George Miller estrena su nuevo ¡®Mad Max¡¯ en el Festival de Cannes
La saga comenz¨® en 1979 con Mel Gibson y ahora le ha tomado el relevo Tom Hardy
Miller est¨¢ feliz de que Mad Max. Furia en la carretera se estren¨¦ hoy en Cannes. ¡°Me gusta imaginar esa sala llena de gente vestida de etiqueta, de esmoquin y tiros largos, viendo una pel¨ªcula de acci¨®n como la m¨ªa¡±, se regodea.
Parece mentira que tenga que ser un septuagenario con cara de bonach¨®n despistado, corto de vista y enfundado en una cazadora que se le ha quedado grande quien prometa el nuevo apocalipsis de Hollywood. Pero as¨ª presenta George Miller (Brisbane, Australia, 1945) su ¨²ltima pel¨ªcula, Mad Max. Furia en la carretera, esa que ha acabado de mezclar hace apenas once d¨ªas tras cerca de 15 a?os de producci¨®n. ¡°Me siento como un entrenador que acaba de abandonar el campo de f¨²tbol y necesita ver la moviola con la repetici¨®n de las jugadas para saber con certeza lo que hizo su equipo¡±, asegura el realizador australiano. Lo que ha hecho es una de las pel¨ªculas m¨¢s esperadas del a?o. O quiz¨¢ de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. La saga comenz¨® en 1979 con Mad Max. Salvajes de autopista e hizo de Mel Gibson una estrella y de Miller parte de la ¡°nueva ola¡± del cine australiano. El equipo ha cambiado. En lugar de Gibson, Tom Hardy interpreta el papel de Max Rockatansky, el polic¨ªa que lo ha perdido todo menos su instinto de supervivencia en este mundo post apocal¨ªptico. Y esta cuarta entrega de Mad Max sienta a una mujer, Charlize Theron, al volante en el papel de Imperator Furiosa. La energ¨ªa es la misma de hace tres d¨¦cadas, una persecuci¨®n continua donde no se respira m¨¢s que arena y gasolina. ¡°Mi ¨²nico deseo es que se sintiera real. Y estos d¨ªas es muy dif¨ªcil que la gente te crea. Por eso lo rod¨¦ como anta?o¡±, asegura un cineasta que fue m¨¦dico antes que realizador. Como anta?o significa que el hombre que hizo del cerdito Babe un ovejero y puso al ping¨¹ino de Happy Feet a bailar utilizando lo ¨²ltimo en tecnolog¨ªa digital esta vez se ha decantado por lo anal¨®gico. ¡°En la pel¨ªcula no hay nada CGI. Por oper¨¢tico que sea, por incre¨ªble que parezca, todo es real¡±, asevera.
Miller no est¨¢ loco, aunque un visionado de su pel¨ªcula as¨ª lo haga pensar. Tampoco ha violado las leyes de la f¨ªsica. S¨®lo las ha desafiado delante de las c¨¢maras utilizando gente de verdad en veh¨ªculos de verdad en paisajes reales a lo largo de 135 d¨ªas de filmaci¨®n rodados pr¨¢cticamente en continuidad. ¡°Cada d¨ªa era otra gran jornada de acci¨®n y stunts¡±, dice disfrutando con el recuerdo sin importarle su edad. La raz¨®n es clara: ¡°Me encanta el cine de acci¨®n porque es lenguaje cinematogr¨¢fico puro, el que se forj¨® en los tiempos del cine mudo. Como dijo Hitchcock: ¡°Me gusta hacer pel¨ªculas que no necesiten subt¨ªtulos ni en Jap¨®n¡±. Para conseguir este asalto visual cont¨® con otro septuagenario como John Seale, el director de fotograf¨ªa al que sac¨® de la jubilaci¨®n para trabajar en Mad Max. Furia en la carretera tras a?os de iluminar lo que fue la ¡°nueva ola¡± australiana. Y a Guy Norris como el director de la segunda unidad, el hombre que hizo sus propias acrobacias en el primer Mad Max como doble de acci¨®n de Gibson. ¡°Fue como juntar a la misma banda y si funciona para los Rolling Stones, tambi¨¦n funciona con nosotros¡±, afirma con humor.
El polvo lo encontr¨® en el desierto de Namib, uno de los puntos m¨¢s ¨¢ridos y desolados del planeta situado en las costas de ?frica, entre Angola, Namibia y Sur¨¢frica. Miller pensaba rodar en Australia pero las peores inundaciones en a?os reverdecieron hasta su desierto. No fue lo ¨²nico que le retras¨® en estos 15 a?os. Los atentados del 11S tiraron abajo su intento de reavivar la trilog¨ªa de Mad Max ante la incertidumbre que rein¨® en Hollywood. Luego lo que Miller resume como ¡°las turbulencias en la vida de Mel¡± le hicieron reescribir el papel para otro, reinventando la figura de Max como antes pas¨® con Hamlet o Bond. ¡°Tom ten¨ªa seis semanas cuando estrenamos el primer Mad Max pero es igual de temerario¡±, describe a su nuevo protagonista. De Theron s¨®lo tiene una cosa que decir y es que tras hacer sus propias escenas de acci¨®n ella volv¨ªa a coger el coche y les conduc¨ªa a casa.
Dentro este realismo, Miller no es tonto ni suicida. Es un maestro del cine que conoce todas las armas a su disposici¨®n. No utiliz¨® green screens pero disfrut¨® de las nuevas tecnolog¨ªas, de esas peque?as ¡°c¨¢maras basura¡± como las llama, de usar y tirar, que coloc¨® en los sitios m¨¢s inveros¨ªmiles para conseguir las im¨¢genes m¨¢s impactantes en esta gran persecuci¨®n que es Mad Max. Furia en la carretera. ¡°En esta pel¨ªcula no hay m¨¢s historia. La persecuci¨®n es el centro de la cinta. El resto, MacGuffin¡±, reitera, de nuevo parafraseando a Hitchcock. Miller tambi¨¦n describe su trabajo, ese que la pr¨®xima semana lleva al festival de Cannes, como una ¨®pera rock. Al fin y al cabo para este realizador el cine no es m¨¢s que ¡°m¨²sica visual¡±, m¨²sica para los ojos. Un total de 480 horas de im¨¢genes rodadas en bruto que edit¨® para una audiencia que como dice ¡°lee el cine con m¨¢s rapidez¡± que lo hac¨ªan hace tres d¨¦cadas. Mad Max II. El guerrero de la carretera ten¨ªa 1.200 cortes. Esta tiene 2.700.
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