El petardo m¨¢s importante del a?o

?Saben en qu¨¦ se diferencia la corrida m¨¢s importante del a?o, la de Beneficencia, del resto de los festejos? Primero, que se celebra en Madrid; segundo, que la preside un miembro de la Casa Real desde el palco del mismo nombre; y tercero, y m¨¢s importante, que al citado balc¨®n lo adornan con un fald¨®n de terciopelo rojo, que acompa?an con unas guirnaldas floreadas.

Aqu¨ª se acab¨® la corrida de Beneficencia. Alguien puede pensar que en la m¨¢s importante se anuncian los mejores toros, los toreros m¨¢s sobresalientes, y todos, en especial, los de luces, ponen toda la carne en el asador para que la celebraci¨®n luzca con el m¨¢ximo esplendor.

?Anda ya¡­! Eso ser¨ªa antes, o, quiz¨¢, alguna vez, pero la de ayer fue uno de los grandes petardos del a?o porque los toros ayudaron poco y los toreros parec¨ªan estar de vuelta, sin el compromiso necesario para un festejo que dicen que es tan importante.

A la vista de la aparente indolencia de El Juli y Perera, se podr¨ªa pensar que, ante un reto de estas caracter¨ªsticas, no hay nada peor que haber alcanzado ya la meta, que tener las ilusiones ya marchitas, que tenerlo todo hecho y que la profesi¨®n sea una rutina. No hay nada peor, quiz¨¢, que no tener hambre, que estar rico, sin necesidad de m¨¢s riqueza ni gloria.

De otro modo, no se entiende la displicencia de los matadores, esa actitud cansina, como abotargada, con pocas ideas, tristona y conformista. Cualquiera podr¨ªa pensar que El Juli y Perera vendr¨ªan a Madrid a matar por un triunfo, a pelear por una primac¨ªa, a romper los esquemas y establecer un liderazgo. Y no¡­ Esos valores ya no cuentan.

El primer toro de El Juli, el mejor, a la postre, de toda la corrida, manso pero muy encastado y codicioso en la muleta, que repiti¨® la embestida, humillado y fijo, sobre todo por el lado izquierdo, llevaba un cortijo en cada astifino pit¨®n. Pero como El Juli ya tiene cortijo, se dej¨® ganar claramente la pelea y elabor¨® una faena intermitente y desigual con algunos muletazos hondos y otros cargados de soser¨ªa y ventaja. Con un dominio a medias de la situaci¨®n, le falt¨® rotundidad y mando, y dio la impresi¨®n de estar desbordado por la codicia de una m¨¢quina de embestir que le puso el triunfo en bandeja. Vamos, que el todopoderoso Juli, que lo es, ech¨® el freno y prefiri¨® una faenita moderna, de las que no interesan, a un faen¨®n de toda la vida que vuelve loca a la parroquia.

Distante se llamaba el animal, y all¨¢ que se fue al desolladero entre la ovaci¨®n del p¨²blico y sus orejas colgando, mientras el torero se encerraba en el callej¨®n con la cabeza gacha.

Algo parecido le ocurri¨® en el tercero, con menos fortaleza, pero muy noble. Muy ventajista en todo momento, pases y m¨¢s pases insulsos, y una faena tan larga, hasta nueve tandas, como vulgar, que desparram¨® aburrimiento por los tendidos. M¨¢s trapazos hubo ante el soso quinto, cuya lidia transcurri¨® entre protestas de una parte del p¨²blico que ped¨ªa m¨¢s exigencia y compromiso a la figura.

Sin ilusi¨®n

Tampoco Perera vino a Madrid con la ilusi¨®n por las nubes. No es el mismo del a?o pasado; ni mucho menos. M¨¢s conformista y c¨®modo, tuvo menos opciones con su lote, pero no dio un paso m¨¢s all¨¢ del toreo en l¨ªnea recta, mal colocado y al hilo del pit¨®n. Muy descastado fue su primero, con el que no consigui¨® una gota de emoci¨®n. Brind¨® al respetable el cuarto, pero se raj¨® pronto y todo qued¨® deslavazado y destemplado, y nulo inter¨¦s tuvo su labor ante el sobrero, soso y noble, al que dio muchos pases y no dijo nada en ninguno de ellos.

Hubo, eso s¨ª, un quite entre ambos que mereci¨® la pena. En el cuarto de la tarde, El Juli se luci¨® con unas chicuelinas con las manos muy bajas, y le respondi¨® Perera con una tafallera seguida de ce?id¨ªsimas gaoneras. Lo mejor de la tarde, sin duda, junto al segundo par de Jes¨²s D¨ªez Fini a ese mismo toro, por lo que fue obligado a saludar.

En fin, un petardo, como le cant¨® el tendido siete a ambos matadores mientras hac¨ªan como que muleteaban entre la desidia general. El petardo m¨¢s importante del a?o, en el que lo ¨²nico que sobresali¨® fue el fald¨®n de terciopelo rojo y las guirnaldas. El resto, por desgracia, igual que muchas tardes: ausencia de casta entre toros y toreros.