Marina Abramovic: ¡°Cuando empec¨¦ me quer¨ªan encerrar¡±
La artista asiste en Brasil a una antol¨®gica de su obra y comparte con el p¨²blico su saber
"?Jam¨®n ib¨¦rico!", dice en espa?ol Marina Abramovic, icono del arte contempor¨¢neo y pionera de la performance, ese g¨¦nero en el que el artista act¨²a y trabaja con su propio cuerpo para convertirlo en parte de la obra. Nacida en Belgrado, en 1946, Abramovic?¡ªquinto personaje m¨¢s influyente en el arte contempor¨¢neo seg¨²n la lista de ArtReview de 2014¡ª entorna los p¨¢rpados para recordar su paso por Madrid hace tres a?os, cuando actu¨® en el Teatro Real en la ¨®pera que contaba su vida e imaginaba su muerte: "Estuve un mes y solo com¨ªa jam¨®n. Cada noche, despu¨¦s de la representaci¨®n, ?jam¨®n!". Sin embargo, Abramovic est¨¢ ahora en S?o Paulo. La ciudad brasile?a acoge hasta el 10 de mayo Terra Comunal, una retrospectiva de sus cuatro d¨¦cadas de trayectoria. Las obras de Abramovic se han visto tambi¨¦n en la feria de arte moderno y contempor¨¢neo que finaliz¨® el domingo 12 de abril en esta inabarcable urbe.
La conversaci¨®n transcurre en un camerino del teatro del Sesc Pompeia. Los Sesc son centros vecinales, financiados por empresarios del comercio, en los que se puede comer, bailar, ver exposiciones o asistir a cursos. A la performer le est¨¢n cepillando su larga coleta porque en breve sale al escenario para dialogar sobre su trabajo con un p¨²blico joven. Siempre de negro, se disculpa por el traj¨ªn de peluquera y maquilladora que le dan los ¨²ltimos toques. "Mi vida es as¨ª", dice como si contase un cuento, con voz envolvente.
Pregunta. Usted se defini¨® como "la abuela de la performance...".
Respuesta. Odio ese t¨¦rmino [sonr¨ªe]. Cuando lo dije era joven, y ahora soy mayor. Tengo una palabra mejor: guerrera... soldado de la performance. A mi edad y haciendo shows, tienes que ser un soldado, si no, te mueres.
En el pasado, Abramovic llev¨® en muchas actuaciones su cuerpo al l¨ªmite. Su primera performance, hace m¨¢s de 40 a?os, consisti¨® en puntear con un cuchillo entre los dedos abiertos. Hubo sangre y lo grababa.
P. Sus creaciones han cambiado mucho desde entonces.
R. La gente piensa con nostalgia que antes las performances eran m¨¢s radicales. Te cortabas, te desnudabas, pero ahora son un proceso m¨¢s mental. Entonces, tu p¨²blico pod¨ªan ser 10 personas, as¨ª que en verdad casi nadie las vio. Los museos aceptan hoy las performances como el v¨ªdeo o la fotograf¨ªa, pero ha llevado mucho m¨¢s tiempo ganarse el respeto. Ha habido un cambio radical: cuando empec¨¦ me quer¨ªan encerrar en un manicomio porque cre¨ªan que estaba loca, y hoy me alaban.
P. ?Pero era necesario llegar a infligirse dolor?
R. Lo de la violencia, masturbarse, cagar¡ ya lo hicimos. Ahora se trata de descubrir qu¨¦ hay en nuestra mente. Solo entendemos el 33% de nuestro cerebro, as¨ª que no sabemos una mierda.
P. Para llegar a esto, usted propone la introspecci¨®n del m¨¦todo Abramovic: ejercicios para relajarse y conocerse mejor.
R. ...Quiero que te quedes a mi charla sobre el m¨¦todo. No vuelvo a hablar contigo nunca m¨¢s si no asistes [r¨ªe]. As¨ª te podr¨¢s convertir en alumno m¨ªo.
P. Los que acuden a las clases de su m¨¦todo pasan media hora de pie, otra media sentados, despu¨¦s tumbados, luego tienen que moverse a c¨¢mara lenta, les ponen unos cascos para aislarse¡
R. Son dos horas y media en las que tienes que dejar de lado tu ordenador, tu reloj y el m¨®vil. Te liberas de la tecnolog¨ªa, de la que somos prisioneros por c¨®mo nos relacionamos con ella. A los alumnos los preparo para que sean capaces de¡ de ver como una luz que pasara y dejase todo en calma absoluta. Normalmente no sabemos hacerlo porque estamos ocupados, ansiosos. Cuando he trabajado con gente joven el choque es fuerte porque no se creen que puedan estar sin auriculares escuchando heavy metal. Cuando hay silencio, te reencuentras contigo mismo. Y mi m¨¦todo busca cambiar las cosas, pero si no cambiamos antes nuestra consciencia, no podremos cambiar el mundo. Y si no cambiamos el mundo, alguien lo har¨¢ por nosotros.
P. ?C¨®mo est¨¢ siendo su experiencia en S?o Paulo?
R. Incre¨ªble. Estoy muy feliz por la muestra en el Sesc Pompeia y por mi importante presencia en la feria. Lo que estoy haciendo estas semanas es lo m¨¢s complejo que he acometido nunca: se exponen mis trabajos, imparto talleres a ocho j¨®venes performers y dar¨¦ ocho charlas al p¨²blico.
P. ?Y toda esa actividad?
R. La mayor¨ªa de artistas, cuando tienen una exposici¨®n, van a la galer¨ªa, cenan y se van al hotel. Yo estoy cansada de eso, ya tengo suficiente curr¨ªculo. Lo que quiero es interactuar con la gente, y Sesc es el espacio m¨¢s democr¨¢tico que he visto: todo es gratis, hay gente de todas las clases y creencias, ni?os, ancianos; hacen t¨¦, puedes ver arte, leer peri¨®dicos¡ Esa es mi audiencia. Quiero poner energ¨ªa en mi trabajo, no solo mostrarlo, como hacen muchos.
P. ?Y planea volver a Espa?a?
R. Mi plan es que t¨² me invites [risas].
P. La ¨²ltima vez estuvo en M¨¢laga, hace un a?o, por una retrospectiva en el Centro de Arte Contempor¨¢neo.
R. Fue una locura. Cuando llegu¨¦ a la inauguraci¨®n hab¨ªa 5.000 personas en la calle, cre¨ª que me hab¨ªa equivocado de direcci¨®n. Casi no pod¨ªa respirar de la emoci¨®n. No pens¨¦ que pudiera haber tanto amor hac¨ªa m¨ª.
P. ?C¨®mo se siente uno cuando ha mostrado en un escenario c¨®mo quiere que sea su funeral?.
R. La muerte [dice en espa?ol dram¨¢ticamente]. Me encanta c¨®mo suena esa palabra en espa?ol [r¨ªe]. ?Sabes por qu¨¦? Porque amo las corridas de toros, he ido a muchas, he le¨ªdo a Hemingway... Las corridas simbolizan la oscuridad y la luz... me entristece que en Barcelona las hayan prohibido. Es muy est¨²pido prohibir una tradici¨®n que viene del alma¡ La muerte es importante y por eso lo he organizado todo. No voy a vivir siempre.
Babelia
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