La vida sin pausa
Se nos exige estar conectados 24 horas al d¨ªa. Y las consecuencias se dejan sentir en multitud de ¨®rdenes de la existencia
La vida sin pausa propia del capitalismo del siglo XXI provoca conflictos que son inseparables de las configuraciones del sue?o y la vigilia, la iluminaci¨®n y la oscuridad, la justicia y el terror. Genera indefensi¨®n y vulnerabilidad. La f¨®rmula 24/7 [24 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana] sirve para evocar una constelaci¨®n de poderosos procesos de nuestro mundo contempor¨¢neo caracterizados por la actividad, la acumulaci¨®n, la producci¨®n, las compras, la comunicaci¨®n, el juego, o cualquier otra cosa, incesantes. Ya sea en el trabajo o en el tiempo libre, existe una imposibilidad cada vez mayor de hacer una pausa, de estar desconectado. 24/7 significa la imposici¨®n generalizada a la vida humana de una duraci¨®n sin interrupciones, de un tiempo homog¨¦neo que ya no transcurre.Trasciende al tiempo del reloj y se define por un principio de funcionamiento y operaci¨®n continuos.
La vida sin pausa propia del capitalismo del siglo XXI provoca conflictos?
24/7 significa que no hay intervalos de calma, silencio, o descanso y retiro. Igualmente importante es que se trata de una condici¨®n de exposici¨®n y visibilidad permanentes, un mundo iluminado ininterrumpidamente en el cual nada de lo ¨ªntimo puede permanecer oculto o en el ¨¢mbito privado. Es sin¨®nimo de la implacable traducci¨®n a valor monetario de cualquier intervalo de tiempo posible o de cualquier relaci¨®n social concebible, de hacer todos los elementos de nuestras vidas convertibles a los valores del mercado. La mayor¨ªa de los motores b¨¢sicos de la vida humana ¡ªel hambre, la sed, el deseo sexual, y, desde hace poco, la necesidad de amistad¡ª han sido transformados artificialmente en formas mercantilizadas o financializadas. Sin embargo, la gran excepci¨®n es el sue?o. El sue?o, en cambio, representa esa parte de las necesidades humanas y de los intervalos de tiempo que no pueden ser colonizados o conectados a una enorme m¨¢quina de obtener rentabilidad. Lo extraordinario del sue?o en esta era es que de ¨¦l no se puede extraer absolutamente ning¨²n valor monetario.
En su profunda inutilidad, su absoluta pasividad y su inmensa p¨¦rdida de tiempo de producci¨®n y consumo, el sue?o entrar¨¢ siempre en colisi¨®n con las exigencias de un universo 24/7. La gran parte de nuestras vidas que pasamos dormidos, liberados de tener que satisfacer mec¨¢nicamente la proliferaci¨®n de falsas necesidades, es uno de los grandes desaf¨ªos humanos a la voracidad del capitalismo contempor¨¢neo. El sue?o es una interrupci¨®n intransigente del robo de nuestro tiempo por parte del capitalismo. Nuestro actual sistema econ¨®mico mundial de mercados 24/7 y de producci¨®n y consumo incesantes es fundamentalmente incompatible con la pausa de inactividad del sue?o humano. Para m¨ª, es una fuente de optimismo que haya un intervalo en el tiempo humano que sea imposible de conquistar en la pr¨¢ctica por la l¨®gica del mercado y de otras fuerzas de control. El sue?o puede sufrir perjuicios o mermas a causa de esa vida sin pausa inducida por las nuevas tecnolog¨ªas y la globalizaci¨®n, pero nunca podr¨¢ ser totalmente colonizado o racionalizado. Ahora nuestra meta deber¨ªa consistir en concentrarnos en otros espacios y actividades que necesiten ser defendidos de su traducci¨®n en valor financiero, ya sea en el lugar de trabajo, en el medio ambiente, en la educaci¨®n, en la agricultura o en muchas otras ¨¢reas en crisis.
El sistema 24/7 ha suplantado la mayor parte de las notas distintivas r¨ªtmicas y peri¨®dicas de la vida humana que florecieron durante miles de a?os. Connota un esquema arbitrario y r¨ªgido de la semana, privado de la variopinta indeterminaci¨®n de la experiencia vital. Como se?alaba al principio, muchas instituciones del mundo desarrollado llevan d¨¦cadas funcionando 24 horas al d¨ªa siete d¨ªas a la semana, sobre todo desde la implantaci¨®n de las comunicaciones por sat¨¦lite. Pero no ha sido hasta hace poco, en los ¨²ltimos 10 o 15 a?os, cuando la elaboraci¨®n de la propia identidad personal y social est¨¢ siendo reorganizada para adaptarla al funcionamiento ininterrumpido de los mercados, las redes de informaci¨®n y otros sistemas.
El tiempo para el descanso es demasiado caro para ser posible en la actual econom¨ªa global
Un entorno 24/7 tiene la apariencia de un mundo social, pero en realidad es un modelo no social de conducta maquinal y una suspensi¨®n del acto de vivir que encubre el coste humano exigido para sostener su efectividad. Se debe distinguir de lo que Georg Luk¨¢cs y otros definieron a principios del siglo XX como el tiempo vac¨ªo y homog¨¦neo de la modernidad, el tiempo m¨¦trico o de calendario de los pa¨ªses, de las finanzas o de la industria, del cual estaban excluidas las esperanzas o los proyectos de los individuos o de la clase trabajadora. La novedad es el abandono generalizado de todo fingimiento de que el tiempo va unido a cualquier proyecto a largo plazo, incluso a fantas¨ªas de ¡°progreso¡± o desarrollo. Un mundo sin sombras, iluminado 24 horas al d¨ªa siete d¨ªas a la semana, es el sue?o capitalista final de la poshistoria, en la que la alteridad que constituye el motor del cambio hist¨®rico ha sido suprimida.
24/7 es un tiempo de indiferencia, frente a la cual quedan al desnudo la fragilidad y la precariedad de la vida humana, y en el que el sue?o no es necesario ni inevitable. Con respecto al trabajo, hace veros¨ªmil, incluso normal, la idea de trabajar sin pausa, sin l¨ªmite. 24/7 est¨¢ alineado con lo inanimado, lo inerte o lo exento de envejecer. Como una exhortaci¨®n publicitaria, proclama la disponibilidad absoluta, y por lo tanto, las necesidades ininterrumpidas y la incitaci¨®n a ellas, pero tambi¨¦n su insatisfacci¨®n perpetua. La ausencia de restricciones al consumo no es simplemente temporal. Hace tiempo que dejamos atr¨¢s la ¨¦poca en la que se acumulaban principalmente cosas. En la actualidad nuestros cuerpos y nuestras identidades asimilan una sobrecarga en continua expansi¨®n de servicios, im¨¢genes, procedimientos o substancias qu¨ªmicas hasta un l¨ªmite maligno o, a menudo, fatal. La supervivencia a largo plazo del individuo es cada vez m¨¢s prescindible a tenor del abandono del Estado de bienestar, as¨ª como de cualquier forma de capitalismo mitigada o controlada. Se rechaza la necesidad de cualquier intermedio de pausa o quietud. El tiempo para el descanso, la salud o el bienestar es sencillamente demasiado caro para ser posible dentro de la actual econom¨ªa global.
De forma similar, el sistema 24/7 es inseparable de la cat¨¢strofe medioambiental por su declaraci¨®n de gasto permanente, de derroche infinito con la consiguiente alteraci¨®n terminal de los ciclos de d¨ªa y noche y de las estaciones de los cuales depende la integridad ecol¨®gica. Un rasgo destacado del mundo actual es la irrelevancia de cualquier noci¨®n de preservaci¨®n o conservaci¨®n. Tomemos el ejemplo de la incalculablemente valiosa selva del Yasun¨ª, en Ecuador, hogar de poblaciones ind¨ªgenas, pero tambi¨¦n con un subsuelo rico en petr¨®leo. Cuando el Gobierno plante¨® que no se llevar¨ªan a cabo perforaciones si se lograba reunir un fondo mundial de tan solo 3.000 millones de d¨®lares (2.644 millones de euros) para compensar el sacrificio de los ingresos del petr¨®leo, las instituciones m¨¢s ricas del planeta apenas fueron capaces de prometer unos pocos millones.
La lecci¨®n es que si en alg¨²n sitio hay recursos de cualquier clase de los que apropiarse o que explotar, tarde o temprano ser¨¢n apropiados o explotados. Actualmente, en todo el planeta est¨¢ teniendo lugar una fren¨¦tica org¨ªa ininterrumpida de saqueo y acumulaci¨®n, ya sea la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica, la miner¨ªa del carb¨®n, la perforaci¨®n submarina, la agroindustria, el refinado t¨®xico de minerales o la contaminaci¨®n de los oc¨¦anos y los r¨ªos. La l¨®gica de esta expropiaci¨®n de recursos exige que prosiga sin cesar, de la ma?ana a la noche, 24 horas al d¨ªa siete d¨ªas a la semana, sin dar tiempo a la regeneraci¨®n de los sistemas vivientes y de los entornos. Tendemos a pensar que hemos entrado en una nueva era de mundos desmaterializados y virtuales de redes digitales, rob¨®tica y nanotecnolog¨ªa, pero la fuerza motriz que hay detr¨¢s del capitalismo del siglo XXI sigue siendo el expolio de las materias primas de la Tierra. E, inevitablemente, los inmensos proyectos de extracci¨®n de recursos que saquean el suelo y el agua son posibles con la intervenci¨®n de la violencia militar y las formas represivas de poder pol¨ªtico. Como ya sabemos, aunque prefiramos no pensar en ello, los dispositivos digitales que nos requieren 24 horas al d¨ªa siete d¨ªas a la semana y que definen qui¨¦nes somos, no podr¨ªan existir sin la expropiaci¨®n destructiva y letal de la riqueza mineral del Sur global.
Pero tambi¨¦n insisto en que las temporalidades sin pausa son corrosivas para el tejido de la vida social y la sociedad civil. Al fomentar una cultura vac¨ªa de autopromoci¨®n y autoabsorci¨®n, las tecnolog¨ªas 24/7 perpet¨²an la ilusi¨®n de un tiempo sin espera, de una instantaneidad a demanda, de adquirir y tener manteni¨¦ndose aislado de la presencia f¨ªsica de otros y de cualquier sentido de la responsabilidad que esta pueda conllevar. El sistema 24/7 tambi¨¦n mina la paciencia y la deferencia individuales que son cruciales para cualquier forma de democracia directa: la paciencia de escuchar a los otros y de esperar a que llegue el turno para hablar. El problema de esperar, de intervenir por turnos, est¨¢ ligado a una incompatibilidad m¨¢s amplia del capitalismo del 24/7 con cualquier pr¨¢ctica social en la que intervengan el compartir, la reciprocidad o la cooperaci¨®n. Para los partidos y los grupos de izquierdas, el concepto de ¡°pol¨ªtica por Internet¡± es un ox¨ªmoron desastroso. Puede que las plataformas de las redes sociales tengan el potencial algor¨ªtmico de movilizar a gran cantidad de personas en torno a un solo tema o a un acontecimiento ¨²nico, pero son intr¨ªnsecamente incapaces de alimentar una comprensi¨®n vivida de la interdependencia humana o de las pr¨¢cticas fortalecedoras de apoyo mutuo basadas en la comunidad.
Como nos dicen muchos famosos te¨®ricos de la pol¨ªtica, cualquier clase de resistencia eficaz supone inventar al mismo tiempo nuevas maneras de vivir. Y aqu¨ª viene la parte dif¨ªcil: antes de que cualquier nueva forma de vida social pueda surgir siquiera de forma provisional, tiene que haber un replanteamiento radical de cu¨¢les son nuestras necesidades, un redescubrimiento de cu¨¢les son nuestros deseos. Esto significa dejar por completo de comprar lo que se nos dice que necesitamos, y repudiar del todo el papel de consumidores. Significa rechazar activamente la letalidad de la cultura del dinero y todas las im¨¢genes y fantas¨ªas t¨®xicas de riqueza material que nos rodean. Para aquellos de nosotros que tengamos hijos, significa abandonar las expectativas imposibles y desesperadas de ¨¦xito profesional y econ¨®mico que les imponemos, y proporcionarles en cambio visiones de un futuro habitable compartido colectivamente. Pero estas son tan solo las primeras de las tareas preliminares, una preparaci¨®n rudimentaria para las luchas pol¨ªticas reales que est¨¢n teniendo lugar actualmente y para aquellas que no tardar¨¢n en extenderse por doquier, en medio de la intensificaci¨®n de la cat¨¢strofe ecol¨®gica, la polarizaci¨®n econ¨®mica y la guerra imperial.
Jonathan Crary es profesor de Historia de Arte Moderno en la Universidad de Columbia de Nueva York. 24/7, su ¨²ltimo libro est¨¢ editado por Ariel.
Traducci¨®n de News Clips.
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