A la b¨²squeda del alma de M¨¦xico

M¨¦xico. Mediados del siglo XX. Manuel Carrillo (1906-1989), un hombre de 49 a?os, decide dedicarse a la fotograf¨ªa y contribuir con su c¨¢mara a la construcci¨®n de la identidad nacional, que se forja en tiempos posrevolucionarios. Y recorre su pa¨ªs para retratar a la gente, con una predilecci¨®n por los ni?os y los ancianos; y por los animales. Su ¨¦xito es inmediato. La mirada del conocido como El maestro mexicano sobre su tierra es el objeto de la exposici¨®n Manuel Carrillo. Mi querido M¨¦xico, que se exhibe en el Museo L¨¢zaro Galdiano de Madrid con fondos procedentes de la colecci¨®n del Bank of America Merrill Lynch hasta el 30 de agosto, en el marco de PHotoEspa?a. La muestra de unas 50 im¨¢genes, comisariada por Stuart A. Ashman, ya hizo camino el pasado a?o en el Museum of Latin American Art (MOLAA) de Los ?ngeles y refleja el di¨¢logo t¨¦cnico y est¨¦tico del artista con fot¨®grafos estadounidenses y mexicanos, que fueron su influencia.

Los retratos que de M¨¦xico hace Carrillo son de la vida cotidiana, el mundo rural en el que ¨¦l vio "el verdadero y representativo pueblo". Con una mirada tierna por las personas, que aparecen con gesto serio, y algo de trascendente, en sus tareas diarias o en sus paseos habituales. Una mujer camina por una calle empedrada; un plano en picado muestra a una madre con su hijo en Ciudad de M¨¦xico desde un ¨¢ngulo insospechado; en Oaxaca, otra alza en volandas a un peque?o al que arropa con un chal (Rebozo en el aire, 1958); una chica se apoya en un muro o un vendedor de cuerda se sienta ante su mercanc¨ªa. El radical contraste entre profundas sombras e intensa luz son marca del arte de Carrillo, que se aliment¨® del modernismo en su hacer fotogr¨¢fico. La geometr¨ªa impera y el ojo siempre termina en lo humano como centro, o en los seres vivos. Como ejemplo est¨¢ la fotograf¨ªa de un tejado en el que la atenci¨®n se va inmediatamente a un gato que se mueve entre la alienaci¨®n de tejas y en la que se entrev¨¦ un toque de humor.

Las im¨¢genes de Carrillo son producto de la espera de horas para la que no le dol¨ªan prendas con su Rolleiflex o su Mamiyaflex; del momento perfecto que hab¨ªa de ser captado con luz natural. As¨ª lo explica Oliva Mar¨ªa Rubio, directora art¨ªstica de La F¨¢brica, una de las presentadoras de la exposici¨®n junto con Mar¨ªa Garc¨ªa Yelo, directora de PHotoEspa?a, y Emma Baudey, m¨¢nager de la colecci¨®n de arte del Bank of America Merrill Lynch para Europa, Oriente Medio y ?frica (EMEA) y Latinoam¨¦rica (Latam). Rubio destac¨® la ¡°sensibilidad¡± y ¡°las im¨¢genes de cuidado encuadre, silenciosas, de dignidad, no de pobreza¡±.

Carrillo deja un legado tanto documental, esa mirada de antrop¨®logo que rastrea detalle para llegar a la esencia, como una celebraci¨®n de su cultura. Una parte significativa de las fotograf¨ªas mostradas en Manuel Carrillo. Mi querido M¨¦xico carece de fecha o de t¨ªtulo. La b¨²squeda de mexicanidad, de una esencia e identidad nacionales propuls¨® el arte de Carrillo, igual que antes lo hab¨ªan hecho artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo o David Alfaro Siqueiros.

El di¨¢logo que se establece en la muestra entre Carrillo y una veintena de fotograf¨ªas de mexicanos, pero tambi¨¦n de artistas del otro lado de la frontera, engarza con su propia biograf¨ªa. Profundo amante de su tierra, cre¨® fuertes lazos con el vecino del norte. En Estados Unidos, Carrillo pas¨® su primera juventud, y vivi¨® diez a?os entre Nueva York y Chicago, ciudad en la que en 1960 realiz¨® su primera exposici¨®n internacional y fue nombrado ¡°invitado de honor¡± en 1980 por la Photographic Society of America. En la muestran est¨¢n tambi¨¦n las fotograf¨ªas de Ansel Adams, Manuel ?lvarez Bravo, Graciela Iturbide, Edward Steichen, Paul Strand (que trabaj¨® como fot¨®grafo del Gobierno mexicano), Eduard Weston (quien vivi¨® en M¨¦xico desde 1923 a 1926), Brett Weston y Charles R. Rushton.