El equipo de Demolici¨®n
¡®The Wrecking Crew¡¯ viene a recordar que la eficiencia era una virtud cardinal en la industria
El tiempo se acaba, cari?o. El declive de la industria musical tal como la conoc¨ªamos est¨¢ arrasando toda la infraestructura que sosten¨ªa el tinglado. Los grandes estudios de grabaci¨®n, por ejemplo. Ni siquiera se podr¨¢ practicar la arqueolog¨ªa industrial sobre sus ruinas: espacios atractivos desde la perspectiva inmobiliaria, est¨¢n siendo reconvertidos en pisos de lujo o (no me hagan chistes) residencias para la tercera edad.
Apremiados por la urgencia, se realizan documentales que retratan el modus operandi de los m¨²sicos an¨®nimos que sudaban en aquellos recintos. En 2002, apareci¨® Standing in the shadows of Motown, cr¨®nica agridulce de los Funk Brothers, artesanos del Sonido Detroit, abandonados cuando Motown se traslad¨® a California. En 2013, se estren¨® Muscle Shoals, sobre los ¡ªperd¨®n¡ª palurdos blancos que, en aquel villorrio de Alabama facturaron toneladas del mejor soul de los sesenta bajo el nombre informal de The Swampers (derivado de lo que se llam¨® ¡°rock pantanoso¡±).
Dave Grohl, de Nirvana y los Foo Fighters, ha usado su star power para rodar el documental Sound City (2013) y la serie ambulante Sonic highways (2014), aunque el foco est¨¢ en las figuras que visitaron un determinado estudio. Hace poco, tambi¨¦n apareci¨® A 20 pasos de la fama, que estudiaba el caso especial de las coristas.
Y ahora llega el m¨¢s esperado. No es una forma de hablar: aseguran que The Wrecking Crew tard¨® doce a?os en filmarse y otros cinco en conseguir el dinero para pagar los derechos del centenar de canciones incluidas. Resulta que el Equipo de Demolici¨®n ¡ªocurrencia del baterista Hal Blaine¡ª toc¨® en buena parte del pop dorado que se hizo en Los ?ngeles durante los a?os sesenta y parte de los setenta, desde las wagnerianas producciones de Phil Spector a los almibarados discos de los Carpenters. Con esas grabaciones, los propietarios no hacen descuentos.
Y eso que hab¨ªa una motivaci¨®n sentimental: el director del documental, Denny Tedesco, es hijo de uno de los demoledores, el guitarrista Tommy Tedesco, perteneciente al subgrupo de jazzmen ¡ªcomo Barney Kessel, Red Callender, Don Randi¡ª que encontraron acomodo en los estudios. Otros ven¨ªan de mecas musicales que se volvieron hostiles, como Nueva Orleans: Dr. John, Earl Palmer, Plas Johnson. Hab¨ªa chicos listos de Arkansas (Glenn Campbell), Arizona (Al Casey), Oklahoma (Leon Russell, Jim Keltner).
The Wrecking Crew viene a recordar que la eficiencia era una de las virtudes cardinales en la industria musical. Antes de que el rock impusiera el dogma de la autenticidad, utilizado para atacar la ¡°falsedad¡± de The Monkees, no hab¨ªa nada vergonzoso en utilizar los servicios de estos m¨²sicos altamente cualificados, que tocaron en los primeros discos de The Byrds o que ayudaron a Brian Wilson a concretar las ¡°sinfon¨ªas adolescentes¡± que herv¨ªan en su cabeza.
Entre las filmaciones de ¨¦poca, son asombrosas las que captan las sesiones de los Beach Boys, con el mofletudo Brian Wilson dando instrucciones a unos instrumentistas resabiados, que se hubieran partido de risa si a alguien se le hubiera ocurrido pontificar que all¨ª se estaba haciendo arte. Pero s¨ª era arte. O, por lo menos, una edad de oro del pop. Una feliz convergencia. Discogr¨¢ficas que ced¨ªan el tim¨®n a ambiciosos talentos juveniles (tanto Wilson como Spector eran veintea?eros), pose¨ªdos de visiones lo bastante ardientes para imponerse a los cotizados obreros especializados de los estudios. A su servicio ten¨ªan una tecnolog¨ªa elemental (grabadoras de cuatro pistas) que permit¨ªa trabajar con rapidez. Todo ello, en un clima cultural que toleraba las audacias, muy lejos del sistema fordista imperante en Detroit o el control f¨¦rreo de los disqueros en Nueva York. Al fondo, un mercado masivo y global, ansioso de novedades.
Un delicado equilibrio que se fue quebrando en los a?os posteriores, seg¨²n se multiplicaron las pistas y se endiosaron las j¨®venes estrellas. En The Wrecking Crew todav¨ªa trabajaban bajo la ilusi¨®n de que el verano iba a ser eterno.
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