Esto no lo arregla ni el padre del Rey
Ante la reiteraci¨®n del desastre ganadero y torerista, la noticia estuvo en que el Rey don Juan Carlos asisti¨® por tercer d¨ªa consecutivo a Las Ventas para sentarse tan ricamente encima de la puerta de toriles, junto a su hija Elena. Y conviene que se sepa porque es, quiz¨¢, la ¨²nica autoridad del estado que asiste a una plaza un d¨ªa que no se celebra un mitin, sino una manifestaci¨®n cultural que, es verdad que anda un poco alica¨ªda, pero, a veces, puede derivar en un espect¨¢culo extraordinariamente apasionante.
?Que venga el Rey y su padre, como en este caso! Pero, cuidado, que tampoco venga con tanta frecuencia. En primer lugar, porque por estos tendidos circula una leyenda urbana que mantiene que la presencia de don Juan Carlos no es, precisamente, garant¨ªa de triunfo. (La gente, que es muy mala¡) Segundo, que corremos todos el serio peligro de que pierda la afici¨®n y no vuelva m¨¢s. Y tercero, si se queda en su casa una temporadita nos ahorramos el rid¨ªculo protocolo al que se ven obligados cada tarde los toreros de brindarles uno de sus toros, tenga o no posibilidad de ¨¦xito. Bueno, lo cierto es que tambi¨¦n el asunto tiene su gracia; ayer, por ejemplo, a falta de otro tema de diversi¨®n, el p¨²blico estuvo muy pendiente de si don Juan Carlos ten¨ªa habilidad suficiente para coger la montera que el diestro de turno le lanzaba desde la barrera. Y hasta ahora va ganando por goleada.
Hasta aqu¨ª, la parte divertida del festejo de ayer. Quien tenga la amabilidad de seguir leyendo que se ponga al lado pa?uelos de papel porque la cosa va de llorera.
El Pilar / Padilla, Manzanares, Perera
Toros de El Pilar, -el segundo, devuelto- correctos de de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, descastados y mansos. Sobrero, de Charro de Llen, manso y descastado. Juan Jos¨¦ Padilla: pinchazo, media, bajonazo y tres descabellos ¡ªaviso¡ª y el toro se echa (pitos); estocada (silencio).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: pinchazo, bajonazo ¡ªaviso¡ª (silencio); estocada ¡ªaviso¡ª (oreja con protestas). Miguel ?ngel Perera: estocada ca¨ªda (silencio); estocada casi entera, dos descabellos ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (silencio)
Plaza de Las Ventas. 22 de mayo. Decimoquinta corrida de la feria de San Isidro. Lleno de ¡®no hay billetes¡¯.
Otro petardo, otra falta de respeto, otra burda manipulaci¨®n¡ Llegan las figuras y todo se viene abajo. Otra corrida de toros inv¨¢lida, mansa, descastada, moribunda, lisiada¡ Y tres toreros ventajistas, acomodaticios, insufribles,¡
Otra tarde m¨¢s no hubo tercio de varas. Ning¨²n toro fue picado seg¨²n las m¨ªnimas normas de la decencia y el respeto al p¨²blico.
No hubo ni un quite. Es verdad que hac¨ªa viento, menos que otras tardes, pero lo hac¨ªa, pero los toreros no mostraron, siquiera, intenci¨®n de probar con el capote.
Abundaron, eso s¨ª, los capotazos con la malsana intenci¨®n de que los toros no se cayeran, jugarreta que utilizan los toreros para no quedar mal con la empresa, que les puede pasar factura en el futuro porque, ya se sabe, una devoluci¨®n es un gasto econ¨®mico extra para el empresario. Si perjudica al espectador, porque se le hurta una parte del espect¨¢culo, es algo que parece no interesar a los protagonistas de esta fiesta.
Hubo toreros ausentes, como fue el caso de Padilla; empe?ados en dar pases a un animal mortecino, como Perera, y hasta Manzanares cort¨® una oreja, el trofeo m¨¢s barato que se ha concedido en esta plaza en mucho tiempo. Pero el p¨²blico manda y la pidi¨® con fuerza, aunque no hab¨ªa causa alguna para ello.
Manzanares es un torero que suele caer bien, maneja los enga?os con gusto, le acompa?a una elegante figura y casi todo lo que ejecuta va envuelto en una cierta armon¨ªa. Pero ¨¦l se aprovecha de tal circunstancia para cuidarse el cuerpo. Cita siempre al hilo del pit¨®n, despegad¨ªsimo, traza el muletazo en l¨ªnea recta y dirige la embestida hacia fuera; es decir, exactamente al rev¨¦s del toreo aut¨¦ntico. Dicho de otro modo, su esbelta figura y su innato empaque esconden su concepci¨®n superficial del arte de torear.
El problema es que esas formas gustan al espectador moderno que creer¨¢, se supone, que est¨¢ viendo el clasicismo revivido. Pues, no. Manzanares no hizo ayer m¨¦rito alguno para cortar una oreja que nadie le tendr¨¢ en cuenta. Algunos espectadores protestaron la concesi¨®n, pero dada se qued¨®, con su vuelta al ruedo incluida, como debe ser.
Se podr¨ªa decir que Perera se empe?¨® en justificar su tarde, pero debiera estar prohibido dar pases anodinos a un muerto porque se trata de una tomadura de pelo. Lo que tiene que hacer Perera es anunciarse con toros de verdad y no con proyectos de cad¨¢ver. Mal ante su primero, imposible, y afanoso, aseado y ventajista con el soso sexto.
Cerraba el cartel Juan Jos¨¦ Padilla, que estaba desconocido. Alg¨²n problema tendr¨ªa el hombre porque se mostr¨® ausente, incoloro, inodoro e ins¨ªpido. Mal colocado siempre ante su primero, al que banderille¨® a toro pasado, y descorazonado ante el cuarto, al que no banderille¨® y lleg¨® a caerse hasta en seis ocasiones.
Total, que esto tiene mal arreglo; vamos, que no lo arregla ni el padre del Rey, por muy buen aficionado que sea.
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