Formas de duelo
En los ¨²ltimos meses han aparecido en Anagrama dos novelas que tratan del duelo por la p¨¦rdida de un ser amado, 'Niveles de vida', de Julian Barnes, y 'Tambi¨¦n esto pasar¨¢', de Milena Busquets
El breve y compacto ensayo de Freud Duelo y melancol¨ªa ha dotado a los atribulados y, sobre todo, a los empe?ados en consolarles de un vocabulario racionalizador de la pena: ¡°Hacer el trabajo del duelo¡±, retirar la libido del objeto ya inexistente y orientarla hacia otro, evitar la psicosis alucinatoria del deseo¡ El estilo siempre elocuentemente antisentimental del maestro vien¨¦s sigue fascinando, pero en este tema despierta la indignada protesta de muchos afligidos: aunque en m¨¢s sofisticado, les suena parecido a los consejos del descerebrado ¡°piensa en positivo¡± reinante, con sus lemas de ¡°la vida sigue¡±, ¡°el tiempo todo lo cura¡±, etc¨¦tera. Prefieren a escritores y poetas menos cient¨ªficos, pero m¨¢s convencidos de la evidencia de lo irreparable, como el propio san Agust¨ªn cuando a la muerte de su madre reivindica ¡°la dulzura de llorar sobre ella y por ella, sobre m¨ª y por m¨ª¡ pues ?qu¨¦ es lo que me hac¨ªa sufrir en el fondo de m¨ª, sino la s¨²bita ruptura de la costumbre, tan grata y querida, de vivir juntos?¡±.
En los ¨²ltimos meses han aparecido en Anagrama dos novelas que tratan del duelo por la p¨¦rdida de un ser amado, distintas en forma y fondo, pero ambas literariamente recomendables: Niveles de vida, de Julian Barnes, y Tambi¨¦n esto pasar¨¢, de Milena Busquets. La primera cuenta con magistral y sobria precisi¨®n la evoluci¨®n de su padecer tras la muerte de su esposa; la segunda narra los intentos de recuperar la plenitud sensual y afectiva de su vida tras la muerte de una madre que hab¨ªa sido mentora y compa?era excepcional. Son dos abandonos muy distintos, el del sexagenario que pierde a quien fue su compa?era durante treinta a?os y la mujer de cuarenta que se queda sin su madre tras una larga enfermedad. Y son contados de modo muy diverso, Barnes con una prosa casi cl¨ªnica de enorme penetraci¨®n y llena de pasi¨®n contenida, Busquets de modo ¨¢gil y muy entretenido, con toques de comedia mundana. Tambi¨¦n los desenlaces son diferentes: la hija se siente finalmente autorizada por la madre ausente a recobrar el disfrute de su vida, mientras que Barnes no se hace demasiadas ilusiones sobre la posibilidad de librarse de la tristeza y se conforma con desplazarla y dejarse llevar por la brisa.
Es dif¨ªcil escribir sobre este tema, porque es el m¨¢s intensamente personal pero tambi¨¦n el m¨¢s com¨²n. Como bien dice Barnes, ¡°la aflicci¨®n, como la muerte, es banal y ¨²nica¡±. La p¨¦rdida del ser querido nos pone frente a dos evidencias abrumadoras, una de ellas se?alada por Freud y la otra ignorada por ¨¦l: lo irremediable y lo insustituible. La combinaci¨®n de ambas es la revelaci¨®n de lo real, negada por los trasmundanos que creen que la muerte puede corregirse y los positivistas que creen reemplazable lo perdido. El verdadero trabajo del duelo es desechar la realidad acolchada y enmoquetada en que habit¨¢bamos y acostumbrarnos a la otra, la desnuda, la que nos desahucia. Hay un apotegma de Wittgenstein que siempre me result¨® indescifrable, salvo en un sentido banal indigno del fil¨®sofo: ¡°El mundo de un hombre feliz es diferente del de uno infeliz¡±. Ahora lo comprendo mejor por experiencia propia y creo que de ello tratan, cada cual a su modo, las dos novelas comentadas.
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