¡°El papa es complejo y astuto¡±
El pensador argentino teoriza sobre la cultura en tiempos de descomposici¨®n social y disecciona las contradicciones de las nuevas tecnolog¨ªas
N¨¦stor Garc¨ªa Canclini es un hombre al que le gustan m¨¢s las preguntas que las respuestas. Un cient¨ªfico social que intenta curiosear en distintas ¨¢reas para no desorientarse, como ¨¦l acostumbra a decir. Fil¨®sofo en origen ?¡ªantrop¨®logo y soci¨®logo, al cabo¡ª, defiende que la filosof¨ªa, nutrida por las ciencias sociales, permite pasar de un saber ensimismado a un saber polif¨®nico.
Escribe de temas como el arte, la globalizaci¨®n o el consumismo, pero en estos ¨²ltimos tiempos su mirada se detiene en el auge de fen¨®menos como el procom¨²n, o la defensa de la transparencia. A su paso por Madrid para dar una charla en el Museo Reina Sof¨ªa (Creativos, precarios e interculturales) nos encontramos con Canclini (La Plata, Argentina, 1939) en una sala del MediaLab Prado, uno de esos centros donde se cuecen esos movimientos que a ¨¦l tanto le interesan.
Pregunta. El origen de su ¨²ltimo libro, El mundo entero como lugar extra?o (Gedisa), est¨¢ en una conferencia que usted no imparti¨® sobre la cultura en tiempos de descomposici¨®n social. ?En qu¨¦ consiste esa descomposici¨®n social de los tiempos en que vivimos?
Respuesta. Est¨¢ nutrida por muchos procesos: la desintegraci¨®n social que ha generado el neoliberalismo; la precariedad; la masificaci¨®n de la incertidumbre; la generalizada descomposici¨®n de los partidos pol¨ªticos, de los sindicatos; y el descreimiento en las formas convencionales e institucionalizadas de democracia.
P. ?Qu¨¦ sucede con las democracias?
R. No ocurre lo mismo en Francia, donde hubo, quiz¨¢, la mayor elaboraci¨®n formal, institucional y conceptual de la democracia en Occidente; que en Estados Unidos, donde no ha habido nunca un partido de oposici¨®n y hay una alta complicidad entre los dos partidos hegem¨®nicos; y de estos con el sistema econ¨®mico y de producci¨®n de armamento. La situaci¨®n latinoamericana es distinta. Salvo M¨¦xico, que tuvo esta experiencia de monopartidismo durante setenta a?os, casi todos los dem¨¢s pa¨ªses han visto interrumpidos sus procesos de democratizaci¨®n por golpes militares, o guerrillas que descre¨ªan del juego democr¨¢tico y lo llamaban burgu¨¦s. Ese sistema pol¨ªtico est¨¢ muy envejecido en Am¨¦rica Latina. Salvo casos excepcionales, como el de Uruguay, funciona poco. Sigue habiendo elecciones pero hay poca receptividad de los partidos a las demandas de la poblaci¨®n.
P. ?Y qu¨¦ se puede hacer al respecto?
R. Me gustar¨ªa saberlo. Las nuevas generaciones, en especial, est¨¢n haciendo mucho. Varios movimientos disidentes de j¨®venes¡
P. Habla del descontento de los j¨®venes chilenos¡
R. ...que me parece el movimiento m¨¢s organizado pol¨ªticamente, aunque ahora est¨¢ en stand by. O el Yosoy132, en M¨¦xico, que dur¨® poco pero encuentra continuaci¨®n en otros. Son movimientos de alta intensidad y corta duraci¨®n que logran pensarse pol¨ªticamente y reconceptualizar la pol¨ªtica. Muchos de ellos dicen: ¡°No somos apol¨ªticos, somos apartidarios¡±. Est¨¢n intentando hacer pol¨ªtica usando las tecnolog¨ªas digitales, las redes sociales, las concentraciones masivas en las plazas, en las calles. Hay una efervescencia pol¨ªtica, una creatividad popular.
P. En Espa?a hay una formaci¨®n, Podemos, que ha canalizado esa efervescencia, que emergi¨® con el 15-M, y que ha dicho en alg¨²n momento que no es ni de derechas ni de izquierdas, que ese debate est¨¢ superado, ?lo est¨¢?
R. Hay modos, incluso novedosos, de identificar qu¨¦ es ser de derechas o de izquierdas. Por ejemplo: considerar la extensi¨®n de la precariedad social como un esc¨¢ndalo y pedir que el Estado asuma responsabilidades es una posici¨®n de izquierdas. En cambio, claramente, un Gobierno como el actual en Espa?a se desinteresa de lo social; simula cierta preocupaci¨®n en momentos preelectorales, pero arrasa con derechos, impide la exploraci¨®n de la memoria...Eso es claramente de derechas.
P. ?El Estado de Bienestar es ya cosa de otra ¨¦poca?
R. Aquella perseverancia en las instituciones es dif¨ªcil que vuelva a suceder por un largo tiempo; pero no sabemos si en 20 o 30 a?os habr¨¢ una nueva meseta del capitalismo, porque no parece que vaya a desaparecer. Hay procesos autodestructivos en esta etapa del capitalismo que no les est¨¢n funcionando ni siquiera a los due?os de los bancos.
P. Usted ha estudiado el fen¨®meno de los creativos, los emprendedores y las redes digitales. Byung-Chul Han, fil¨®sofo alem¨¢n de origen coreano, escribi¨® en 2014: ¡°El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en empresario, en empleador de s¨ª mismo. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a s¨ª mismo en su propia empresa¡±.
R. Es as¨ª. Es importante nombrar el liberalismo como el modo de organizaci¨®n y desorganizaci¨®n econ¨®mica que ha favorecido esta precariedad. Pero tambi¨¦n hay una desresponsabilizaci¨®n de los Estados en cuanto a seguridades sociales, m¨¦dicas y otras garant¨ªas b¨¢sicas de la vida.
P. ?Caminamos hacia una sociedad m¨¢s colaborativa, en la que avance el procom¨²n?
R. Sin duda. Las tecnolog¨ªas impulsan que se compartan bienes f¨ªsicos y virtuales. Y vuelven el acceso a la cultura y la comunicaci¨®n muy fluido.
P. Ese mayor acceso a la cultura es considerado, en ocasiones, como pirater¨ªa.
R. No se puede denominar pirater¨ªa a toda forma de descarga libre. Como autor, me interesa la propiedad intelectual y deseo recibir un pago por mis derechos de autor. Pero hay que considerar las nuevas formas de comunicaci¨®n. Quienes defienden una propiedad intelectual restringida en libros, pel¨ªculas y m¨²sicas son principalmente los empresarios. Necesitamos rehacer la legislaci¨®n: hay formas intermedias entre la llamada pirater¨ªa y el procom¨²n absoluto. Porque tambi¨¦n existen mafias que s¨ª piratean.
P. La irrupci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas produce un extra?amiento, sostiene usted. ?Se declara m¨¢s bien tecnoesc¨¦ptico o tecnout¨®pico?
R. Trato de evitar los dos precipicios. Lo primero es agradecer las facilidades de una comunicaci¨®n m¨¢s intensa y extensa. Pero la democratizaci¨®n de los usos de tecnolog¨ªas recientes no necesariamente crea horizontalidad, ni logra abolir las jerarqu¨ªas. Como cient¨ªfico social, me parece m¨¢s prudente acercarse al tecno-escepticimo, lo cual implica aceptar lo tecno, no rechazarlo, pero sabiendo que hay que administrarlo.
P. Es decir¡
R. Que Google sea el gran proveedor mundial de contenidos culturales no es para alegrarse.
P. ?Qu¨¦ otras cosas no son motivo de celebraci¨®n en este mundo en el que vivimos?
R. El resurgimiento y expansi¨®n de creencias religiosas como fuga. Produce mucha sorpresa la expansi¨®n de religiones tradicionales de Occidente, como las de las mal llamadas sectas.
P. Nada que ver con el Papa Francisco...
R. Tambi¨¦n. Es un personaje complicado. Yo conoc¨ª bastante su actuaci¨®n en la Argentina y no le puedo creer tanto como la mayor¨ªa de los medios.
P. ?Qu¨¦ es lo que usted critica?
R. Como Papa tuvo la inteligencia de afrontar algunas de las fuentes de desprestigio de la Iglesia Cat¨®lica, como una parte del hostigamiento sexual de los sacerdotes hacia los ni?os. Est¨¢ reduciendo el car¨¢cter escandalosamente agresivo que contra la sociedad ha tenido la Iglesia. Pero hay que decir que cuando estaba en Argentina, apoy¨® expl¨ªcitamente a los grupos ultraconservadores que rompieron piezas en la inauguraci¨®n de la exposici¨®n de Le¨®n Ferrari. Es una figura compleja. Me parece muy astuto.
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