?Qui¨¦n no ama ¡®El Padrino¡¯?
Las ¨²ltimas pel¨ªculas de Coppola no est¨¢n a la altura de su genio Obras maestras como ¡®Apocalypse Now¡¯ le acreditaron hace tiempo como una leyenda
Francis Ford Coppola (no deliremos, no nos pongamos l¨ªricos, lo de Ford se lo pusieron sus padres en homenaje al millonario fundador de la marca automovil¨ªstica y no previendo que su criatura, a la que imaginas barbuda y voluminosa desde su nacimiento, crear¨ªa pel¨ªculas tan imperdurables y hermosas como las de un tal Sean Aloysius O¡¯Fearna, alias John Ford) fue considerado prematuramente como un ni?o prodigio de Hollywood, destinado a poseer un trono en el sol. Lo de prematuramente es mi opini¨®n, pero no pretende ser caprichosa ni injusta. De acuerdo, Coppola tiene 23 a?os cuando rueda la embarullada y experimental Dementia 13, y pocos m¨¢s cuando dirige la solo simp¨¢tica Ya eres un gran chico, el lujoso musical El valle del arcoiris (no es mi g¨¦nero, no capto sus esencias, no entiendo, lo ¨²nico que me fascina en los musicales es ver bailar a Fred Astaire, las inolvidables piernas de Cyd Charisse, y, c¨®mo no, Cantando bajo la lluvia) y reconozco una atm¨®sfera inquietante a ratos en su roadmovie Llueve sobre mi coraz¨®n (as¨ª tradujeron imperdonablemente en Espa?a Rain people, o sea Gente de lluvia, el t¨ªtulo m¨¢s bello, arom¨¢tico, po¨¦tico y triste para mi enfermizo gusto que ha recibido una pel¨ªcula), pero esta curiosa filmograf¨ªa no ofrec¨ªa evidencias incontestables para asegurar que entre 1972 y 1974 este director crear¨ªa dos inmarchitables obras de arte tituladas El Padrino y El Padrino. Parte II.Ya s¨¦ que 18 a?os m¨¢s tarde, e imagino que su econom¨ªa recibi¨® una oferta que no pod¨ªa rechazar, nos ofreci¨® el ocaso sin retorno de Michael Corleone, y que estaba bien narrado (las secuencias finales en la ¨®pera de Palermo son memorables) pero palidece al lado de sus geniales antecesoras, a las que copia excesivamente, con sensaci¨®n de encargo y de fatiga.
Y admites que tu bula ser¨¢ eterna despu¨¦s de haber logrado lo inmejorable, dos obras maestras que est¨¢n m¨¢s all¨¢ del elogio, puedes haber disfrutado docenas de veces a lo largo del tiempo y que te siguen provocando id¨¦ntica admiraci¨®n, sensaciones muy poderosas, el retrato m¨¢s profundo, complejo y opi¨¢ceo de la toma del poder y las tr¨¢gicas renuncias que le pueden acompa?ar, la defensa de la familia como supremo motor vital y su progresiva descomposici¨®n, la violencia institucionalizada como l¨®gica continuaci¨®n de los grandes negocios, el innegociable ritual de la venganza, pero a precio tr¨¢gico cuando debes ejercerla contra tu propio hermano o los amigos de siempre, la complicidad de intereses entre la pol¨ªtica, el crimen organizado y las grandes corporaciones, la forzada emigraci¨®n al Nuevo Mundo y la falta de escr¨²pulos para sobrevivir o triunfar en ¨¦l, las zonas de luz y de sombra de la condici¨®n humana, la fidelidad a principios tan ancestrales como b¨¢rbaros. Hay todo tipo de sentimientos en la cr¨®nica sobre la familia Corleone y est¨¢n descritos con un lenguaje magistral. Sus personajes, sus contradicciones, lo que sabemos de ellos y lo que nos sugieren, la violencia f¨ªsica y mental, las situaciones intimistas y las de acci¨®n, los di¨¢logos, los rituales costumbristas, las interpretaciones (tanto las estelares como las de reparto) se han convertido en algo justificadamente mitol¨®gico, en referencia inagotable y con causa para los espectadores de cualquier ¨¦poca y de cualquier parte.
Despu¨¦s de esta saga en estado de gracia, ser¨ªa m¨¢s que problem¨¢tico volver a alcanzar semejante calidad. Al hacerse rico y haber tocado el cielo con su genio, Coppola pod¨ªa haber dedicado el resto de su existencia a la contemplaci¨®n o a beberse sus exquisitos vi?edos. No lo hizo. Su adicci¨®n a crear cine, como autor y produciendo a los dem¨¢s, era a perpetuidad. Y sufri¨® naufragios, se embarc¨® en sue?os que acabaron convirti¨¦ndose en pesadillas, se arruin¨® y resucit¨®, se equivoc¨® y expi¨® la penitencia. Dirigi¨® pel¨ªculas tan ambiciosas como olvidables. Casi siempre con momentos aislados que revelaban su excepcional talento, su personalidad proteica. Experiment¨® con el lenguaje y las nuevas tecnolog¨ªas (el hombre que fue bendecido por el clasicismo en sus padrinos), decepcion¨® a muchos de sus espectadores incondicionales. Y mejor olvidar piadosamente la obra que ha realizado en el siglo XXI. Conviene proteger con mimo el viejo recuerdo de tantos esplendores en la hierba.
Su adicci¨®n a crear cine, como autor y productor, es a perpetuidad
Y tambi¨¦n existen pel¨ªculas fascinantes en la obra de Coppola a partir de sus tragedias mafiosas. Es imposible olvidarte de Gene Hackman en La conversaci¨®n, aquel retrato tortuoso de aquel solitario pat¨¦tico que se gana la vida espiando al pr¨®jimo, vendiendo sus secretos m¨¢s ¨ªntimos hasta que desencadena el horror y ¨¦l se desmorona por dentro y por fuera, paranoico con causa, tocando el saxo mientras que su cerebro enloquece. Y Apocalypse now es m¨¢s que una de las mejores pel¨ªculas sobre la guerra, es el temible coloc¨®n que provoca viajar al coraz¨®n de las tinieblas, sabiendo que puede no haber retorno, que el v¨¦rtigo, la fiebre y la desesperaci¨®n de Kurtz es contagioso no solo para los que le rodean o pretenden matarle sino tambi¨¦n para el hipnotizado espectador. ?Y c¨®mo olvidar en La ley de la calle al legendario El chico de la moto y su espera desolada y resignada del final, vagando como un fantasma por un mundo que ya no es el suyo? Puede haber desacuerdos en la cinefilia sobre las grandezas y las miserias de Coppola. Pero hay que ser ciegos o necios para no amar su prodigiosa saga sobre los Corleone.
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