Mota es Espa?a
Cuando m¨¢s nos seduce Jos¨¦ Mota es al transfigurarse en la cotidiana piel de un pa¨ªs que vive su eternidad en presente
El humor es ese desag¨¹e de platino por el que bajan las corrientes de nuestros desahogos. Guardamos tesoros pegados a la identidad del recuerdo en im¨¢genes navide?as con Martes y Trece, domingos con Tip y Coll, el tel¨¦fono de Gila, los chistes de Eugenio, aquellos inicios frescos de Emilio Arag¨®n¡ Marcaron un canon de libertad en la Transici¨®n por el que desfilaban con m¨¢s o menos acierto el resto.
En plena movida, Faemino y Cansado sembraron en pantalla ese p¨²blico que finalmente ha hecho de su genialidad del absurdo leyenda en los teatros. Tampoco es cuesti¨®n de entrar en el lado cutre y grasiento del g¨¦nero con Ar¨¦valo, Pajares y Esteso, Los Morancos¡, ni en la pegadiza y curiosa escuela causante de furor juvenil que es El club de la comedia. M¨¢s al quedar hu¨¦rfanos de la contundente presencia vivaz de Eva Hache.
Nos queda Jos¨¦ Mota. Hoy reina su casi siempre prodigioso espejo colectivo. Brillante y camale¨®nico cuando se disfraza de pol¨ªtico, bien sea para despistar con la guasa estoica de Rajoy o la hipocres¨ªa te?ida en mechas de Esperanza Aguirre. Ha creado la meta imitaci¨®n: personaje que se mete en la piel de otro personaje y metamorfoseado al mundo del espect¨¢culo y televisivo en pleno.
Pero cuando m¨¢s nos seduce es al transfigurarse en la cotidiana piel de un pa¨ªs que vive su eternidad en presente: Mota en el rellano de la escalera o escaque¨¢ndose de pagar la cuenta. Mota, vengador agrario en ¡®El t¨ªo la vara¡¯ o portera de luto como ¡®La vieja l'visillo¡¯. El Mota humillado del ¡®Cansino hist¨®rico¡¯ o aprendiz de alba?il. En el dentista, fregando pasillos, de jubilado con cachava y gafa empa?ada o de 'cani' apoltronado en casa, copa en mano y con ch¨¢ndal, Mota es Espa?a.
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