¡®Like a Rolling Stone¡¯: medio siglo de un hito de la m¨²sica popular
Bob Dylan grab¨® su canci¨®n m¨¢s c¨¦lebre hace 50 a?os y marc¨® un antes y un despu¨¦s
Una baqueta cae con fuerza sobre una caja y al mismo tiempo un pie golpea el bombo. Es la detonaci¨®n. Al instante, se abre todo un universo, creado por una absorbente atm¨®sfera el¨¦ctrica y con un ¨®rgano estelar de fondo. Son unos segundos hasta que una voz circense dice cuatro palabras m¨¢gicas, las cuatro primeras de un relato de una verborrea divina: ¡°Once upon a time¡¡± Como en los cuentos. ¡°Hab¨ªa una vez¡¡±. En palabras de Bruce Springsteen: ¡°Ese golpe de tambor sonaba como si alguien hubiera abierto de una patada la puerta de tu mente¡±. Es el comienzo de Like a Rolling Stone, la mejor composici¨®n de la historia del rock seg¨²n buena parte de la cr¨ªtica especializada, la canci¨®n con la que Bob Dylan cambi¨® ya definitivamente el curso de la m¨²sica popular en el mundo, la pista que acaba de cumplir medio siglo desde que se grab¨® entre el 15 y 16 de junio de 1965. Como dijo el poeta estadounidense David Henderson, no se trataba de una canci¨®n, sino de ¡°una epopeya¡±. Una epopeya que narraba las emociones imparables de su autor, pero que tambi¨¦n afect¨® para siempre a la visi¨®n del rock y al alma de toda una naci¨®n.
En 1965, Estados Unidos se encontraba en uno de los per¨ªodos m¨¢s agitados de su historia mientras Bob Dylan andaba deshaci¨¦ndose de su papel de portavoz generacional en la m¨²sica folk, que ve¨ªa como una camisa de fuerza que le oprim¨ªa. Apenas hab¨ªan pasado cuatro a?os desde que, proveniente de su pueblo de Minnessotta en busca de Woody Guthrie, hab¨ªa empezado a tocar en los clubes de Greenwich Village junto con los puntales del movimiento folk neoyorquino como Pete Seeger, Ramblin' Jack Elliott o Dave Van Ronk. Apenas hab¨ªa pasado un a?o desde que hab¨ªa publicado The Times They Are A-Changin' y los tiempos estaban cambiando para todos, incluido ¨¦l, que, fascinado por el vibrante aroma juvenil y desenfadado que desprend¨ªan los Beatles o los Rolling Stones, hab¨ªa decidido hacer lo contrario de lo que se esperaba de ¨¦l.
El primer (y enorme art¨ªsticamente) paso fue Bringing It All Back Home, publicado unas semanas antes de la grabaci¨®n de Like a Rolling Stone. Con esa doble cara ac¨²stica y otra el¨¦ctrica, Bringing It All Back Home, una obra maestra fechada en marzo de 1965, fue el disco que inaugur¨® el cambio de Dylan, una espl¨¦ndida ranura por la que se divisaba algo muy distinto a lo que se conoc¨ªa del autor de Blowin¡¯ in the wind. Y ese algo era eso que Dylan describ¨ªa entonces con estas palabras: ¡°Es ese delgado, salvaje sonido mercurial. Es met¨¢lico, dorado y brillante¡±. Bringing It All Back Home fue la primera parte de la que se conoce como la trilog¨ªa mercurial de Dylan, formada tambi¨¦n por los ¨¢lbumes Highway 61 Revisited y Blonde on blonde. La trilog¨ªa del antes y el despu¨¦s, por la que se dio el camino a la inversa: los Beatles, los Rolling Stones y, en definitiva, todos, se fijaron entonces en Dylan para saber por d¨®nde iban los nuevos tiempos. Y Like a Rolling Stone fue, y sigue siendo, el m¨¢ximo exponente de ese sonido.
El cr¨ªtico musical estadounidense, Greil Marcus, uno de los mayores estudiosos de la obra de Bob Dylan, lo llama ¡°sonido total¡±. Un sonido que nace del blues de Robert Johnson pero que se expande en muchas direcciones, como si contuviese un big-bang de la m¨²sica norteamericana dentro, entre los trazos de la guitarra r¨ªtmica y el bajo, la alta temperatura del ¨®rgano Hammond de Al Kooper (se col¨® de casualidad), las potentes estelas de la arm¨®nica y la voz incisiva y desafiante de Bob Dylan. Al igual que antes hab¨ªa sucedido con el canto pasional de That¡¯s All Right de Elvis Presley, el alarido de Tutti Frutti de Little Richard o el riff de Johnny B. Goode de Chuck Berry, bastaba esa extra?a explosi¨®n sonora, esa conjunci¨®n de elementos venidos de todas partes y de ninguna, para reconocer lo inexplicable. Era una forma de mirar hacia adelante sin olvidar las huellas. Era innovaci¨®n. Poderosa innovaci¨®n con un mundo emocional propio, pero tambi¨¦n universal. Tal y como recoge Marcus en su libro Like a Rolling Stone. Bob Dylan en la encrucijada, el sonido de Like a Rolling Stone lo abarcar¨ªa y lo consumir¨ªa todo. ¡°Mientras durase, ese ser¨ªa el mundo mismo, ?y qui¨¦n sabe lo que suceder¨ªa cuando se abandonase ese mundo y se volviese al mundo que parec¨ªa tan completo y acabado antes de escuchar ese sonido?¡±.
Su avalancha sonora arrastra al oyente. Sin aliento. Le obliga a tomar partido. Like a Rolling Stone no es una canci¨®n que se pueda simplemente o¨ªr. No est¨¢ concebida para oyentes perezosos, ni para turistas musicales. Conviene recordarlo: una baqueta cae sobre una caja y al mismo tiempo un pie golpea el bombo y... ?boom! ¡°Once upon a time¡¡±. Como en los cuentos, el oyente est¨¢ obligado a adentrarse en su mundo, sino la canci¨®n te expulsa. Como las grandes f¨¢bulas expulsan a los que s¨®lo pueden ver aquello que alcanzan sus ojos.
Esa epopeya llamada Like a Rolling Stone, grabada en los estudios de Columbia en Nueva York, era un desaf¨ªo para el oyente pero tambi¨¦n para la ¨¦poca. Sus seis minutos de duraci¨®n, con ese torrente instrumental, romp¨ªan los esquemas de las emisoras de radio. Era la ant¨ªtesis del single, pero lo era de todo al mismo tiempo. Porque la canci¨®n m¨¢s pop de Dylan hasta la fecha era lo menos pop de 1965. Su creador daba paso con esta composici¨®n a todo un sello personal de canciones que comenzaban en alto. Es decir, en los primeros compases, ya estaba toda la banda en la c¨²spide sonora y de ah¨ª no hab¨ªa ni un respiro, ni un paso en falso en ese caudal incontrolable, hasta que se desvanec¨ªa. Pasar¨ªa en otra c¨¦lebre como Hurricane y en varias m¨¢s.
Como afirm¨® Greil Marcus, Dylan buscaba con Like a Rolling Stone conquistar un territorio. Y lo consigui¨®. Era el territorio art¨ªstico y sentimental de los agitados a?os sesenta, de la ruptura generacional y del rock¡¯n¡¯roll. Cuando se grab¨® la canci¨®n, en Estados Unidos, empapado por el beat de los Beatles y dem¨¢s ac¨®litos, se coc¨ªan todo tipo de revueltas y choques. En pleno conflicto b¨¦lico con Vietnam, paranoia de la guerra fr¨ªa y carrera espacial con los rusos, se hab¨ªa producido el famoso Domingo Sangriento en Selma tras las cargas policiales contra los manifestantes por los derechos civiles y Martin Luther King hab¨ªa pasado por la c¨¢rcel mientras el presidente Lyndon Johnson intentaba mitigar todo con la base para la ley que dar¨ªa el voto a los negros. Y los medios no se perd¨ªan detalle del proceso contra Richard Hickock y Perry Smith (protagonistas del libro A sangre fr¨ªa de Truman Capote), encarcelados por asesinar a cuatro miembros de la familia de Herbert Clutter en Holcomb (Kansas) y que acabaron ahorcados. Like a Rolling Stone se puede traducir ¡°como un bala perdida¡± o un ¡°canto rodado¡±. Y en 1965 todos, y no s¨®lo la chica de la canci¨®n que antes vest¨ªa tan bien y hablaba bien alto, parec¨ªan cantos rodados en la encrucijada de su propia historia. Todos parec¨ªan hacerse la misma pregunta del estribillo: ¡°How does it feel? (?Qu¨¦ se siente?)¡±. Tambi¨¦n Dylan, que estaba inmerso en su propia vor¨¢gine de acontecimientos y problemas sentimentales.
Like a Rolling Stone cumple medio siglo. Con toda su urgencia y su orgullo herido, la canci¨®n fue un hito. Y lo seguir¨¢ siendo. Porque, muchos a?os despu¨¦s de su creaci¨®n, ya en otro siglo, sigue sonando abrasiva. Su fuego est¨¢ intacto despu¨¦s de escuchar c¨®mo esa baqueta cae y un pie golpea un bombo. Cuenta Howard Sounes en su biograf¨ªa sobre Bob Dylan una an¨¦cdota ilustrativa al respecto. Durante esos d¨ªas de grabaci¨®n, Dylan estuvo en una fiesta y la cantautora Maria Muldaur le invit¨® a bailar al verle sentado solo en un rinc¨®n con las piernas cruzadas movi¨¦ndose con nerviosismo. Ya le empezaban a llover las cr¨ªticas en la comunidad folk por su experimentaci¨®n sonora, pronto recibir¨ªa el calificativo de ¡°judas¡±, mientras otros ve¨ªan en ¨¦l un mes¨ªas pol¨ªtico que solucionar¨ªa todos los desajustes del pa¨ªs. Ante la propuesta de Muldaur para bailar, Dylan alz¨® la vista hacia ella y contest¨®: ¡°Bailar¨ªa contigo, Maria. Pero me arden las manos¡±. Esas manos fueron las manos que crearon Like a Rolling Stone, una canci¨®n para la historia.
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