Fellini como hermano mayor

En Autobiograf¨ªa de un espectador, el magn¨ªfico pr¨®logo que escribi¨® Italo Calvino en 1974 para el libro Hacer una pel¨ªcula, de Federico Fellini, el escritor analizaba a fondo la importancia que hab¨ªa tenido el paso del cineasta por la publicaci¨®n sat¨ªrica Marc¡¯Aurelioa la hora de sentar las bases de su futura est¨¦tica cinematogr¨¢fica: ¡°La fuerza de la imagen en las pel¨ªculas de Fellini, tan dif¨ªcil de definir al no encuadrarse en ninguna cultura figurativa, tiene sus ra¨ªces en la agresividad redundante y discordante del dibujo period¨ªstico¡±.

Esa etapa fundamental en la formaci¨®n del cineasta centra, tambi¨¦n, buena parte de la atenci¨®n de Ettore Scola en Qu¨¦ extra?o llamarse Federico, el homenaje que el director de Una mujer y tres hombres (1974) le dedica con la admiraci¨®n de quien quiere rescatar el fulgor de su desaparecido e irrepetible hermano mayor.

A la redacci¨®n de Marc¡¯Aurelio, donde ya trabajaba Steno, tambi¨¦n fue a parar el propio Scola, cuyas ilustraciones de sint¨¦tica elegancia a lo Saul Steinberg contrastaban con las deformaciones barrocas de Fellini. Es en ese territorio del origen, y en clave de memoria blanquinegra, donde parte este recorrido lib¨¦rrimo a trav¨¦s de una experiencia compartida que parece tomar como modelo la fluidez tonal y estructural de Roma (1972). Scola intenta emular la est¨¦tica del artificio del amigo evocado y, aunque en ocasiones no puede evitar caer en el pastiche felliniano, lo que prevalece es la fuerza del afecto, as¨ª como la generosidad a la hora de aportar detalles reveladores y alumbrar ¨¢ngulos poco conocidos del maestro.