¡°?Mis obras no significan nada!¡±
Carl Andre abomina del arte actual por ¡°mediocre¡± y rechaza las etiquetas Una muestra en el Reina Sof¨ªa confirma su papel de maestro del minimalismo
La baj¨® del cielo al suelo. Y as¨ª la escultura dej¨® de ser solo un hito vertical para extenderse de forma horizontal a ras de tierra, creando un espacio para recorrerla, vivirla e integrarse en ella. Hoy puede no sorprender a nadie, pero cuando Carl Andre (Massachusetts, EEUU, 1935) rompi¨® en los a?os sesenta con ese concepto de monumentalidad y con la postergaci¨®n de la escultura con respecto a la pintura caus¨® una aut¨¦ntica conmoci¨®n en el mundo del arte.
A su madre, sin embargo, sus obras no le dec¨ªan mucho. Lo recordaba entre risas el propio artista desde Nueva York en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S, unos d¨ªas antes de la presentaci¨®n en el Museo Reina Sof¨ªa de su gran reprospectiva Carl Andre: escultura como lugar, 1958-2010, a la que no asisti¨® este lunes. ¡°Mi madre siempre quiso que yo le esculpiera una gaviota y yo le dec¨ªa: ¡®Conozco a otros artistas que te pueden hacer eso, pero yo no¡¯ y ella se pon¨ªa a llorar¡±, dice. ¡°Mi padre tampoco entend¨ªa lo que yo hac¨ªa, pero le dir¨¦ una cosa: de ¨¦l hered¨¦ mi amor por los materiales¡±, a?ade.
No en vano, Andre nunca olvid¨® la imagen de sus padres sacando al porche todos los utensilios de metal que ten¨ªan en casa para su transformaci¨®n en armas, como se hab¨ªa solicitado por las autoridades, a ra¨ªz del inesperado ataque japon¨¦s a Pearl Harbour, en 1941, explicaba Yasmil Raymond, una de las comisarias de la muestra, organizada por la Dia Art Foundation de Nueva York en colaboraci¨®n con el Reina Sof¨ªa, que se podr¨¢ ver en Madrid hasta el 12 de octubre.
¡°Andre ten¨ªa un gran amor a los materiales. Y como sus padres, no desperdiciaba nada. El paisaje de su tierra, la naturaleza, las canteras de granito, las minas, le marcaron muy pronto¡±, se?ala la comisaria, junto a la obra Lever (1966), formada por una hilera baja de 137 ladrillos refractarios que sale de la pared con el aparente prop¨®sito de mostrar un camino.
Metales, maderas de cedro, hormig¨®n, arena y cal son los materiales de los que est¨¢ construida ¡°la constelaci¨®n de piezas, como cartograf¨ªas que se encuentran en islas espaciales¡±, seg¨²n definici¨®n del subdirector del museo, Jo?o Fernandes, que componen la muestra, cuya parte principal se exhibe en el Palacio de Vel¨¢zquez, subsede del museo.
Se trata de una selecci¨®n de las esculturas de uno de los artistas m¨¢s relevantes y complejos del minimalismo. Una de las figuras del cambio del paradigma en el arte que se produce a finales de los a?os cincuenta y principios de los sesenta, subray¨® Manuel Borja-Villel, director del Reina Sof¨ªa. Tambi¨¦n se le considera uno de los precursores del land-art, con v¨ªnculos estrechos con el arte povera y con planteamientos cercanos al arte conceptual, adem¨¢s de ser autor de una importante obra po¨¦tica, tal vez eclipsada por la pl¨¢stica, que se muestra en el edificio Sabatini, sede central de la pinacoteca, en compa?¨ªa de sus Dada forgeries, que relacionan la obra de Andre con los ready-made de Marcel Duchamp.
Pero el nombre de Carl Andre se asocia indefectiblemente al minimalismo, al reduccionismo, la repetici¨®n y el serialismo que caracterizan buena parte de su creaci¨®n, como se puede observar mientras se camina bajo las luminosas y relajantes salas del Palacio de Vel¨¢zquez, entre los le?os de sus primeras obras, los jalones de hormig¨®n en formaci¨®n geom¨¦trica, la hipn¨®tica espiral o las planchas met¨¢licas pisables. Estas ultimas ya se pudieron ver en la exposici¨®n que en 1988 se organiz¨® en el cercano Palacio de Cristal.
?Ha muerto de ¨¦xito el minimalismo? ¡°El minimalismo nunca se ir¨¢¡±, responde Andre. A continuaci¨®n, sin embargo, abomina de la cr¨ªtica y del mercado del arte, de los movimientos y de las etiquetas, del discurso concebido por la historiograf¨ªa y amplificado esquem¨¢ticamente por los medios de comunicaci¨®n. ¡°Nunca me ha importado lo que digan los cr¨ªticos. Es que no saben lo que dicen. Hoy hay demasiadas cosas mediocres, pero, si tienen publicidad, se vender¨¢n. Eso es lo que le importa al mercado. A m¨ª me da igual. Nunca busqu¨¦ ponerle nombre a lo que hac¨ªa y jam¨¢s explico mis obras, ?que no significan nada!¡±, enfatiza. Minimalismo, land-art, arte conceptual... ¡°Todas esas categor¨ªas son una mierda¡±, agrega el autor en un tono entre provocador y sincero.
Tampoco le preocupan las tendencias del arte actual: ¡°De una manera extra?a, el arte no me interesa. No saldr¨ªa de mi casa para ir a ver arte. Solo voy a mis propias exposiciones, o a las de mis amigos o de mis amantes. No es que est¨¦ mal lo contempor¨¢neo; es que no es interesante¡±. ?Y su arte? ¡°Me interesa a m¨ª y eso es lo que importa¡±.
El nombre de Andre salt¨® de las p¨¢ginas de arte a las de sucesos cuando en 1985 falleci¨® su esposa, la artista cubana y precursora del body-art Ana Mendieta, al caer del piso (el 34) que compart¨ªan en un edificio del Greenwich Village de Nueva York. Se le acus¨® de asesinato, aunque fue absuelto tres a?os despu¨¦s. ¡°No quiero hablar de eso. Fue una tragedia para m¨ª, para todos. De repente, la gente se dividi¨® entre los que me odiaban y los que no. Por un tiempo se supon¨ªa que yo era el mayor estafador que el mundo hab¨ªa visto¡±, responde.
Retirado de la pr¨¢ctica art¨ªstica en 2010, Andre, de 79 a?os, ha ayudado a organizar esta retrospectiva que ahora recala en Madrid, procedente del Dia de Nueva York, y que posteriormente viajar¨¢ a Berl¨ªn, Par¨ªs y Los ?ngeles. ¡°Espero que no sea mi ¨²ltimo disparo de moribundo. Quiero quedarme un rato m¨¢s¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.