Definiciones
Asocio lo de repera patatera con la presunta gracia verbal de individuos ensotanados que conoc¨ª en la infancia
Los ling¨¹istas especializados en el significado de expresiones entre castizas y dada¨ªstas tendr¨¢n muy complicado explicar en que consiste lo de ¡°la repera patatera¡±. Cuando escucho al escasamente elocuente director de la Agencia Tributaria definir con ese retru¨¦cano lo que sus estupefactos y escandalizados ojos han visto sobre fortunas exportadas a para¨ªsos fiscales, blanqueo de capitales, delincuencia econ¨®mica, tal vez practicada por gente de orden, de los que pronuncian con sentimiento incondicional el sagrado concepto de patria (espa?ola, o catalana, o vasca), intuyo a que se refiere en su simbolismo de tub¨¦rculos y fruta, pero no puedo evitar una ligera verg¨¹enza ajena.
Ser¨¢n cosas del caprichoso subconsciente pero asocio lo de repera patatera con la presunta gracia verbal de individuos ensotanados que padec¨ª en la infancia y la adolescencia, con tertulia de casino en el franquismo entre ciudadanos pudientes y socarrones, con la expresividad rancia, con un sentido descriptivo que no corresponde a mis gustos est¨¦ticos.
E imagino la n¨¢usea que debe provocar esa repera patatera. Y el estado de p¨¢nico que debe de estar padeciendo ese Gobierno y ese partido cuyo sentido de la responsabilidad social ha logrado (aseguran, sin que les crezca la nariz) que la crisis no haya devorado a sus queridos compatriotas, con un cuidado especial, filantr¨®pico y ¨¦pico hacia los m¨¢s d¨¦biles. Los navajazos entre la gran familia pepera, el tumultuoso cambio de barco huyendo del naufragio, el ajuste de viejas cuentas y la venganza por antiguas ofensas, celos , envidias, esas cositas que marcan la condici¨®n humana, pueden ser un espect¨¢culo sangriento.
Y la conjura de los que todav¨ªa mandan para decretar impronunciables las asquerosas palabras ¡°amnist¨ªa fiscal¡±, la rompe la astuta y pragm¨¢tica Soraya sabiendo que ya no les queda tiempo para seguir negando la evidencia. Incluso podr¨ªa ocurrir el estrat¨¦gico milagro tratando de calmar a la plebe, con las elecciones en el cogote, de que se hiciera p¨²blica la identidad de los 30.000 enganchados al ¡°pilla la pasta y corre¡± o a los 715 presuntos blanqueadores de su vil metal. Pero a los grandes tiburones blancos no los cazar¨¢ ni Spielberg. Como mucho, el sistema castigar¨¢ un poquito a los imprudentes que no supieron proteger su honorable disfraz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.