Allen, en forma; y los raros, a lo suyo
Woody Allen hab¨ªa descrito en dos obras maestras tituladas Delitos y faltas y Match point los angustiosos interrogantes, la carga moral y el sentido de culpa que implica quitarle la vida a otra persona. El oculista ad¨²ltero y el trepa irland¨¦s liado con su antigua cu?ada, ante la amenaza recurren al asesinato de sus amantes para mantener lo mucho que tienen que perder: familia, esposas convenientes, triunfo profesional y social, dinero. En El hombre irracional, presentada fuera de concurso, Allen vuelve a abordar tema tan desgarrador. Con la diferencia de que aqu¨ª el matador no conoce a su v¨ªctima y no lo hace para salvar sus relaciones sentimentales, su estatus, su cuenta bancaria, su esplendoroso presente y la tranquilidad en su futuro.
Es un profesor de filosof¨ªa devastado por la ruptura con su mujer y la muerte en Irak de su mejor amigo. Tambi¨¦n por un nihilismo que sospechamos gen¨¦tico, la impotencia y apat¨ªa sexual, la desaparici¨®n de la alegr¨ªa o el instinto de vivir. A pesar de ello, una alumna y una compa?era de trabajo encuentran irresistible y mon¨ªsimo al suicida potencial. Su desesperaci¨®n no s¨®lo la refugia en el alcohol y las teor¨ªas filos¨®ficas, sino que tambi¨¦n acaba dej¨¢ndose seducir por las dos enamoradas damas. Intuye que su vitalismo resucitar¨¢ si decide arreglar un poquito los males del mundo perpetrando el crimen de un juez fel¨®n y prevaricador que siempre dicta sentencias en las separaciones matrimoniales contra la parte m¨¢s d¨¦bil y acorralada.
Aunque no renuncie absolutamente al humor, las consecuencias de este asesinato den lugar a situaciones inesperadas o tragic¨®micas entre el tr¨ªo protagonista y el tono no sea sombr¨ªo, Allen se toma muy en serio un dilema comparable al que propon¨ªa Dostoievski en Crimen y castigo. Esta pel¨ªcula no alcanza la complejidad, el suspense y la profundidad de sus anteriores cr¨®nicas de cr¨ªmenes, pero est¨¢ contada con la inteligencia, la imaginaci¨®n y el atrevimiento que caracteriza a este impagable artista. A Joaquin Phoenix, como siempre, no le cuesta demasiado esfuerzo interpretar el tormento ni hacer de colgado existencial, pero no le ve¨ªa yo como un actor al gusto de Allen. Phoenix est¨¢ muy bien, al igual que Emma Stone. No es extra?o que las estrellas de Hollywood trabajen por un salario m¨ªnimo cuando las solicita Woody Allen. No es s¨®lo una cuesti¨®n de prestigio, es que saben que los personajes, di¨¢logos y situaciones que este director se inventa no tienen desperdicio, que el regalo va a ser mutuo entre ellos y el hombre que les dirige.
El tortuoso y aclamado (s¨®lo en los festivales) universo del director griego Yorgos Lanthimos ya no se expresa en su lengua natal sino que lo hace en ingl¨¦s y su pel¨ªcula est¨¢ protagonizada por estrellas como Collin Farrell y Rachel Weisz. Se acab¨® la marginaci¨®n. La langosta, exhibida en la secci¨®n oficial, tiene un arranque prometedor. En el futuro la gente que no tenga pareja ser¨¢ obligada a recluirse en un hotel en el que con m¨¦todos surrealistas se les buscar¨¢ el hombre o la mujer que convenga a las instituciones. Deber¨¢n compaginar ese encierro temporal con internarse de vez en cuando en un bosque para cazar a un grupo de rebeldes empe?ados en seguir sobreviviendo en soledad. Pero la sorpresa no dura mucho. Lanthimos y su obligaci¨®n de ser el m¨¢s retorcido y posmoderno convierte progresivamente la historia en una repetici¨®n de momentos sin la menor gracia, en un planificado y aburrido disparate.
Y ha causado admirativa sensaci¨®n entre los de siempre El hijo de Sa¨²l, ¨®pera prima del director h¨²ngaro Laszlo Nemes, que antes hab¨ªa sido el ayudante de director del venerado Bela Tarr, se?or al que guardar¨¦ eterno agradecimiento por su decisi¨®n de no rodar m¨¢s pel¨ªculas.
El argumento se centra en los campos de exterminio nazis. Pero no se alarmen, el estilo y el tono no tienen nada que ver con el que utiliz¨® Spielberg hablando de tema tan estremecedor en la magistral La lista de Schindler. La voluntad de Laszlo Nemes es que lo que ocurre en la pantalla se vea poco y mal (la fotograf¨ªa es voluntaria y abusivamente oscura), imagino que para acentuar el horror, y que tampoco entiendas con claridad lo que est¨¢ ocurriendo. O sea, que tu imaginaci¨®n no pare de currar. Un prisionero jud¨ªo, enrolado a la fuerza en el macabro trabajo de los crematorios, reconoce un d¨ªa a su hijo en uno de los cad¨¢veres. O tal vez imagina que es su hijo. No est¨¢ claro. En cualquier caso, decide que el ni?o muerto se merece una sepultura como manda Yav¨¦ y no el b¨¢rbaro anonimato. Es ese tipo de cine en el que no logro enterarme de casi nada. Seguro que recibir¨¢ un premio notable.
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