memoria
El Covadonga es una cantina mexicana que lleva el mestizaje en el nombre y en platos de la carta como el lech¨®n asado. All¨ª coinciden escritores, artistas y alg¨²n que otro farsante. Con la devoci¨®n de un peregrino, Gonzalo Celorio (Ciudad de M¨¦xico, 1948) acud¨ªa al restaurante con sus hermanos varones. Benito, uno de los mayores, el memorioso, relator de las an¨¦cdotas familiares m¨¢s deliciosas, se levant¨® un d¨ªa de la mesa en direcci¨®n al ba?o. Esa vez acab¨®, sin quererlo, en la cocina, desorientado y confundido. Era una se?al inequ¨ªvoca de que estaba perdiendo la memoria.
El Metal y la escoria, la ¨²ltima novela de Celorio, es una batalla sin tregua contra el olvido. El miedo a que el Alzheimer que sufri¨® Benito estuviera inoculado en sus genes le llev¨® a plasmar en papel cualquier recuerdo: un n¨²mero de tel¨¦fono, el nombre de un arquitecto (¡°?C¨®mo se llamaba¡.? Ah s¨ª, Luis Barrag¨¢n¡±), el primer polvo, los amigos muertos. Al dictado de su memoria, el escritor y acad¨¦mico recupera la historia de su familia, empezando por la de su abuelo, Emeterio, un campesino de origen asturiano que lleg¨® a M¨¦xico el siglo pasado.
PREGUNTA. ?Hay alguna manifestaci¨®n concreta de que est¨¦ perdiendo la memoria?
Respuesta. No. Mis hermanos se quedaron muy preocupados cuando leyeron la novela. Me dijeron que no sab¨ªan que estaba tan grave. El Alzheimer no se ha estudiado lo suficiente y no se sabe si puede ser hereditario. Ante la posibilidad de tener esa enfermedad, escribo como si realmente estuviera invadido por ese mal. M¨¢s que un vaticinio es un exorcismo. Al publicar ese miedo, deja de pertenecerle al autor y se deposita en el pecho del lector.
P. H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn y Rafael P¨¦rez Gay tambi¨¦n han escrito recientemente novelas sobre sus familias. ?Por qu¨¦ los escritores mexicanos de su generaci¨®n tienen esta necesidad?
R. Obedece a la necesidad de definir identitariamente qui¨¦n es el escritor. Uno no sabe qui¨¦n es si no sabe de d¨®nde viene. La novela no se limita a reproducir lo que el escritor ya conoce, sino que es un mecanismo de indagaci¨®n. Curiosamente, el recurso de la ficci¨®n narrativa contribuye a la iluminaci¨®n de esas zonas oscuras del pasado.
P. ?Qu¨¦ trampas tiene la autobiograf¨ªa novelada?
R. Yo no s¨¦ si esto es una autobiograf¨ªa. S¨¦ que es una novela. Es el g¨¦nero m¨¢s d¨²ctil de todos los g¨¦neros literarios. Dec¨ªa Carlos Fuentes[c1] que era un g¨¦nero sucio porque naci¨® lleno de impureza pero eso es precisamente lo que alimenta el discurso novel¨ªstico. Cuando la novela trat¨® de restringirse en t¨¦rminos preceptivos, sobre todo en el siglo XVII, se volvi¨® un g¨¦nero anor¨¦xico. Perdi¨® los nutrientes importantes que la novela como g¨¦nero tiene y yo creo que gracias a esa impureza la novela admite biograf¨ªa, ensayo, reflexi¨®n pol¨ªtica, testimonio¡
P. ?Qu¨¦ sensaci¨®n experiment¨® escribiendo cosas tan ¨ªntimas? ?Qu¨¦ parte de pudor hay que vencer?
R. He dicho siempre que si la poes¨ªa debe ser po¨¦tica, la prosa debe ser prosaica. La verdad es que uno de los trabajos m¨¢s arduos aprender a desnudarse porque la desnudez[c2] es la ¨²nica manera de andar por una novela. A mi me cuesta trabajo. Hay que vencer un cierto pudor y una cierta decencia.
P. Fue a Espa?a a buscar sus ra¨ªces.
R. La idea de buscar el origen es un est¨ªmulo novel¨ªstico que tienen muchos escritores. Pienso en Alejo Carpentier en El viaje a la semillla. Esa necesidad de ir en busca de la g¨¦nesis de la historia personal me parece que es algo que est¨¢ en la conciencia de todo el mundo. Ese viaje fue muy interesante por varios motivos. Me di cuenta de la situaci¨®n tan humilde y modesta del origen de mi familia. Hizo que yo valorara a un abuelo que tuvo el arrojo de hacer la Am¨¦rica y hacer una considerable fortuna cuando proced¨ªa de una cuna modesta.
P. En el libro vemos la presencia de un inmigrante, su abuelo Emeterio, que llega a Am¨¦rica en busca de fortuna. Y un t¨ªo republicano exiliado. Son, b¨¢sicamente, las dos formas de ser espa?ol en M¨¦xico.
R. No conozco ninguna novela en donde est¨¦ presente esta Espa?a del inmigrante y tambi¨¦n la representaci¨®n del exilio espa?ol republicano. Los dos fueron muy importantes para la cultura mexicana, seguramente m¨¢s lo segundo que lo primero. Gran parte de los emigrantes del norte de Espa?a llegaron a Argentina, Brasil y obviamente a las provincias que todav¨ªa pertenec¨ªan a Espa?a: Cuba o Puerto Rico, porque estaba prohibido que vinieran a Am¨¦rica hasta 1853, a?o en que se levanta esta prohibici¨®n. M¨¦xico no fue el principal puerto de acogida porque a partir de la independencia pol¨ªtica de M¨¦xico hubo un proceso de desespa?olizaci¨®n muy furibundo en busca de una identidad nacional. Incluso hubo dos expulsiones masivas de espa?oles en el siglo XIX. Los espa?oles no ven¨ªan a M¨¦xico como destino fundamental, de todas maneras hubo una presencia importante. A diferencia de aquello, el exilio republicano encontr¨® las puertas abiertas y el mayor n¨²mero de exiliados recalaron en M¨¦xico.
P. ?Cuando se ve en el espejo se topa con su padre?
R. La imagen de mi padre la tengo muy difuminada. Conoc¨ª a un padre mayor, que ten¨ªa m¨¢s o menos la edad que yo tengo ahora. Era un anciano para m¨ª. Hab¨ªa perdido el o¨ªdo. Mis hermanos mayores fueron mis padres. Gracias a la novela recupero un padre que no tuve y eso es muy conmovedor.
P. Ha escrito un libro sobre su familia materna (Tres lindas cubanas ) ambientado en Cuba, este sobre la familia paterna con varios cap¨ªtulos en Espa?a. ?Habr¨¢ una tercera sobre la saga de Los Celorio con M¨¦xico como fondo?
R. No lo s¨¦. Alguien me dijo que ya no podr¨¦ seguir escribiendo sobre mi familia. Le contest¨¦ que si eso se lo hubieran dicho a Proust no existir¨ªa En busca del tiempo perdido.
P. A veces parece que el libro est¨¢ escrito por un mecan¨®grafo, como si alguien lo estuviera dictando de memoria.
R. ?Si? Qu¨¦ bueno. Es una voz en segunda persona que me cuenta las cosas. Esta novela es una obsesi¨®n que tengo desde hace mucho tiempo. El primer cap¨ªtulo lo tengo en archivos fechados en 1973. Hace m¨¢s de 40 a?os. Eso no significa que me haya tardado 40 a?os en escribir esta novela. Ser¨ªa un escritor fracasado. No ten¨ªa entonces los recursos literarios para emprender esta tarea. Cuando uno es muy joven tiene una gran ambici¨®n y entonces yo quer¨ªa hacer una novela verdaderamente totalizadora y gigantesca, y escrib¨ª una especie de protonovela. Eran mis primeras pesquisas y me di cuenta de que el proyecto era demasiado ambicioso. Lo que me gusta es que ahora la novela no tiene esa ambici¨®n. La madurez consiste en aplacar esas ambiciones tan gigantescas que uno tiene cuando es joven.
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