La vibraci¨®n de la casta
Fue una verdadera pena que no se permitiera que Agitador, el segundo de la tarde, ensabanado de pelo y 515 kilos de peso, acudiera por tercera vez al caballo. Entre el torero y el presidente privaron al g¨¦nero humano de un espect¨¢culo singular, de esos que ocurren muy de vez en cuando, pero que llenan el alma de una indescriptible sensaci¨®n de belleza.
El toro y un torero a caballo, el picador Pedro Iturralde, hab¨ªan protagonizado momentos antes una de esas fiestas que por s¨ª solas justifican la afici¨®n a los toros.
Estaba Agitador a varios metros de la segunda raya, y el caballo, en la contraquerencia, como debe ser; el picador que se deja ver, muestra el pecho del caballo y cita a su oponente. Agitador, fija la mirada con preferente atenci¨®n, levanta la cara, se engalla, y comienza un galope espectacular mientras Iturralde lo espera con la vara en posici¨®n de combate. Es un instante, un segundo, quiz¨¢, pero parece intemporal. Galopa el toro, ya llega a la jurisdicci¨®n del caballo, y una imperceptible c¨¢mara lenta permite captar c¨®mo la puya clava en todo lo alto en el momento mismo en el que se produce el feliz encuentro. Corto fue el puyazo y no destac¨® la pelea del toro, pero ah¨ª qued¨® el maravilloso espect¨¢culo.
Fuente Ymbro/Jim¨¦nez, Ure?a, El Payo
Toros de Fuente Ymbro, -el tercero, como sobrero-, bien presentados, mansos, sosos y nobles; bravo en el caballo y muy encastado y codicioso en la muleta, el segundo, fuertemente ovacionado en el arrastre.
C¨¦sar Jim¨¦nez: estocada y un descabello (silencio); bajonazo (silencio).
Paco Ure?a: estocada ca¨ªda y seis descabellos (palmas); casi entera muy baja (silencio).
Octavio Garc¨ªa El Payo: estocada ca¨ªda y tendida, dos descabellos _aviso_ y el toro se echa (silencio); pinchazo y cuatro descabellos (silencio).
Plaza de las Ventas. 9 de mayo. Segunda corrida de la Feria de San Isidro. Casi tres cuartos de entrada.
OVACI?N: El toro Agitador fue un referente de casta y codicia.
PITOS: C¨¦sar Jim¨¦nez ofreci¨® una imagen conformista y triste.
La suerte quiso que hubiera repetici¨®n. Otra vez el toro de largo, la plaza ya conmovida, con los sentidos prestos, -que no se mueva un alfiler-, se mastica el emocionante silencio que precede a los destellos imborrables. Otra vez el picador en su sitio, erguido sobre la montura, con la respetable chuler¨ªa de quien se siente torero, y Agitador que responde a la m¨ªnima llamada y vuelve a galopar; y otra vez ese instante de locura, de gracia y de pasi¨®n que encierra el tercio de varas.
La plaza irrumpi¨® en una atronadora ovaci¨®n que se repartieron el toro y el picador, y algo qued¨® tambi¨¦n para el caballo, que hizo su papel muy bien hecho, que para eso est¨¢.
La corrida de hoy
Toros de Valdefresno, para los diestros Eugenio de Mora, Morenito de Aranda y Arturo Sald¨ªvar.
Agitador hab¨ªa acudido con presteza al capote, y si no destac¨® m¨¢s en las banderillas fue porque no brill¨® la lidia, si bien es verdad que el animal berre¨® y escarb¨® antes de perseguir a la cuadrilla.
En tablas estaba cuando Paco Ure?a lo cit¨®, muleta en mano, desde el centro del ruedo. Como una bala acudi¨® el toro en busca de la franela, desbordante de codicia, y el torero aguant¨® firme y heroico el vendaval de casta que se le vino encima. La segunda tanda result¨® casi perfecta: plantado en la arena, baj¨® la mano, mand¨® en la embestida y dibuj¨® muletazos extraordinarios; sin soluci¨®n de continuidad tom¨® la zurda y traz¨® un natural que con aire de circular. No tuvo la misma templanza la tercera, y baj¨® el tono vital del toro por el lado izquierdo. Agotado, quiz¨¢ por tanto esfuerzo, a¨²n tuvo arrestos para arrastrar el hocico en una quinta tanda de derechazos, y unas manoletinas ajustadas pusieron el punto y final a un momentazo de emoci¨®n.
El torero se qued¨® sin trofeos porque mat¨® mal, y porque su actuaci¨®n no fue todo lo redonda que el toro exig¨ªa. Quiz¨¢, falt¨® experiencia y oficio. No debe ser f¨¢cil someter a c¨¢nones art¨ªsticos la fortaleza de la casta. Pero Ure?a no volvi¨® la cara en ning¨²n momento, le sobran ganas y coraz¨®n, y tuvo, qui¨¦n sabe, la mala suerte de encontrarse con un toro que era mucho toro para una plaza tan exigente como esta. Agitador fue largamente aplaudido en el arrastre y algunos pidieron la vuelta al ruedo, que parec¨ªa exagerada; pero ah¨ª qued¨® el espect¨¢culo, que cualquiera sabe cu¨¢ndo el g¨¦nero humano tendr¨¢ oportunidad de extasiarse de nuevo.
Ure?a lo intent¨® de nuevo ante el quinto, muy blando y soso, y sus deseos no fructificaron. Tambi¨¦n lo intent¨® con muy buenas maneras El Payo, vistoso con el capote, y responsabilizado y hondo con la muleta. Consigui¨® tandas meritorias y aisladas por ambos lados ante su primero, sin rematar en una labor de peso, y se aburri¨® ante el descastado sexto.
Y el que nos aburri¨® a todos fue C¨¦sar Jim¨¦nez, que ofreci¨® una imagen muy triste, sin convencimiento alguno. Su actitud fue de derrota, de conformismo e indolencia. Parece que vino a Madrid a rellenar un formulario, y eso no est¨¢ bien, porque hay muchos toreros enlagrimados por venir a esta feria. ?Para qu¨¦ ha venido usted a San Isidro? Me alegro que me haga esa pregunta.
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