Fernando Gordillo, fot¨®grafo de la Escuela de Madrid
Fue director de 'Cuadernos de Fotograf¨ªa' y autor de la foto 'Por fin me has encontrado'
Los fot¨®grafos trabajan con energ¨ªa para no morir para siempre. Pero un d¨ªa les llega la hora, como hoy a Fernando Gordillo (Madrid 1933) que falleci¨® el viernes 5 de junio. Un fot¨®grafo de la Escuela de Madrid, un profesional de la fotograf¨ªa que convivi¨® entre los amateurs de la Real Sociedad Fotogr¨¢fica de Madrid (RSFM). Fernando fue uno de esos grandes fot¨®grafos espa?oles de la d¨¦cada de los sesenta que parece que han tenido que hacerse a un lado para poder dejar el lugar a otros. Pero hoy es el d¨ªa que tenemos que reivindicar su importancia, no s¨®lo como fot¨®grafo, sino como cuidador de la malbaratada fotograf¨ªa espa?ola durante el franquismo. Fue director de la revista Cuadernos de Fotograf¨ªa (1972 ¨C 1974) una circunstancia que le supuso recelos y envidias por parte de algunos fot¨®grafos que se sintieron excluidos del proyecto. Hace un par de a?os, recuper¨¢ndose de una grav¨ªsima enfermedad y recapitulando los momentos m¨¢s importantes de su trayectoria, recordaba con dolor las horas y el dinero gastado en aquella revista que pocas veces sale a colaci¨®n y que fue un oasis para la buena fotograf¨ªa. ?l se quejaba de que aquel estigma, el haber sido emprendedor, el haber buscado la excelencia entre sus contempor¨¢neos, le hubiera restado ascendente en la genealog¨ªa de los fot¨®grafos de la Escuela de Madrid. Sin embargo, cuando contemplamos en su conjunto el trabajo de aquel grupo en el que se cuentan los m¨¢s grandes fot¨®grafos del periodo, la obra de Gordillo est¨¢ a la altura y tiene la profundidad, la calidad, la ternura y el dramatismo de la de otros fot¨®grafos m¨¢s conocidos como Gabriel Cuallad¨® o Gerardo Vielba. Sent¨ªa un gran aprecio y respeto por todos aquellos camaradas y fue fiel amigo de sus amigos, a los que observaba y analizaba en lo humano y en lo fotogr¨¢fico.
Fernando Gordillo fue fot¨®grafo de prensa para el diario Arriba durante los a?os sesenta y fue freelance en los setenta. Pero sent¨ªa la fotograf¨ªa desde dentro, como un poeta. Para dejar salir esa inquietud art¨ªstica m¨¢s all¨¢ de los trabajos de encargo, llevaba a cabo proyectos tem¨¢ticos ligados a un territorio concreto. De vez en cuando, un encuentro fortuito, una sorpresa en la calle, una r¨¢faga de poes¨ªa en el entorno familiar, le pod¨ªan regalar una ¡°foto suelta¡±, como ¨¦l llamaba a aquellas fotograf¨ªas que no pod¨ªa incrustar en ning¨²n reportaje.
Despu¨¦s de toda una vida dedicada a la fotograf¨ªa, resumi¨® brevemente su universo en media docena de reportajes, en coherencia a la obsesi¨®n perfeccionista y selectiva que caracterizaba a aquella generaci¨®n. Pero a Fernando Gordillo se le conoce sobretodo por la serie Pedro Bernardo, un pueblo de ?vila del que se hab¨ªa quedado prendado por su autenticidad durante una excursi¨®n fotogr¨¢fica de la RSFM en 1958 y que continu¨® visitando hasta 1974, para completar lo que ¨¦l llamaba un ¡°reportaje sin acci¨®n¡±. Gordillo ten¨ªa sus propias teor¨ªas sobre la fotograf¨ªa, algunas aprendidas de W. Eugenne Smith, al que tanto admiraba. Poco a poco y de manera sistem¨¢tica, fue cubriendo todos los acontecimientos de la vida de aquel pueblo espa?ol detenido en el tiempo, desde los nacimientos a las muertes. Todas las edades y oficios. Cada fotograf¨ªa ven¨ªa a ocupar un lugar ¨²nico y nunca las entendi¨® como piezas separadas del reportaje. Pero para los que contemplamos hoy su trabajo, sus mejores fotograf¨ªas tienden a elevarse ¨²nicas, como iconos fuera del espacio y del tiempo. Son im¨¢genes perfectamente construidas, con una luz cuidada, que responden a los c¨¢nones de la fotograf¨ªa cl¨¢sica, como aquellas fotos de los pioneros que situaban su tr¨ªpode y esperaban a que la escena se compusiera en un encuadre ideal. Aunque Gordillo afirmaba que nunca hab¨ªa recurrido a un truco o a un montaje. Insist¨ªa en que ¨¦l persegu¨ªa la frescura de la realidad, y para ello respetaba escrupulosamente el libre flujo de la corriente de acontecimientos en los que ¨¦l no interven¨ªa jam¨¢s. Esperaba pacientemente la ocasi¨®n de disparar escuchando a su intuici¨®n. As¨ª, el icono que le representa, aquella fotograf¨ªa en la que una mujer asomada a un balc¨®n posa con una jarra en la mano, no se produjo hasta despu¨¦s de varias excursiones. Aquel d¨ªa, y solamente aquel d¨ªa, sali¨® ella a regar sus plantas para completar aquel cuadro que Giotto habr¨ªa calculado igual en su simetr¨ªa y su perspectiva imposible. En aquella mirada hab¨ªa un saludo que el fot¨®grafo supo captar muy bien: por fin me has encontrado. En su estudio, lleno de cajoneras repletas de fotos ¨C la familia de Gordillo tiene una de las mejores colecciones de Espa?a- guardaba cerca de quinientas fotos de Pedro Bernardo, de las cuales consideraba importantes alrededor de 100. Dicho esto, nos preguntamos, ?cu¨¢nto tardaremos en ver ese libro publicado?
El Fotobolsillo que le dedic¨® la editorial La F¨¢brica en 1999, viene introducido por un precioso texto que me ense?¨® a entender a este autor en lo humano y en lo fotogr¨¢fico. Su autora, Concha Escudero, se manejaba con soltura en la teor¨ªa de la fotograf¨ªa, pero era totalmente desconocida en la literatura sobre el medio. Me sorprendi¨® la hondura de su an¨¢lisis y aquel final tan poderoso que nos dejaba con ganas de escudri?ar en las fotograf¨ªas: ¡°¡ el imperativo de su constante fuerza, ligada a la voluntad, poderosa energ¨ªa impresa en la naturaleza m¨¢s ¨ªntima de cada individuo, el deseo tremendo de hacer, de no desaparecer del todo, de fotografiar para no morir siempre.¡± Despu¨¦s su hija Almudena me dijo que ¡°Concha¡± era ella misma. Ahora pues, Almudena, te ha tocado seguir manteniendo viva la memoria de ese trabajo maravilloso para que Fernando no desaparezca del todo.
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