Siempre la lucha de clases
Muylaert mantiene un control admirable para que la historia no se le escape de las manos
Me acerco sin poseer referencias a una pel¨ªcula brasile?a. Tampoco he visto nada de su directora, Anna Muylaert, ni creo haber visto nunca a sus int¨¦rpretes. La presencia de esta cinematograf¨ªa en los cines espa?oles es pr¨¢cticamente inexistente y tampoco me ha dejado excesiva huella lo que he visto de ella en los festivales. Excepto las notables Ciudad de Dios, Estaci¨®n central de Brasil y Tropa de ¨¦lite no recuerdo m¨¢s t¨ªtulos en los ¨²ltimos a?os que me hayan atra¨ªdo. Y durante relativo tiempo existi¨® una moda poderosa con el nacimiento del abrasivo novo cine brasileiro. Me lo tragu¨¦ todo cuando era adolescente. Y a ratos me aburr¨ª moderadamente, aunque coloqu¨¦ en un altar Dios y el diablo en la tierra del sol. No he vuelto a verla. Por si acaso. Los cangaceiros y sus matadores solo forman parte de mis recuerdos brumosos.
Alguien etiquetar¨ªa Una segunda madre como exponente del cine social. Un g¨¦nero tan digno como otros, pero amenazado por el riesgo del esquematismo, las consignas, el panfleto, el tono dogm¨¢tico, la claridad machacona sobre la identidad de los buenos y de los villanos, la ausencia de matices, el protagonismo exclusivo del mensaje, las buenas intenciones. El cine social que pretende hablar de la casi siempre ingrata realidad (y el cine en general, a secas) precisa de talento narrativo o documental, complejidad, sutileza, fuerza emocional, veracidad, esas cositas que alimentan el arte.
Una segunda madre habla con inteligencia y sensibilidad de algo que no ha perdido vigencia desde el comienzo de la humanidad llamado lucha de clases, por mucho que los que controlan el tinglado aseguren que es algo que pertenece al pasado, superado mediante el progreso, la civilizaci¨®n un mundo m¨¢s justo y falacias similares.
Una mod¨¦lica criada
La protagoniza una mod¨¦lica criada (me sonar¨ªa a eufemismo calificarla de asistenta o empleada de hogar) que lleva montones de a?os sirviendo ejemplarmente a una familia adinerada, educada, con amor al arte, nada feudal, convenientemente moderna, nada que ver con la carcundia. Y parecen adorarla, la consideran como un miembro m¨¢s de la familia. Ha visto crecer al hijo del matrimonio, el amor entre ellos es mutuo, ejerce de abuela, de confidente, de amiga. Tambi¨¦n de criada.
En este ambiente presuntamente id¨ªlico, con la se?ora de la casa ejerciendo de sacerdotisa de las tendencias y su marido, un millonario ocioso y amable que distrae su anodina existencia pintando, va a aparecer una tormenta de efectos devastadores. La estajanovista y entra?able criada, que no ve a su hija desde hace diez a?os, pero que dedica su sueldo a que esa ni?a disponga de lo que necesite (qu¨¦ jodido debe ser cuidar d¨ªa a d¨ªa, a?o tras a?o, a alguien que tiene la misma edad que tu cr¨ªa, de la que te tuviste que separar para que ella pudiera comer) recibir¨¢ la visita del ser que m¨¢s ama, una joven demasiado natural que no entiende el servilismo, empe?ada en superar la selectividad para estudiar arquitectura, sin consciencia de las relaciones de poder, incapaz de asumir su rol de hija de la criada, de dormir en un colch¨®n en el suelo compartiendo la sombr¨ªa y diminuta habitaci¨®n de sus madre en una casa en la que sobran dormitorios vac¨ªos, tan desvergonzada como para sentarse a desayunar en la mesa de la cocina con los due?os de la casa.
Anna Muylaert mantiene un control admirable para que la historia no se le escape de las manos, no juzga a sus personajes, prefiere la sugerencia a lo expl¨ªcito, combina las luces y las sombras, sabe que los peque?os gestos, las miradas, las dudas, los detalles pueden ser mucho m¨¢s reveladores y corrosivos que los discursos. Desarrollada casi todo el tiempo en una casa, es una pel¨ªcula que no me permite desentenderme en ning¨²n momento de lo que estoy viendo y escuchando, sin que nada me resulte previsible ni t¨®pico, con una curiosidad grande por saber c¨®mo va a acabar la historia.
Me informan de que la protagonista, Regina Cas¨¦, es una de las actrices m¨¢s reconocidas y famosas de Brasil. Si no poseyera ese dato, podr¨ªa creerme que no era una actriz profesional, sino alguien que ha pasado su vida trabajando de criada. Su naturalidad y la autenticidad que desprende son extraordinarias. Es una buena, comprensiva, cr¨ªtica, luminosa y turbia pel¨ªcula. Ojal¨¢ que les vaya bien a esta sufrida y desarmante mujer y a su d¨ªscola y digna hija.
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