Maltratar
Aplicarse un corrector particular que te obligue a mirar la noticia desde el prejuicio contrario, ayudaría a relacionarse con más naturalidad con los canales que elegimos para informarnos
Al dar cuenta del caso de maltrato abierto contra el exministro de Justicia, López Aguilar, era inevitable mostrar el distinto sesgo que adquiere cualquier noticia en función de sus protagonistas políticos. Aplicarse, también como lectores, un corrector particular que te obligue a mirar la noticia desde el prejuicio contrario, ayudaría a relacionarse con más naturalidad con los canales que elegimos para informarnos. Los medios no dictan sentencia, puesto que lo hará la autoridad pertinente cuando salve los anómalos escollos del aforamiento, pero alimentan un criterio público sobre el asunto, una atmósfera por decirlo de algún modo. Y ahí se ha delatado un mecanismo mental preocupante.
El primero tiene que ver con el machismo subconsciente. Pese a los demasiados siglos de dominación del hombre sobre la mujer es ya hora de corregirlo. No faltaron los analistas que corrieron a hacer una interpretación del caso tan simple como la del regador regado. Igual que el corrupto Granados, mano derecha de Esperanza Aguirre, ha terminado preso en la cárcel que inauguró oficialmente, así el ministro de Justicia padecerá en propia carne los pecados de la ley socialista de protección de la mujer ante la violencia de género. Surge entonces el sospechoso festejo del ya te lo decía yo. Bien tramposo, porque no existe su contrario, una frase hecha que venga a decir: vaya, se vuelve a demostrar que andaba equivocado en lo que yo defendía.
Lo más grave, y en la esfera mediática causa un da?o terrible, fue que muchos celebraban que si la denuncia de malos tratos era falsa machacarían la ley por medio del exministro. Para empezar, ni tan siquiera se había puesto una denuncia, por lo que especular con su falsedad era puro oportunismo. Servía para expandir la idea de que muchas denuncias de malos tratos son falsas, un estado de opinión al que contribuyen demasiados. Hay denuncias falsas en el entorno laboral y en las aseguradoras, más habitualmente, pero no merecen la misma obsesión. Se aprovecha la ventolera para desplegar las velas a favor. Pero los protocolos de actuación han funcionado mejor en este caso que las propias personas, por lo que, pese a la manipulación indecente de las primeras horas, la ley sale fortalecida y nos convoca, en silencio, al criterio judicial.
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