Gombrowicz en camiseta
El dramaturgo Rodrigo Garc¨ªa cada d¨ªa escribe mejor, con m¨¢s claridad y m¨¢s misterio
Estoy leyendo dos libros de Rodrigo Garc¨ªa: Esto es as¨ª y a m¨ª no me jod¨¢is, publicado por el centro murciano Cendeac, en su colecci¨®n Infraleves, y el recopilatorio Barullo, editado por la heroica y segoviana U?a Rota. Algunas veces no le entiendo, pero otras creo que le entiendo mucho, absolutamente, ¨¤ la folie. Como ando falto de espacio, hablar¨¦ de las cosas que creo que entiendo, de lo que me gusta. Me gusta Rodrigo Garc¨ªa cuando me da br¨ªo y fluidez. Antes hab¨ªa una c¨¢scara, un ruido de lavadora a toda m¨¢quina que se interpon¨ªa entre su palabra y mi percepci¨®n. Puede que fuera cosa m¨ªa. O no. Ahora pienso que cada d¨ªa escribe mejor, con m¨¢s claridad y m¨¢s misterio. Anoto y subrayo a cada paso, espigo y mezclo frases. Buena se?al.
Me gusta lo que dice de la risa posmoderna en G¨®lgota Picnic. Extracto: "La pos-pos-modernidad nos ha hecho ir¨®nicos hasta la m¨¦dula. Est¨¢is por encima de todo. Todo lo conoc¨¦is. Todo lo sab¨¦is. Todo lo hab¨¦is vivido. Hab¨¦is construido, conmigo, la metr¨®polis ir¨®nica. As¨ª que todo en vuestras vidas son gui?os. Amanece, capullos. Y no lo celebr¨¢is, mir¨¢is el amanecer con autosuficiencia, ten¨¦is vuestro gui?o para estar por encima de la salida del sol". Cuando m¨¢s me gusta, Rodrigo Garc¨ªa me recuerda a Gombrowicz en camiseta asomado a la ventana, joven y punk y arist¨®crata a sus cincuenta a?os. O al tipo de la zamba de Balderrama, que se alborota quemando, que canta por la medianoche y llora por la madrugada, ¡°y en cada vaso de vino / tiembla el lucero del alba¡±. O cuando se pone Cad¨ªcamo y escucho un bandone¨®n a lo lejos: ¡°A las siete se encienden las farolas /qu¨¦ pena todo en general¡±.
Me gusta mucho la tercera parte de Esto es as¨ª y a m¨ª no me jod¨¢is, cuando descubre que el para¨ªso, seg¨²n Massacio, es un lugar fortificado, y que el Ed¨¦n es lo que est¨¢ afuera, ¡°porque ah¨ª afuera est¨¢ pegando el sol y yo estoy hablando de otra cosa¡±. Me gusta cuando habla de otra cosa y cuando habla de la mism¨ªsima cosa. La mism¨ªsima cosa puede ser el texto radiof¨®nico que escribi¨® para Stefano Scodanibbio, su amigo enfermo y suicidado: esa nuez resquebrajada y seca por la que corre un hilillo de sangre, un arroyo escarlata, esa m¨²sica de Brahms, ese silencio.
Me gusta el Libro de los cinco poemas, dos de ellos muy lindos. (S¨ª, esos dos). Ya sabemos que ¨¦l no tiene por qu¨¦ ser necesariamente el narrador, pero le cuadra mucho esta po¨¦tica. Canta, viejo. ¡°Siempre que escribi¨® relatos acabaron como poemas, y aquella vez que urdi¨® un cuento termin¨® siendo un ensayo. Siempre que tent¨® el teatro concluy¨® filosofando, y cada vez que se call¨® la boca solt¨® en la cama por las noches pedos horribles. De ah¨ª que su chica le alentara a seguir escribiendo lo que fuese¡±. Me sumo a esa demanda. Y a¨²n no he acabado de leer, voy leyendo a saltos. Barullo es un libro ideal para leer en el metro, en el v¨¢ter, junto a la jaula de las fieras. Ah, y esta cita suya del Eclesiast¨¦s: ¡°Por muchos a?os que viva el hombre, que los disfrute todos, considerando que sus d¨ªas de oscuridad ser¨¢n m¨¢s¡±. ?Qu¨¦ puedo decir despu¨¦s de eso? Am¨¦n, por ejemplo. Am¨¦n y adelante.
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