La pesada losa de los elogios
Los tres novilleros, artistas en ciernes, fracasaron ante las reses de Luis Algarra
Mal empezamos. Se anuncian tres chavales con pintas de artistas y la ¨²nica ovaci¨®n de la tarde se le gana un banderillero, ?ngel Odero, por parear con decoro al sexto de la tarde. Se anuncian tres figuras en ciernes y se oyen en las Maestranza seis silencios como seis losas, de esas que pueden llegar a pesar toda una vida. Y se anuncian, adem¨¢s, seis escogidos toretes de barato trap¨ªo, bonitas hechuras, comod¨ªsimos de cara y de cara nobleza; con las fuerzas muy justas, es verdad, y escasa casta en sus ¨¢nimos. Novillos de lujo, que tanto gustan a la nueva hornada del artisteo taurino; animalitos que no molestan y permiten el toreo supuestamente grande que cada cual cree llevar dentro.
?Qu¨¦ pas¨®, pues? Pas¨®, primero, que eran las nueve y cuarto de la noche y aun no se hab¨ªan apagado las luces de la plaza; y como todo hab¨ªa comenzado a las seis y media, los cuerpos estaban molidos y las almas saturadas por un festejo tedioso, lento y sopor¨ªfero.
Pas¨®, adem¨¢s, que los toreros fueron muy pesados, y saben cu¨¢ndo comienzan la faena de muleta, pero no encuentran nunca el momento para montar la espada.
Pas¨® que los tres pecaron de exceso de suficiencia, que, quiz¨¢, es consecuencia de cantidad de elogios no bien digeridos. No es bueno recibir tantas alabanzas cuando se es tan joven, porque los ditirambos te pueden hacer perder el rumbo. Y esa impresi¨®n dieron los tres, a los que falt¨® compromiso y arrebato, importancia, en una palabra, a la hora de demostrar que sus supuestas cualidades son ciertas.
Algarra/ Le¨®n, Ruiz, Aguado
Novillos de Luis Algarra, -el sexto como sobrero-, discretos de presencia, mansos, blandos, descastados y nobles; deslucido el quinto.
Miguel ?ngel Le¨®n: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, estocada y un descabello (silencio).
Jos¨¦ Ruiz Mu?oz: estocada (silencio); estocada tendida y atravesada, seis descabellos y estocada (silencio).
Pablo Aguado: media ladeada y dos pinchazos _aviso_ (silencio); un pinchazo, media, un descabello _aviso_, doce descabellos, _2? aviso_ , y un descabello (silencio).
Plaza de la Maestranza. 12 de abril. Novillada de preferia. M¨¢s de media entrada.
Miguel ?ngel Le¨®n, Jos¨¦ Ruiz Mu?oz y Pablo Aguado poseen aptitudes destacadas para la pr¨¢ctica del toreo. Los tres manejan con donosura y profundidad los enga?os, tienen sentido del temple, buen gusto y empaque, y a los tres les acompa?a la figura. Lo tienen casi todo para que en ellos se deposite la confianza.
Los tres dejaron gotas de calidad. Le¨®n se luci¨® a la ver¨®nica en su lote, y corri¨® muy bien la mano derecha, con empaque y hondura, y destac¨® en algunos naturales en su primero, en una labor de m¨¢s a menos que qued¨® pulcra y a la que le falt¨® arrebato. El cuarto se pas¨® pronto y todo qued¨® en vana porf¨ªa.
Ruiz Mu?oz (su t¨ªo abuelo, Curro Romero, lo vigilaba desde una grada), sorprendi¨® muy gratamente el pasado a?o, y no ha estado a la altura de las expectativas. Se le ve demasiado verde, demasiado interesado en parecerse a Curro y con demasiado poco coraz¨®n. Esa fue la imagen que ofreci¨®, adem¨¢s de su cantada naturalidad, no exenta de frialdad y poco sentido del riesgo.
Aguado se presentaba con caballos en Sevilla despu¨¦s de su incontestable triunfo con los erales en julio pasado. Enjundioso a la ver¨®nica, traz¨® muletazos de altura en ambos novillos, pero a toda su labor le falt¨® unidad y conjunci¨®n. Al final, el presidente incumpli¨® el reglamento y tard¨® m¨¢s de cinco minutos en enviarle el segundo aviso; de no ser por esta generosidad inaceptable, el sexto novillo hubiera vuelto a los corrales.
En fin, que el porvenir est¨¢ plagado de silencio. Y es una verdadera pena porque los tres chavales valen; pero les fall¨® la actitud; quiz¨¢, es que no han sabido o no han podido digerir tantos elogios¡
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