Ludvik Vaculik, escritor checo
Redact¨® el manifiesto 'Dos mil palabras', hito fundacional de la Primavera de Praga
Ludvik Vaculik, redactor del famoso manifiesto Dos mil palabras, editor de los libros clandestinos o samizdat de los disidentes checoslovacos durante el r¨¦gimen comunista e influyente periodista falleci¨® a los 88 a?os en Praga el pasado 6 de junio. Ha sido un hombre de acreditado temple c¨ªvico, de notorio sentido del humor y celebrada inteligencia y autor, entre otros libros, de una obra maestra de la literatura traducida a varias grandes lenguas aunque no a las espa?olas. En su vida privada era aficionado a la jardiner¨ªa, al canto coral y a la conversaci¨®n.
Ludvik Vaculik naci¨® en Brumov, (Moravia, Checolsovaquia) en 1926, hijo de un carpintero. Se emple¨® en una f¨¢brica de zapatos y despu¨¦s de la segunda guerra mundial se mud¨® a Praga, donde empez¨® una carrera period¨ªstica en la radio y en la prensa escrita. Durante cuatro o cinco a?os fue un miembro convencido del Partido Comunista, pero en seguida el r¨¦gimen totalitario se le hizo insoportable, como puso de manifiesto en su novela m¨¢s conocida, El hacha (1966), en la que mediante un ficticio ¨¢lter ego ¨Cun periodista cuarent¨®n que regresa a su pueblo natal en Moravia, donde el hallazgo de unas cartas de su padre le invitan a la revisi¨®n cr¨ªtica del pasado-- cuenta el entusiasmo inicial y la desilusi¨®n de su generaci¨®n por el nuevo Estado. Al a?o siguiente, el virulento discurso que pronunci¨® en el congreso de los escritores checoslovacos reclamando libertad de expresi¨®n y denunciando la falta de libertad y el inmovilismo del gobierno de Antonin Novotny le cost¨® la expulsi¨®n del partido. En enero de 1968, Novotny y su equipo fueron desplazados del poder por el equipo de Alexander Dubcek, que puso en marcha las reformas liberalizadoras que ser¨ªan conocidas como la Primavera de Praga. Al d¨ªa siguiente de que se implantase una de esas medidas, la abolici¨®n de la censura previa, tres peri¨®dicos y una revista publicaron el manifiesto redactado por Vaculik por encargo de destacados intelectuales de la Academia de las Ciencias, titulado Dos mil palabras a los trabajadores, campesinos, cient¨ªficos, artistas, y a la ciudadan¨ªa, donde animaba a ejercer la cr¨ªtica y a organizar manifestaciones y huelgas para enviar al ostracismo a la vieja guardia del Partido y acelerar las reformas emprendidas por Dubcek. El inaudito manifiesto, que fue firmado por miles de personas, demostraba que el partido ya no controlaba la opini¨®n p¨²blica y en opini¨®n de algunos analistas contribuy¨® a precipitar la invasi¨®n de los ej¨¦rcitos del Pacto de Varsovia, que comenz¨® el 20 de agosto de 1968. Dos mil palabras ha pasado a la historia como un hito en la historia de la emancipaci¨®n de la conciencia de checos y eslovacos del molde totalitario.
Tras la ca¨ªda de Dubcek comenz¨® la larga ¨¦poca de la normalizaci¨®n o restauraci¨®n de la ortodoxia comunista. Desde 1973 hasta 1979 Vaculik dirigi¨® la editorial clandestina Petlice (¡°cerrojo¡±) en la que public¨® cerca de cuatrocientos libros prohibidos, obras de disidentes como Vaclav Havel, Jiri Grusa o Ivan Klima, con la abnegada colaboraci¨®n de secretarias an¨®nimas que tecleaban cada texto con cinco copias al carb¨®n, que el mismo Vaculik se encargaba de distribuir puerta a puerta y que circulaban de mano en mano. Teniendo en cuenta las infiltraciones policiales en el reducido grupo de disidentes al que Vaculik nutr¨ªa con las ediciones Petlice cabe sospechar que la autoridad conociese sus actividades y las considerase un peligro insignificante, pero esos libros artesanales dieron a conocer a sus autores en c¨ªrculos cada vez m¨¢s amplios y contribuyeron decisivamente a la formaci¨®n de una intelectualidad insumisa.
Uno de los periodos m¨¢s desesperantes de la normalizaci¨®n fue 1979. Faltaban diez a?os para la implosi¨®n del campo comunista y ning¨²n signo alentaba la esperanza de un cambio para mejor. Ese es el periodo en el que se ambienta el formidable artefacto literario --documento hist¨®rico y costumbrista, dietario, caj¨®n de fantas¨ªas, experiencias y meditaciones, retrato de ¨¦poca con figuras perfilado con precisi¨®n y claridad-- que es la obra maestra de Vaculik: La clave de los sue?os, donde da testimonio de su vida cotidiana, sus cuitas y amores y temores y los de sus amigos disidentes, entre otros Vaclav Havel, Jiri Pithart, Milan Uhde, los proscritos que entonces entraban y sal¨ªan de la c¨¢rcel y a los que diez a?os despu¨¦s la Revoluci¨®n de terciopelo encumbrar¨ªa respectivamente a presidente de Checoslovaquia, presidente del Gobierno checo y ministro de Cultura.
Entrevist¨¦ a Vaculik para este diario en el a?o 2004 y le pregunt¨¦ qu¨¦ opini¨®n le merec¨ªa entonces La clave de los sue?os, si estaba orgulloso de haberlo escrito, 25 a?os antes. Me respondi¨® que no pod¨ªa releerlo: ¡°Lo escrib¨ª en un tiempo muy doloroso, es demasiado amargo y triste¡±.
Desde 1989 hasta su muerte, Vaculik ha publicado varias novelas y ensayos, adem¨¢s de La ¨²ltima palabra, su influyente columna en el diario Lidov¨¦ Noviny, celebrada como una instituci¨®n ¨²til y amable, donde cada semana, durante varias d¨¦cadas, analizaba todos los aspectos de la vida cultural y pol¨ªtica checa.
Ha tenido una vida larga, entera y lograda. Pero cuando pienso en ¨¦l prefiero imaginarle en los a?os de la normalizaci¨®n. Lleva las eternas gafotas de miope y ya ha cumplido los cincuenta pero a¨²n no han encanecido la despeinada mata de cabello y el caracter¨ªstico bigote. Va sentado en un tranv¨ªa, va preocupado, lleva bajo el brazo la cartera con las seis copias del ¨²ltimo libro de Petlice que hoy se ha propuesto repartir.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.