Redimir a Hedda Gabler
Cayetana Guill¨¦n Cuervo encarna a la dama de Ibsen bajo la direcci¨®n de Eduardo Vasco
¡°Yo ten¨ªa con Hedda la misma reserva que todo el mundo: poder entenderla, y hacer que otros la entiendan¡±. Cayetana Guill¨¦n Cuervo (Madrid, 1969) no lo ten¨ªa f¨¢cil. La gran mujer de Henrik Ibsen, despu¨¦s de Nora de Casa de mu?ecas, ha sido tachada de caprichosa, de malvada, de nihilista, de loca, desde su nacimiento en 1880. El p¨²blico y la cr¨ªtica de la ¨¦poca no entendi¨® la oscuridad de Hedda Gabler, la hija del general que destroza su matrimonio, a su antiguo amor y su propia vida en pos de una meta que ni ella misma consigue identificar. Incluso la brillante y lib¨¦rrima escritora Lou Andreas-Salom¨¦ la tach¨® entonces de ¡°lobo con piel de cordero¡±, de ¡°mezquina¡± y de ¡°fr¨ªvola¡±.
Para liberarla de su mala fama, que llega hasta nuestros d¨ªas (Laia Marull la represent¨® en 2012 y dijo de ella que estaba ¡°como una puta cabra¡±), ha querido alejarla de la locura. La Hedda Gabler que ha ideado junto a Eduardo Vasco a la direcci¨®n y Yolanda Pall¨ªn en la versi¨®n del texto ¡°tampoco es una ni?a pija que se aburre¡±. La Hedda que subir¨¢ al Teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid desde ma?ana hasta el 14 de junio es ¡°una mujer capaz, que, por una serie de condicionantes, se comporta de una cierta manera¡±. La base de sus actos no est¨¢ en sus elaborados laberintos mentales, sino en la sociedad. ¡°Quer¨ªamos construir las razones de Hedda a trav¨¦s de la actitud de los dem¨¢s¡±, defiende la actriz.
Hedda Gabler es, entonces, un marido dedicado a su trabajo, una luna de miel que dista mucho del ideal rom¨¢ntico, una t¨ªa pol¨ªtica obsesionada con que un posible embarazo de la protagonista y una vida que no promete m¨¢s que a?os de hast¨ªo. ¡°Intermitente agitaci¨®n femenina de pensamientos. S¨²bita angustia y espanto peri¨®dicos. Todo ha de ser soportado a solas. La cat¨¢strofe se aproxima inexorable, inevitablemente. Desesperaci¨®n, lucha y destrucci¨®n¡±. Es el diagn¨®stico que Henrik Ibsen hac¨ªa de la vida dom¨¦stica de la mujer en 1878. La actriz, asegura, ha llegado a entender la sensaci¨®n de asfixia de la antihero¨ªna: ¡°No puedes pasarte toda la vida pensando que tus acciones tienen consecuencias, como dice ella. Pero es verdad, la vida se construye con las cosas peque?as. Empiezas una relaci¨®n y de repente tienes un hijo. Ah¨ª ya s¨ª que no hay opci¨®n: est¨¢s atada a un ser humano, y a la familia del otro, para siempre¡±.
Habla a su salida del primer ensayo general de la obra, el pasado martes. Son ya las once de la noche y lleva trabajando desde primera hora de la ma?ana (rueda Versi¨®n espa?ola y Atenci¨®n obras) y apenas ha comido. Jura, sonriendo, que no est¨¢ cansada, y sigue d¨¢ndole vueltas a la prueba de vestuario de los dise?os por Lorenzo Caprile. Sus creaciones, un abanico de vestidos que pasan del gris al negro seg¨²n avanza la obra, y el gran tel¨®n art d¨¦co elevan a Hedda por encima de su entorno como a una actriz del Hollywood de los a?os veinte sobre la muchedumbre.
Para el estudio del personaje (que han interpretado Ingrid Bergman, Isabelle Huppert o Cate Blanchett), Cayetana Guill¨¦n Cuervo se sumergi¨® en la biograf¨ªa del dramaturgo. ¡°Es su alter ego. Por los condicionantes sociales que segu¨ªa a rajatabla, ¨¦l viv¨ªa con angustia la vida cotidiana¡±, explica. La obra fue escrita solo un a?o despu¨¦s de la ya escandalosa Casa de mu?ecas, pero aqu¨ª la libertad se alcanza de manera mucho m¨¢s tenebrosa: si Nora es capaz de escapar de casa con un simb¨®lico y eterno portazo, Hedda solo encuentra escapatoria en la muerte. ?Qu¨¦ cambi¨®? En verano de 1879, Ibsen se enamor¨® de una joven vienesa de 18 a?os. ?l ten¨ªa 61. La esperanza parece esfumarse de su obra.
¡°Durante muchas generaciones, la mujer ha tenido que ser feliz a trav¨¦s del hombre. A ella eso le explota en la mano. No puede conformarse. Hasta que ya no tiene cabida en el mundo¡±. Las mujeres en revuelta (la femme revolt¨¦e de Simone de Beauvoir) no pueden ser entendidas por la sociedad, asegura. ?Todav¨ªa es as¨ª? La voz de Cayetana Guill¨¦n Cuervo se oscurece cuando se le pregunta si la ¡°cat¨¢strofe que se aproxima inexorable¡±, como escribi¨® Ibsen, podr¨ªa haberse evitado: ¡°Siempre terminar¨ªa de la misma manera. Quiz¨¢ si hubiera nacido hoy hubiera tenido m¨¢s posibilidades. Pero me hace pensar en todas las mujeres que todav¨ªa intentan acomodarse para no ser criticadas, para sobrevivir. No lo s¨¦. La verdad es que no lo s¨¦¡±.
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