Las voces de la nueva realidad
La generaci¨®n de la crisis se consolida en Espa?a. Rondan los 40 a?os, pero no tienen una est¨¦tica com¨²n. En sus obras convive cr¨ªtica social y un intimismo cercano a la autoficci¨®n
A la hora de hablar de las nuevas voces que con creciente ¨¦xito se suman al panorama de la narrativa en Espa?a, parece m¨¢s acertado pensar en un mosaico de selfies, o en una de esas im¨¢genes captadas por una c¨¢mara oculta en un and¨¦n, que en una foto de grupo, bien posada y producida. Con una producci¨®n editorial de 48.755 libros en 2014, seg¨²n datos del ¨²ltimo informe del INE publicado el pasado abril, y un 99,4% de primeras ediciones, la idea de nuevas voces resulta apabullante. Pero son los escritores nacidos en la d¨¦cada de los setenta, en aquella Espa?a en la que se apagaba el r¨¦gimen franquista y se pactaba la democracia, quienes se van consolidando en el nuevo contexto. Han cumplido los 40 o est¨¢n cerca de hacerlo, empezaron a publicar en la ¨²ltima d¨¦cada y sus libros, ya sean novelas o ensayos, se abren un hueco estable, m¨¢s all¨¢ del movimiento fren¨¦tico al que est¨¢n sujetas las mesas de novedades.
?Los 40 son, literariamente, los nuevos 20? El cr¨ªtico Jos¨¦-Carlos Mainer advierte sobre posibles espejismos y recuerda que la novela es un g¨¦nero de madurez m¨¢s que la poes¨ªa. "La literatura escrita en la etapa juvenil o de forma espont¨¢nea no es una superstici¨®n nueva", apunta. Cita a Pere Gimferrer y Javier Mar¨ªas como dos destacadas y precoces excepciones, que publicaron cuando apenas abandonaban la adolescencia. "Entonces hab¨ªa menos libros y esos fueron muy importantes. Actualmente el mundo literario resulta m¨¢s acogedor, hay presentaciones, coloquios, redes, y eso facilita que en algunos casos la profesionalizaci¨®n del escritor ocurra muy pronto. Adem¨¢s, el modo de conocimiento hoy es m¨¢s espasm¨®dico. Frente a los libros y los viajes de antes, ahora est¨¢n las pantallas, las redes e Internet". Tambi¨¦n ha cambiado el lugar que ocupa el escritor. F¨¦lix de Az¨²a abord¨® este asunto en relaci¨®n con el conjunto de su obra en Autobiograf¨ªa de papel. "El prestigio antiguo era respetuoso, distante y teatral", explica. ?Tiene sentido hablar de relevo generacional en este nuevo contexto? "Los cambios generacionales se pod¨ªan determinar por el juicio que ejerc¨ªan sobre los diferentes momentos hist¨®ricos. Todav¨ªa hoy no hay mejor gu¨ªa de la Espa?a del XIX que Gald¨®s, ni mejor descripci¨®n de la de principios del XX que Baroja. En la actualidad eso ya no tiene sentido. A nadie le interesa", afirma Az¨²a.
Sin consenso entre la cr¨ªtica ni antolog¨ªa consagrada de por medio, resulta poco acertado hablar de una generaci¨®n literaria. Javier Calvo (Barcelona, 1973) se muestra esc¨¦ptico ante esta idea: "No creo que exista realmente una generaci¨®n literaria de narradores espa?oles de los ochenta, ni de los sesenta, ni de los sesenta, m¨¢s que en los t¨¦rminos de precariedad. Al contrario, estas tres generaciones trabajan en un mismo plano, o mejor dicho, en una multiplicidad de planos, muchos de ellos no susceptibles de comparaci¨®n, y a partir de idiosincrasias complejas. Casi todos, adem¨¢s, est¨¢n muy permeados por la tradici¨®n latino?americana y la anglosajona, que son las dos principales tradiciones for¨¢neas que m¨¢s nos influyen a los escritores espa?oles de la democracia. Es cierto que los g¨¦neros populares, las nuevas tecnolog¨ªas o la cultura audiovisual est¨¢n presentes en las obras de estos autores, pero ser¨ªa absurdo fingir que esas influencias no llevan ya d¨¦cadas entre nosotros", escrib¨ªa en un art¨ªculo el autor de Corona de flores.
La idea de los referentes generacionales no acaba de convencer al poeta y novelista Carlos Pardo (Madrid, 1975), pero, sin embargo, defiende que cualquier novela habla del tiempo en que se escribe, y de ah¨ª algo se puede extrapolar. "Quiz¨¢ cosas que uno sent¨ªa que eran personales y originales, te das cuenta de que apuntan a problemas sociol¨®gicos m¨¢s amplios. Para los hermanos peque?os del baby boom no hab¨ªa mucho cupo libre y nos enfrentamos a la necesidad de reexplicar una identidad, un pa¨ªs, un modelo productivo. Es algo que se ve en pol¨ªtica y tambi¨¦n en literatura", afirma. Uno de los cambios que Pardo apunta es el creciente acceso a la informaci¨®n y el amplio panorama de editoriales independientes que asumen el riesgo: "Se traduce mucho y no s¨®lo de Estados Unidos; en Espa?a, un lector tiene acceso a muchas maneras de entender la literatura". Y en este panorama ¨¦l piensa que queda diluida la tradici¨®n patria: "La literatura espa?ola ya no existe; ha pasado a ser una m¨¢s de las literaturas iberoamericanas". No todos acaban de verlo tan claro. "Lo local est¨¢ cada vez m¨¢s disuelto y me he formado leyendo a gente de todas partes, pero eso no ha anulado las se?as de identidad", dice la escritora y editora invitada del sello Caballo de Troya, Elvira Navarro (Huelva, 1978), que public¨® su primer libro en 2007. A pesar de la reducci¨®n de las tiradas y de los adelantos, del endurecimiento de las condiciones materiales, Navarro aprecia una saludable variedad de propuestas. "Gracias a la crisis, la narrativa espa?ola, que estaba muy cerrada a reconocerse ideol¨®gicamente, se ha movido a otros lugares".
La autoficci¨®n es uno de ellos. Con su segunda novela, El viaje a pie de Johann Sebastian (Perif¨¦rica), Carlos Pardo ha vuelto a apostar por la biograf¨ªa ficcionalizada, y esta vez el resultado ha tenido mejor acogida, porque, seg¨²n sostiene, es ahora en Espa?a cuando se ha aceptado esta corriente como una parte m¨¢s del g¨¦nero de la novela, una renovaci¨®n. No es esta la ¨²nica f¨®rmula. Ah¨ª est¨¢, entre otros, Gonzalo Torn¨¦ (Barcelona, 1976), que en Divorcio en el aire (Literatura Random House) construye un mon¨®logo airado, una historia de crisis y fracaso. Pero lo cierto es que tomar las experiencias propias como material para un libro no es ninguna novedad, pero el ¨¢ngulo parece ser distinto. "Mirarse dentro para contar desde m¨¢s cerca o m¨¢s lejos es algo que siempre ha estado ah¨ª. Proust deb¨ªa ser el mayor cotilla de la historia", dice Milena Busquets (Barcelona, 1972) cuya novela Tambi¨¦n esto pasar¨¢ (Anagrama) ha sido la gran revelaci¨®n de 2015 dentro y fuera de Espa?a, ocupando los primeros puestos en las listas de venta, con una excelente acogida cr¨ªtica y traducciones vendidas a m¨¢s de 20 pa¨ªses. "La diferencia ahora es que quiz¨¢ no intentamos explicar nada excepcional; son historias de p¨¦rdida o de enamoramiento, peque?as producciones que encuentran la conexi¨®n al reducir la escala, porque parece que se lo est¨¢s contando al o¨ªdo. La ¨¦poca de la grandilocuencia se ha acabado", afirma Busquets. ?Y los escritores han quedado desbancados? "En Francia puede que los intelectuales tuvieran poder, pero tengo la impresi¨®n de que en Espa?a nadie nunca se los ha tomado muy en serio. Tampoco s¨¦ si un escritor debe tener relevancia o poder, creo que es bueno que est¨¦ un poco apartado, sentirte un poco inc¨®modo". Ella, hija de la editora y escritora Esther Tusquets, en ning¨²n caso cree en la escritura como una profesi¨®n: uno escribe si tiene algo que contar. "Si lo que has escrito lo pod¨ªa haber hecho otra persona, no vale".
Sara Mesa (Madrid, 1976), la autora de Cicatriz (Anagrama) ¡ªuna novela que aborda el enmascaramiento y la construcci¨®n de identidades en la Red¡ª, explica que publicar no fue un camino f¨¢cil. Empez¨® a los 30 ¡ª"a los 20 estaba viviendo"¡ª, public¨® dos libros de cuentos, luego llegaron un par de novelas y hoy compagina su trabajo de funcionaria en Sevilla con la escritura. "No se debe generalizar, pero creo que publicar demasiado pronto no es bueno. Tambi¨¦n me gusta mantener cierta distancia. Es interesante estar un poco fuera y al final escribir es una cosa solitaria. La mayor¨ªa de autores que me interesan no se dedican profesionalmente a la literatura. Casi nadie vive de sus libros, y la gente m¨¢s joven que promociona actos, conferencias y dem¨¢s puede acabar sintiendo que su creaci¨®n se resiente". En el panorama actual, esta autora identifica, adem¨¢s del repunte de la autoficci¨®n ¡ª"hay literaturas genuinas del yo, pero tambi¨¦n hay impostura"¡ª, una serie de novelas con una dimensi¨®n pol¨ªtica-¨¦tica de autores como Pablo Guti¨¦rrez (Huelva, 1978) con Democracia (Seix Barral), Coradino Vega (Riotinto, 1976) con Escarnio (Caballo de Troya) o Daniel Ruiz Garc¨ªa (Sevilla, 1976) con Todo est¨¢ bien (Tusquets). Pero Mesa se rebela contra esta clasificaci¨®n a la que apuntan los medios: "Se habla mucho de los temas que se tratan en los libros y poco del lenguaje literario o las estructuras", afirma, antes de se?alar al autor de Intemperie, Jes¨²s Carrasco (Badajoz, 1972), como uno de los que trabajan con m¨¢s profundidad el lenguaje.
No se trata de falta de ambici¨®n ni de calidad, afirma Isaac Rosa (Sevilla, 1974); el problema que ¨¦l detecta como lector es de desconexi¨®n entre la narrativa espa?ola y la realidad a la que se refiere, a los lectores a los que se dirige. Algo que no percibe en la narrativa latinoamericana actual. "Hablamos de las novelas de la crisis en Espa?a y, sin embargo, deber¨ªamos hablar m¨¢s de la crisis de la novela, porque, aunque tiene p¨²blico y prestigio, ha perdido un lugar que ocupaba en la sociedad", sostiene el autor de El vano ayer. Explica Rosa que en los ¨²ltimos siglos la novela serv¨ªa en gran medida como una interpretaci¨®n de su tiempo, y ahora siente que va camino de la irrelevancia en t¨¦rminos sociales y pol¨ªticos, pero tambi¨¦n culturales. "Quiz¨¢ idealicemos el pasado, pero hoy la novela trasciende poco, no sirve para contarnos nuestro tiempo, y otras ficciones como el cine, las series televisivas o incluso la narrativa period¨ªstica suplen esto", explica. "La novela de la democracia no ha servido para entender nuestro tiempo y con la crisis necesitamos esas interpretaciones de la realidad". La repolitizaci¨®n de los ciudadanos en los ¨²ltimos a?os ha reintroducido de alguna forma la pol¨ªtica en la novela, pero este autor dice sentir una insatisfacci¨®n parecida a la que le provocaron las novelas sobre la Guerra Civil, un tema que explor¨® a fondo en su obra. Y en la autoficci¨®n Rosa ve un s¨ªntoma m¨¢s de que la literatura no interpreta la realidad aunque formalmente sea realista ¡ª"es un realismo con poca realidad que no mira a las partes m¨¢s conflictivas, evita el mundo de fuera"¡ª. Es en el ensayo, en el teatro y en otras f¨®rmulas como la novela gr¨¢fica donde Rosa encuentra los mimbres para que la literatura recupere su relevancia frente al p¨²blico.
La tercera v¨ªa del ensayo; as¨ª define el soci¨®logo y ensayista C¨¦sar Rendueles (Girona, 1975) a una corriente que se aleja tanto del academicismo m¨¢s estricto como de la divulgaci¨®n m¨¢s crasa. Ah¨ª est¨¢n los t¨ªtulos de V¨ªctor Lenore (Soria, 1972) Indies, hipsters y gafapastas (Capit¨¢n Swing);?D¨®nde est¨¢ mi tribu? (Clave Intelectual), de Carolina del Olmo (Madrid, 1976); Un mundo com¨²n (Bellaterra), de Marina Garc¨¦s (Barcelona, 1973), o Fin de ciclo (Traficantes de Sue?os), de Isidro L¨®pez y Emmanuel Rodr¨ªguez, entre otros. Libros que abordan desde el deporte hasta la familia, la pol¨ªtica o el trabajo, y que, aunque no han logrado frenar la decadencia en ventas de este g¨¦nero, marcan un nuevo ritmo. "En Espa?a hay ahora ensayos sofisticados capaces de llegar, que buscan un di¨¢logo m¨¢s amplio", explica Rendueles, autor de Sociofobia. "Me siento identificado con este estilo democr¨¢tico de abordar temas sin un tono populista y sin tratar al p¨²blico con condescendencia". En Bergam¨ªn, Machado, Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo o Rafael Barrett encuentra Rendueles la tradici¨®n de ensayistas espa?oles que trabajaban de espaldas a la academia, pero para entender la transformaci¨®n actual apunta m¨¢s que a los autores a los lectores: "Lo que ha cambiado realmente es la sociedad espa?ola, c¨®mo nos ve¨ªamos antes y ahora. La explicaci¨®n de lo que puede estar pasando no se encuentra en una generaci¨®n de autores agudos o preclaros, sino en el cambio que se ha producido en los intereses del p¨²blico". El movimiento del 15-M tiene para este autor un significado particular ¡ª"redescubrimos la democracia, algo que hab¨ªa quedado predefinido, y este pensar en com¨²n fue crucial"¡ª.
El cambio que aprecian los escritores nacidos en los a?os setenta en Espa?a no implica que vean claro un relevo generacional o que lo sientan como algo relevante. Para Rosa, habr¨ªa que centrarse m¨¢s en los escritores que nacieron en los sesenta y que ahora alcanzan la madurez en su obra. Elvira Navarro sostiene que el relevo, si se diera, quiz¨¢ no ocurrir¨ªa por los cauces que la generaci¨®n anterior emple¨®. Y a Busquets le gusta pensar m¨¢s en suma que en relevo y no le convencen las prisas: "No hay que dar a unos por muertos ni poner sustitutos demasiado r¨¢pido. En pol¨ªtica, el relevo es muy necesario, pero en literatura no parece que esto sea lo m¨¢s urgente".
Un realismo l¨ªrico y salvaje
Elena Medel (C¨®rdoba, 1985) public¨® su primer libro a los 17 y el a?o pasado se alz¨® con el Premio Loewe de poes¨ªa por Chatterton (Visor). M¨¢s all¨¢ de la poes¨ªa, donde considera que hay m¨¢s individualidades que sentimiento de grupo, al hablar de nuevas voces, Medel, directora de la revista literaria E?e, piensa en los nacidos en los a?os ochenta, y en concreto en tres voces femeninas que se?ala como fundamentales: "Me interesan propuestas inc¨®modas como las de Aixa de la Cruz o Cristina Morales, por sus distintos acercamientos a lo pol¨ªtico. Quiz¨¢ pudiera tratarse de una tendencia; esa nueva concepci¨®n del realismo, m¨¢s salvaje y m¨¢s l¨ªrica, con la intenci¨®n de intervenir en lo que se cuenta. Tambi¨¦n admiro la revisi¨®n de la autoficci¨®n de Aloma Rodr¨ªguez por su di¨¢logo con los mecanismos de la escritura". Dos antolog¨ªas han reunido hasta ahora el trabajo de narradores espa?oles de los ochenta: Bajo treinta (Salto de P¨¢gina), editada por Juan G¨®mez B¨¢rcena, y ?ltima temporada (Lengua de Trapo), compilado por Alberto Olmos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.