El diablo en el cuerpo (de Paquirr¨ªn)
La premisa es irresistible, pero el humor de ese prometedor punto de partida prefiere apostar por la gracia populista
Despu¨¦s de velar sus armas en la casa Aardman como animador en la serie televisiva derivada del fundacional cortometraje Creature Comforts (1989) de Nick Park, Sam Orti volvi¨® a su Espa?a natal para emprender el solitario camino del samur¨¢i y, as¨ª, convertirse en uno de los escasos practicantes locales de animaci¨®n de personajes fotograma a fotograma con figuras de plastilina. Tras una serie de cortos planteados como territorio de pruebas ¨Cen los que ya se manifestaba el gusto por el reciclaje de g¨¦neros y mitolog¨ªas y por el humor par¨®dico y referencial-, el cineasta presenta un trabajo que, por su mera existencia, ya merece ser saludado como gesta heroica: Pos eso, largometraje que intenta hermanar un fresco de la Espa?a de papel couch¨¦ y telerrealidad con las constantes del cine de posesiones demon¨ªacas, es fruto de cuatro a?os de tit¨¢nica labor y todo en ¨¦l grita a los cuatro vientos su condici¨®n de desaf¨ªo artesanal patol¨®gicamente obsesivo.
En?Pos eso, el extra?o comportamiento del hijo de una famosa folcl¨®rica y de un no menos c¨¦lebre torero de triste destino requiere los servicios de un exorcista. La premisa, sin duda, es irresistible -la s¨ªntesis de Regan, Damien y Paquirr¨ªn-, pero el humor que deriva de ese prometedor punto de partida prefiere apostar por la gracia populista de impacto inmediato que por registros de comicidad algo m¨¢s sofisticada. En otras ocasiones la brillantez de las ideas ¨Cla folcl¨®rica, trasunto de la Pantoja, bati¨¦ndose en un duelo de zapateado con el mism¨ªsimo Diablo- no encuentra su correspondencia con una animaci¨®n que es m¨¢s posibilista que deslumbrante. Con todo, lo m¨¢s discutible del conjunto son los feos intentos de amplificar o matizar algunos detalles de su animaci¨®n artesanal con efectos digitales.
POS ESO
Direcci¨®n: Sam Orti.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2014.
Duraci¨®n: 75 minutos.
Imperfecta, pero con logros notables ¨Cde los cuales su sentido del ritmo y de la s¨ªntesis narrativa no es precisamente el menor-,?Pos eso se cierra con unos cr¨¦ditos animados al ritmo de un tema del grupo Uzzhua?a donde ese Sam que se ha divertido de lo lindo, a lo largo de todo el metraje, reproduciendo escenas sangrientas con plastilina, ofrece su particular recital de inventiva formal y flexibilidad expresiva. Este cr¨ªtico cruza los dedos para que, dentro de unos a?os, veamos esta opera prima como el alentador primer paso en una generosa filmograf¨ªa de progresiva ambici¨®n.
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